lunes, 24 de enero de 2011

Un libro interesante



Esta tarde, en un par de horas, me he leído un libro muy interesante. Lo he devorado. Y es que hay temas que me gustan especialmente, como las historias que cuentan los exorcistas. En este caso es el P. Gabriele Amorth, el que está de plantilla en el Vaticano. El libro se llama "Memorias de un exorcista. Mi lucha contra Satanás".
La peli "El Exorcista", la he visto no sé cuantas veces. Y también he leido unas cuantas el libro.Por cierto, al P. Amorth la peli le gustó muchísimo, dice que allí, aunque los efectos especiales están un poco exageradillos, se puede ver lo duro del oficio de echademonios.
Dicen los demonólogos que el mayor triunfo del diablo es que la gente ha dejado de creer en él, incluídos los curas y obispos, y que lo que más le chifla a tan desagradable personaje es que se interesen por él. Por desgracia yo soy del segundo tipo de personas, no lo puedo evitar. Las historias de posesiones y sus variantes me entusiasman. Además, las he vivido muy de cerca, y creo en ellas. Ya sé que diciendo esto mis seguidores se escandalizarán y les defraudaré, pero nadie es perfecto...yo no pretendo hacerle la rosca al demonio, ¡Dios me libre!. Como no soy tonta, en este caso practico a quello de que "quien a buen árbol de arrima..." y no tengo, por lo tanto, ninguna gana de hacer migas con un perdedor.
Cuando estuve en el Perú,-esto ya lo dije antes- estuve charlando con unos cuantos brujos del lugar, y un matrimonio argentino que también los dos se dedicaban a estas cosas. Los brujos indios no me parecieron nada demoníacos, pero la mujer del argentino me dijo en un aparte que estaba muy preocupada por su marido, que incluso se planteaba dejarlo, pues últimamente le había dado por el satanismo, y eso a ella no le gustaba nada. Lo comprendí y la animé a que le mandara a la porra. O al diablo, más adecuado. En este día de conversaciones hechiceriles, el guía del bus que nos llevaba de excursión por el valle sagrado de Urubamba también era un brujo, y de lo más atravesado. Bueno, para atravesada la jeta que tenía el argentino satanista, que tenía un careto que daba un poco de miedo. No sé si es porque yo sabía su secretillo, pero me pareció su aspecto de lo más inquietante.
El guia brujil que teníamos me oyó despotricar contra los satanistas, y cuando llegamos a una pirámide y un conjunto monumental inca, y bajamos para visitarlo, el tipo se las arregló para darme esquinazo y me dejó tirada en un sitio apartado, en la mitad del piramidón aquel, y encima cuando estaba anocheciendo. Entonces tuve un poco de miedo, y bajé aquellos enormes y altísimos escalones tratando de no descalabrarme, y encima que estaba sola, pues los turistas, al ver que se echaba la noche encima, habían desaparecido todos. Yo veía abajo a los autobuses como gusanitos, pues aquella pirámide era bastante grande, pero conservé la calma y bajé. Cuando estuve al pie me dí cuenta de que mi bus se había ido. El maldito guía de mirada atravesada se había marchado sin mí... Menos mal que otro bus que iba en la misma dirección me llevó, pero cuando llegué a los bungalows en los que tenía que pasar la noche allí no había nadie del grupo, solo estaba yo. Y los indios que lo llevaban. Memos mal que fueron amables. Pero esa noche tuve unas pesadillas espantosas, provocadas en parte por unas hojas de coca que me había dado una amable señora del bus, sin decirme cómo había que usarlas. Sólo se tienen que mascar y tragarse el juguito, pero yo no lo sabía, y me comí el manojo (así como el tamaño de los de perejil que dan en los mercados españoles) como si fuera una vaca. Luego al llegar la hora de acostarme me tomé un par de somníferos y aquella mezcla me hizo pasar una noche toledana, de las peores de mi vida. Tenía un delirium tremens de órdago, y veía toda clase de monstruos. Quiero creer que fué la explosiva mezcla, y que los brujos satanistas no tuvieron nada que ver... Pero al día siguiente, mi grupo había desaparecido como si se lo hubiese tragado la tierra y no me quedó más remedio que quedarme en Urubamba, en uno de aquellos acogesores bungalows, donde los indios cuidaron de mí hasta que vino a buscarme un guía de la agencia peruana con la cual viajaba.
Bueno, esto ya lo conté en otra ocasión con más detalles, pero ahora se me ha ido la olla porque yo de lo que estaba hablando era del Vaticano, que el Papa Juan Pablo II estaba convencido de que la Santa Sede estaba plagada de satanistas (ver más abajo entrevista con el P. Amorth)y que no eran precisamente unos mindundis, sino obispos y cardenales de la Curia.Recuerdo que cuando el polaco estaba en vida, leía yo en la prensa que se paseaba por los pasillos vaticanos con un inciensario y un hisopo echando agua bendita y haciendo exorcismos.Antes que él, Pablo VI dijo en un sermón público la frase, que todo el mundo se tomó a chacota, que "El humo del infierno había entrado en el Vaticano". No iba tan descaminado el hombre. Además, en el Apocalipsis -que nadie se lo ha leído y es precioso, sobre todo recitado en voz alta en una noche de tormenta- (es que yo soy muy teatral, lo reconozco, y así se lo leí una vez a Paco),pues en el apocalichi dice que un signo del fin de los tiempos -además de que el sol calentará demasiado, y que las aguas invadirán las tierras,cosa que todo ecologista sabe que está pasando- dice también que "cuando veáis a la Bestia instalada en el lugar sagrado, el fin del mundo está próximo". Que cada cual saque las conclusiones que le parezca...Además, Nostradamus, San Malaquías y otros, dicen que este Papa de ahora será el penúltimo, y despues, la Iglesia se irá al demonio... lo que no dicen los augures si será en sentido literal, o simplemente que se derretirá como un azucarillo, pues con tanto escándalo de pederastia, etc...se está quedando sin clientela.
¡Ay Dios!.

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