miércoles, 25 de agosto de 2010
Peli para chiflados y otras cosas
Ayer en Palma hacía un calor espantoso, y como mi costillo se había ido a una reunión de moteros y yo estaba en mi terraza sudando la gota gorda, decidí ir al cine. Me fuí a ver "Origen", que el prota es Leo di Caprio. La cosa va de un espía que puede, dormido, meterse en los sueños de los demás y hacerles hacer lo que él quiere. Pero no es tan sencillo. La primera media hora me pareció petardosa, y ya casi estaba a punto de levantarme e irme, pero decidí aguantar un poco más. Pues la peli me enganchó bien, acabé encontrándola la mar de entretenida y emocionante, y me gustó mucho. Desde luego, el señor que ha hecho el guión, que es muy famoso pero mi cultura cinefila no llega a tanto como para recordarlo, debe ser un tipo con la cabeza muy bien amueblada, para haber escrito una cosa tan liante y que todo encaje. Además, pasa sin transición de la realidad al sueño, y otras pelis así no me gustan, pero esta sí. Además, cuando están dormidos hacen lo que quieren, y los efectos especiales son muy graciosos.
Esto me recordó que hace años leí un libro de Carlos Castañeda (me niego a escribir "Castaneda")sobre las enseñanzas de su maestro, un chamán llamado Don Juan, un indio, que acaba por convertir al alumno aventajado en otro chamán. En este libro (tengo varios del Casta) el chamán decía que, si en un sueño, uno es capaz de darse cuenta de que está durmiendo y PUEDE VERSE LAS MANOS (esto parece una tontería pero no lo es), pues entonces puede controlar el sueño. Ya sé que nadie me va a creer, pero yo a veces era consciente de estar soñando. Y decidi que a la próxima ocasión tenía que probarlo.No es fácil, no se puede hacer siempre. Pero saltó la ocasión. Estaba yo soñando y me dí cuenta de que lo hacía. Enseguida me miré las manos y las ví, y entonces empecé a divertirme. Soñaba que estaba un pueblo en que todo el mundo iba vestido de blanco y se paseaban por un bulevar. Yo entonces hice aparecer unos adoquines y los empecé a tirar contra las vitrinas de las tiendas, armando un jaleo que no veas. Pero yo sabía que estaba obrando con absoluta impunidad. Hice el bestia durante un ratito maravilloso, hasta que me desperté. ¡Y qué bien me lo pasé...!. Lo malo es que no he conseguido repetir la jugada.
Hace años estuve en el Perú y allí contacté con unos chamanes. Estuvimos hablando todo el día, del cuerpo astral, del más allá, de percepciones extrasensoriales, de espiritus de animales (ellos creen, como yo y los musulmanes, que los animales tienen alma)de hablar con difuntos queridos, etc. Estábamos sentados en una mesa de una terraza, y de pronto me dí cuenta que los de las demás mesas se habían callado y estaban escuchándonos. ¡Qué exitazo tuvimos!. Luego los chamanes me dijeron que yo sería una buena chamana, y que si me quedase allí me convertirían en una. Yo les dije que me haría mucha ilu, pero que si le decía eso a mi marido, que se había quedado en España cuidando de mi achacoso padre, era capaz de venir y matarme, por lo menos. Yo volví, claro, pero siempre me quedará el resquemor de no haber podido seguir una vocación.Ay.
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