domingo, 30 de diciembre de 2012

La noche triste

        by Christian Crossing-Taylor   
CN Pedro de Alvarado 217x300 La Noche Triste
Pedro de Alvarado
Antes de la Batalla de Otumba y la Conquista de Tenochtitlán, el 30 de junio de 1520 ocurrió lo que se llamó la Noche Triste, no sólo por la cantidad de gente que murió y que iba a morir a partir de entonces sino porque, según los escritos de Bernal Díaz del Castillo, López de Gómara y Francisco de Aguilar, Cortés no pudo resistir la tentación de echarse a llorar a cántaros tras el fatídico episodio, ante lo que significaba la pérdida de decenas de amigos, veintenas de conocidos y 600 cristianos (más de la mitad de la hueste de Cortés), por no contar con el fallecimiento de más de 800 tlaxcaltecas aliados. Todas estas cifras pertenecen al mismo día lluvioso de 1520, en el que los españoles decidieron escapar de la capital del Imperio Azteca para llegar al territorio aliado de Tlaxcala, ante los rumores de que los aztecas estaban preparando un asalto al cuartel español durante una celebración nocturna.

Está claro que una matanza de dichas características no ocurre porque sí. Hernán Cortés no destacaba por su humildad precisamente, ya había desobedecido las órdenes de Diego Velázquez, Gobernador de Cuba, pues éste sólo pretendía formalizar acuerdos comerciales con la dirigencia local que garantizasen la exclusividad de España. Evidentemente, las ideas de Cortés eran otras.
Sin embargo no fue él sólo quien cometió todos los errores que causaron la noche triste, deberíamos añadir a Pedro de Alvarado, el alto y guapo caballero español con encanto personal, que ante lo que aparentaba ser todo un señor se escondía un otro yo, un ser extrepitosamente sanguinario. Su táctica bélica favorita era la de atacar primero, una especie de Guerra Preventiva de la actualidad, en la que uno ataca a otro sólo porque desconfía de él o cree que posee “armas de destrucción masiva”.
El caso es que el gobernador de Cuba, harto de las pretensiones de Cortés, envió a un grupo de soldados al mando de Pánfilo de Narváez para acabar con las intenciones de Hernán.

Cortés, sabedor de que venían a por él, dejó el cuartel instalado en Tenochtitlán en manos de Alvarado con 140 hombres, y marchó hacia el Este con otros 70 para combatir a Pánfilo. Por su lado Moctezuma, Emperador de México, había sido capturado por los españoles, que lo trataron con su debido respeto aunque manteniéndolo siempre bajo vigilancia en el cuartel. Montezuma avisó a Cortés antes de irse que con un simple gesto podría hacer que todo el Imperio se alzase en armas, y que lo mejor que podía hacer era irse del lugar. Cortés, aún teniéndolo en cuenta, debía asegurar primero su presencia en el territorio aplastando a los que venían de Cuba a por él. Y así lo hizo.
Cuando regresó a Tenochtitlán descubrió que Alvarado había atacado a más de 600 nobles aztecas durante una danza celebrativa, y que posteriormente todo el pueblo se rebeló en armas. En las entradas del Imperio azteca trataron amablemente a Cortés, para hacerle pensar que realmente no se había rebelado, pero la intención azteca era la de atraer a todos los españoles hacia el centro de la ciudad, para luego asediarlos y matarlos a todos, así pudiendo sacarles el corazón y realizar sacrificios.
Cortés trató de bajar los ánimos bélicos de los aztecas sacando al propio Montezuma  a decir unas palabras pero los guerreros, al ver la complicidad entre su emperador y los conquitadores, decidieron apedrearle a él también, así causándole un gran golpe de piedra en la cabeza, por el que tuvo que ser retirado.
Alvarado
A partir de aquí empieza la retirada forzosa de los españoles hacia territorio aliado, y la sed de venganza de los aztecas. Pudiendo escapar de la ciudad, los aztecas lograron pararles en Otumba, batalla en la que Cortés demostró su capacidad militar acabando primero con los generales más importantes de los aztecas, para que sus tropas se desmoralizaran. Tras esta batalla, y con los españoles en territorio aliado, se preparó la conquista de Tenochtitlán que acabaría finalmente con el imperio azteca..
 
Hernán Cortés
 
 

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tradiciones mallorquinas de Navidad

 Por Nochebuena, que en los países de habla catalana se llama Nit de Nadal (Noche de Navidad), es costumbre en las iglesias que un chico a una chica canten "·El canto de la Sibila". Antes solo lo hacían niños, pero ahora se han modernizado y ya lo hacen chicas. Se trata de un canto muy antiguo (no sé si en otra parte del Mediterráneo se canta también) que representa a la Sibila de Cumas cantando el Apocalipsis.  Bueno, la verdad no sé si es la de Cumas o la de otra parte, pero es una sibila.


