martes, 2 de noviembre de 2010

Los gitanos




La palabra «gitano» procede de «egiptano», porque en el siglo XV se pensaba que los gitanos procedían de Egipto. Cuando penetraron en Europa, muchos grupos de gitanos se presentaban a sí mismos como «nobles egipcianos»; así, en 1425, dos romaníes pidieron un salvoconducto al rey Juan II de Aragón, en el cual se hacían llamar «condes del Egipto Menor». La palabra «calé» parece proceder del indostaní «kâlâ», que significa «negro».
Dado que se pueden encontrar en multitud de países de todo el mundo, existen una gran variedad de etnónimos. Los principales son los siguientes:
* Zíngaros: Término derivado probablemente del griego Ατσίγγανος (literalmente intocable), nombre atribuido a una secta maniquea procedente de Frigia, aunque hay lingüistas que la consideran una falsa etimología. De este término provienen los derivados en alemán (Zigeuner), en húngaro (cigány), en Mèxico en algunas zonas geograficas les llaman (hungaros),en italiano (zingaro) y en portugués y gallego (cigano). En francés se usa con doble ortografía (tzigane o tsigane). Algunos romaníes prefieren la forma sin z, porque esta letra les recuerda[cita requerida] al tatuaje empleado por los nazis en los campos de concentración para identificarlos, a pesar de lo cual es lo recomendado por la Academia Francesa.
* Bohemios: Término utilizado en francés (bohémiens o boumians) por haber entrado los gitanos europeos en el siglo XV mediante un salvoconducto del rey de Bohemia.
Sin embargo, continúa siendo un desafío polémico para la antropología, la historia y la sociología a la hora de explicar sus orígenes, su evolución en el tiempo y sus estrategias de supervivencia en sociedades dentro de las cuales siempre son minoritarios.
La opinión más extendida afirma, a partir de análisis genéticos y lingüísticos y a la vista de los documentos conservados, que proceden del Punjab, en cualquier caso de alguna zona comprendida entre India y Pakistán. Los datos lingüísticos apuntan a que los antepasados de los gitanos vivieron en el noroeste de la India, antes de migrar al Occidente pasando por la costa sur del mar Caspio. Se desconoce si con anterioridad habían migrado de otro lugar aún más remoto. También se ignoran las causas exactas de su migración hacia el oeste, que se produjo en torno al siglo XI. Tras una estancia al norte de Persia, se desplazaron nuevamente hasta Asia Menor, donde se asentaron durante el siglo XIV. La inestabilidad política provocó el primer éxodo fielmente documentado hacia el oeste y el sur: una rama del pueblo gitano se internó en la Europa Central y otra descendió hasta el norte de África. La entrada de los gitanos en Europa se documenta a partir de los primeros años del siglo XV. A fines de ese siglo, la ruta del sur y la del norte ya se habrían unido en algún punto del sur de Europa (en Francia o España).
En España se cree que llegaron hacia 1415, dispersándose y viajando después por todo el país. Las relaciones entre la población local y los gitanos fueron en general buenas durante el siglo XV. Sin embargo, a partir de 1469, con la llegada al trono de los Reyes Católicos, la situación cambió radicalmente, presumiblemente a causa de la búsqueda de la homogeneidad cultural en España, lo cual era la característica propia de la unión de las dinastías hispánicas. Las autoridades dieron a los gitanos un plazo de dos meses para que tomaran un domicilio fijo, adoptaran un oficio y abandonasen su forma de vestir y sus costumbres, so pena de expulsión o esclavitud. Se buscaba la unificación de los súbditos en toda la Península, siendo el ideal al alcanzar la centralización del poder político, la existencia de una única religión, una única lengua, una única cultura y, por consiguiente, una única manera de ser. De tal manera, Las Cortes de Castilla de 1594 emitieron un mandato tendiente a separar a los «gitanos de las gitanas, a fin de obtener la extinción de la raza». Vaticinando la política de las prácticas de esterilización que seguirían otros monarcas europeos de la Edad Moderna. En 1633, una pragmática negó a los gitanos el carácter de nación y prohibió incluso el uso del término gitano en el reino.

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