sábado, 30 de junio de 2012

La vida por detrás


Cuando veo esta revolución de los ricos a la que asistimos maniatados en Occidente, y concretamente en Europa, cuando las libertades y los privilegios tan duramente conseguidos en estos últimos siglos por la clase trabajadora van desapareciendo a golpe de decretos, cuando creíamos tener unos derechos adquiridos y consolidados, vemos que si los teníamos era porque el gran capital nos dejaba. Nos perdonaba la vida. Pero ahora el estado del bienestar -tan precario él- se derrumba, como se hundió la Unión Soviética, que era el único contrapunto que había al capitalismo salvaje.
Cuando pienso en todas estas cosas, yo, que nada puedo hacer para evitarlo, me alegro de tener ya casi mi vida por detrás.
Cuando era mozuela, mi madre me solía decir:"-Feliz tú, que tienes toda la vida por delante...". Pero a mí esto me dejaba bastante escéptica, porque desde que nací me dí cuenta enseguida de que la vida era dura, y pensaba que esto era lo normal. Nací en una familia de derechas, nunca pasé hambre, pero tampoco se me regaló nada, y las cosas no fueron fáciles para mí.
Ahora que esta crisis no se sabe si va a terminar o va a continuar de otro modo, pero no bueno, que una generación ya está perdida, que el horizonte que siempre habíamos visto, más o menos negro, ha desaparecido, y no hay nada en su lugar, yo, que en el fondo soy una egoísta redomada, me alegro de no tener la vida por delante, porque aunque diga que mi vida ha sido dura, me lo he pasado muy bien también. He sido más cigarra que hormiga, y no me arrepiento, pues tengo conocidos y amigos ahorradores y mucha gente que se ha pasado toda la vida acumulando, que ahora ve que todo esto se le escapa, se le volatiliza delante de sus ojos. Yo al menos, y como con un presentimiento incesante, he gastado el dinero alegremente y me lo he pasado pipa. Ahora ya estoy a verlas venir, que decía mi padre, y que como todo buen andaluz, en el fondo era un filósofo.
A verlas venir, procurando no hacer daño a nadie. Lo he intentado siempre, esto último, y me gustaría haberlo conseguido, pero me parece que no.
Esto se parece cada vez más a un epitafio o cosa parecida, y no me gusta. Yo aún estoy muy viva, pero la vida me ha enseñado algo muy importante, y es que, vengan como vengan las cosas, detrás de todo, está la alegría. Porque la alegría verdadera no es la que proporcionan las cosas, sino la que nos inventamos cada uno en el día a día, aunque a veces cueste.
Después de este sermoncito, los que hayan leido todo lo que he puesto, -que serán pocos, me temo-, piensen que aunque vengan mal dadas, detrás de todo está la alegría.Y esta alegría no es la que proporcionan las cosas, sino la que nos fabricamos nosotros mismos dentro. Y que siempre, en un lugar de la tierra, a veces muy apartado pero nunca inaccesible,hay una palmera en una playa (o pino, o jacaranda..) debajo de la cual tumbarse y escuchar las olas y pensar que este gran misterio que es la vida nos puede proporcionar aún alegrías y más de una sorpresa.

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