Las "neules" son estos redondeles de papel hechos con tijeras que se cuelgan en las iglesias mallorquinas por Navidad. Las suelen hacer monjas, pero también hay mujeres mayores, sobre todo de los pueblos, que son unas artistas con papel y tijera.

El inocente

Pista: El inocente es el más pobre de todos.

La honradez ¿Es una inocentada?

 
Ayer, día de los Inocentes, un barrendero  municipal que estaba limpiando a manguerazos una calle de Palma, vio con sorpresa e incredulidad cómo de debajo de un container de basura salían billetes a mansalva. Se acercó, los recogió y vio que también había un sobre con más billetes. En total, unos 10.000 euros. El hombre, ni corto ni perezoso, fué a llevarlos a la Policía, que, como era el día que era pensaron que se trataba de una broma y que los billetes eran falsos. Pero no. Los pasaron por la maquinita y eran todos de curso legal. Como en el sobre venía el nombre del banco y los datos del cliente, los polis pudieron ponerse en contacto con quien los había perdido, que, cuando le dijeron que habían sido hallados, no se lo podía creer. Era un hombre mayor , que los había sacado esa misma mañana para una hija suya y los había perdido. Se echó a llorar y dijo que no pensaba que aún hubiera gente honrada, como ese barrendero. Que era un milagro, y que quería que le dieran su teléfono para agradecerle su rasgo y darle una remuneración.
Desde luego, lo del barrendero no es moco de pavo ni ala de moscardón. A lo mejor el hombre pensó que quien los había perdido los necesitaba más que él, que al menos tenía un trabajo, aunque no fuera finolis. Pobre pero honrado.
Esto me recuerda una cosa que me pasó a mí hace años, cuando trabajaba en la Oficina de Turismo del Aeropuerto. Una tarde me metí en un lavabo de munisválidos -los que trabajan allí siempre van a éstos, pues suelen estar siempre vacíos y son mucho más anchos y cómodos-, y vi que había allí una cartera de piel negra, grande. La abrí y me encontré con una fortuna: En dólares y marcos había un par o tres de millones, y tropecientas tarjetas de crédito de todo el mundo. O sea que el propietari@ era un ricach@ de aúpa. Yo, en la intimidad del WC, me senté tranquilamente (ya pueden figurarse dónde) y lo miré todo bien, con la esperanza de que no figurara el nombre del propietario, pues mi codicia se había despèrtado ante aquel despliegue obsceno  de riqueza. Pero no, el nombre del feliz propietario figuraba por todas partes, y aunque se tratase de un cochino capitalista yanqui, en conciencia no me podía quedar con todo aquello. Tuve hasta la tentación de quedarme con el dinero líquido, pero como mi padre me había educado así, fuí con mi botín a la Comisaria de Policía, que estaba allí  mismo. Los polis lo volvieron a contar todo delante mío, y había aún más de lo que me había parecido. Estaban estupefactos.
Entonces, -no habían pasado ni diez minutos-que entra un tipo chulesco con aire macarra y yanki a más no poder. Todos comprendimos que era el dueño del tesoro. Venía con toda tranquilidad. No se le veía sudoroso ni angustiado, como hubiese sido lo normal. Como si hubiese perdido la gorra, vamos. Se identificó y le dieron el maletín con todo su contenido. Comprobó que no faltaba nada, y se largó. La Policía le dijo que yo: "-Esta señora ha sido quien ha encontrado su cartera y nos la ha traído". El hombre me miró con infinito desprecio, luego miró un bolso que llevaba ese día, que era un Kelly de Hermès, y les dijo a los maderos:
"-Con un bolso así, no necesita recompensas".
Los polis se quedaron sin entender nada, y yo no les dí ninguna explicación, sino que me fuí con el rabo entre piernas. Cómo les iba a explicar a los amables funcionarios de la seguridad que yo no era rica, pero que tenía la manía de comprarme bolsos estupendos, y que lo que otras se gastaban en chucherías menos evidentes yo lo hacía comprándome un bolso que solo yo sabía (y el puto yanki) lo que me había costado.
Ahora ya no puedo autorregalarme este tipo de caprichos, pero entonces, con mi sueldo de jefa de la OIT sí. Y de vez en cuando lo hacía. Y los tengo, y los tendré toda la vida, casi con seguridad. Pero entonces me hubieran venido de pm unos de los billetitos que tanto parecía despreciar el usaco.
 Pero explicar estas peripecias con la que está cayendo me parece de muy mal gusto. Disculpen los lectores, pero es que yo soy una nueva pobre, y he conocido tiempos mejores.


La muerte de Carlos

Mi primo Carlos parecía un Cristo venteañero, con su pelo largo y oscuro, su tez blanca y sus ojos azules. Murió después de tres intentonas. En la primera, quiso suicidarse prendiendo fuego a su habitación, pero no salió bien porque su familia vió el humo y olió a quemado, derribaron la puerta y lo sacaron. La segunda intentó estrellarse con un coche contra un árbol, pero aunque el coche quedó destrozado él no se llevó ni un rasguño. La tercera fué la vencida. Antes de acostarse se tomó todas las pastillas antidepresivas, tranquilizantes y somniferos que tenía en la mesilla de noche.. A la mañana siguiente lo encontraron muerto y frío en su cama. Sus padres dijeron que había sido que se había tomado la medicación de la noche dos veces, pero no me lo creí, porque eso no basta ni mucho menos para morirse. Y no comprendo por qué la gente se escandaliza de sus parientes suicidas. Si para Carlos la vida era insoportable, era su vida y podía hacer con ella lo que quisiera.
Espero que esto no lo lean mis familiares, no quisiera hacerles daño o que se enfadasen conmigo.
Pero es que he pensado mucho en Carlos. Lo conocí en Sevilla, en casa de la abuela, y me impresionó su rostro de joven triste y bueno, como un Cristo veinteañero.
La enfermedad y la droga se lo llevaron por delante. Nuestra generación ha sido muy conflictiva, no así la de nuestros padres, que eran todos sanísimos. Pobre Carlos, vivió poco y mal. Sus hermanos fueron saliendo, y yo dando tumbos. Nunca probé drogas, pero siempre estuve un poco pirada.


Carlos, pienso mucho en tí. Ojalá descanses en paz, tu hiciste lo que podías.

Para reír


        

        

DOS ESPERMATOZOIDES

Le dice un espermatozoide a otro:
- Oye tío, ¿sabes si falta mucho para llegar al ovario?.
Y el otro le contesta:
- Una barbaridad. ¡Todavía vamos por la garganta!.
     
  
SUICIDIO

- ¿Por qué se suicidó el libro de matemáticas?.
- Porque tenia muchos problemas.
     
CABEZA DE CERDO

Entra una señora en la carnicería y dice:
- Deme esa cabeza de cerdo de allí.
Y contesta el carnicero:
- Perdone señora, pero eso es un espejo.
 
 
DESDE LOS 4 AÑOS

- ¿Sabes que mi hermano anda en bicicleta desde los cuatro años?.
- Mmm, pues ya debe estar lejos.
POBRE HOMBRE

- Mamá, mamá; papá quiere tirarse de la azotea.
- Dile a tu padre que lo que le he puesto son dos cuernos, no dos alas.
QUÉ GUAPO

- Papá, ¿qué se siente tener un hijo tan guapo?.
- No sé hijo, pregúntale a tu abuelo...
     
    
TELEPATÍA

Definición de telepatía: aparato de TV para la hermana de mi mamá.
 
 
CAÍDA

- ¿Sabes que el otro día se cayó mi madre por el balcón y ahora está en el cielo?.
- Pues, ¡cómo rebota tu vieja!.
  
    
PARECIDO

¿En qué se parecen una partida de cartas y la masturbación?
En que si tienes una buena mano no importa lo que haga tu pareja.
 
  
    
TONTERÍA

- Hola, ¿esta Félix?.
- No, estoy tristex


.Avisos y pedidos divertidos

Busco departamento con balcón. Preguntar por Srta. Julieta.
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Monje nudista busca diosas para formar un nuevo culto.
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jueves, 27 de diciembre de 2012

Calefacción central: Siglo I, Roma

Hubo un tiempo en que el fuego del hogar y no el tubo de rayos catódicos era el corazón de cada casa. Y aunque pueda parecer que los aparatos de rayos catódicos, como la televisión, los videojuegos y los ordenadores personales , distinguen la casa moderna de la antigua, en realidad no es así.

La diferencia radica en dos servicios tan básicos y tan comunes, que hemos terminado por no acordarles ninguna importancia. ..hasta que nos vemos privados de ellos por un apagón o por una avería en la caldera. Se trata, desde luego, de la corriente eléctrica y de la calefacción central. Surge un problema con ellas, y de poco sirven las demás comodidades del hogar moderno.

En los comienzos de la era cristiana, los ingenieros romanos crearon el primer sistema de calefacción central: El hipocausto. El estadista y filósofo estoico Séneca escribió que varias residencias de patricios poseían"tubos incrustados en las paredes para dirigir y distribuir por toda la casa un calor suave y regular." Los tubos eran de barro cocido y conducían el aire caliente a partir de un fuego de leña o carbón que ardía en el sótano. Se han descubierto restos arqueológicos de  sistemas de hipocausto en diferentes lugares de Europa que pertenecieron el Imperio Romano.
Las ventajas de la calefacción por radiación solo estaban al alcance de la nobleza, y con la caída del Imperio el hipocausto desapareció durante siglos. Durante los primeros siglos de la Edad Media la gente se calentaba recurriendo a los métodos toscos que había utilizado el hombre primitivo: Reuniéndose alrededor de una hoguera y envolviéndose en gruesas capas de tela o piel.

En el s. XI adquirieron papularidad los grandes hogares situados en el centro de las vastas salas de los castillos , castigadas por las corrientes de aire, pero dado que su construcción permitía que el ochenta por ciento del calor escapara chimenea arriba, los moradores se veían obligados a mantenerse muy cerca del fuego. Algunos hogares tenían una gran pared de arcilla y ladrillo a cierta distancia de,las llamas, la cual absorbía calor y volvía a irradiarlo cuando el fuego del hogar empezaba a apagarse. Sin embargo, esta idea tan sensata apenas se puso el práctica hasta el s. XVII.

Un dispositivo más moderno fué empleado para caldear el Louvre, en París, más de un siglo antes que el elegante palacio junto al Sena se convirtiera en museo de arte. En 1642, ingenieros franceses instalaron en una estancia  un sistema de calefacción que aspiraba aire a temperatura ambiente, a través de unas conducciones situadas alrededor de un fuego, y lo devolvía una vez calentado. Pero se formaba así un circuito cerrado que acababa por enrarecer la atmosfera . Pasarían cien años antes de que los inventores empezaran a idear maneras de aspirar aire fresco del exterior para calentarlo.
El primer cambio drástico, en materia de calefacción doméstica, del que se benefició un gran número de personas, llegó a la Europa del s. XVIII con la Revolución industrial.

La energía generada por el vapor y el calor derivado de éste transformaron la sociedad. Cien años después de los primeros experimentos de James Watt, el vapor conducido a través de tuberías calentaba escuelas, tribunales, salas de reuniones, invernaderos y las casas de los más ricos. Las superficies calientes de las tuberías a la vista resecaban el aire, produciendo constantemente un olor a polvo requemado, pero este inconveniente quedaba más que compensado por el reconfortante calor obtenido.

En esta época, había en los USA numerosos hogares provistos de un sistema de calefacción similar al hipocausto romano. Un gran horno de carbón en el sótano enviaba aire caliente a través de una red de tuberías con aberturas en las habitaciones principales. Hacia 1880, el sistema empezó a transformarse para adaptar dispositivos de vapor. El horno de carbón se utilizaba entonces para calentar un depósito de agua y las tuberías que antes canalizaban aire caliente pasaron a conducir vapor y agua caliente hasta unas aberturas conectadas con radiadores.

Enterradora de vivos y muertos









                Cuando yo era niña, era por decir algo, estrambótica. Tenía unas salidas que a veces horrorizaban a mis padres y abuela, con quienes viví hasta mi boda.

                De vez en cuando les decía:”-No hay derecho. Yo voy a tener que enterrar a todo el mundo. Hasta al gato.”

                Esta reflexión, que me apesadumbraba y llevaba encima como una maldición, tenía la virtud de encolerizar a mi madre, que me reñía y me mandaba callar. Luego el tiempo me dio la razón, cosa nada rara, pues yo era allí la más joven.

                Hay chic@s ahora que tienen veinte años y no han visto un muerto en su vida. Yo a esa edad había visto por lo menos media docena, entre parientes y `padres de amigas y otros y además los animales domésticos. Como siempre he sido un monstruo, las muertes de estos últimos eran las que más me dolían. Y es que mis compañeros del alma eran mis perros y gatos. Sobre todo los gatos, pues los perros eran de mis padres, y los gatos solo míos. Con ellos podía llorar sin temor a que se chivasen, y darles todo mi amor y mi ternura.

Jerusalén desde el huerto de los olivos
                Cuando estaba triste a veces cogía el Evangelio y leía los finales, en los que se relataba la detención y tortura de Jesús. Yo no era nada beata, pero es que Jesús, Isa para los musulmanes, me daba una pena tremenda. Lo curioso es que me empezó a dar pena cuando dejé de creer que era Dios. Eso de que Jesús fuese Dios no me acababa de convencer. Así he terminado yo, convirtiéndole al islamismo. Los musulmanes creen que Isa fue un gran profeta. Yo también estoy convencida. Pero desde que le hicieron Dios, pienso yo, le hicieron la puñeta. Que todo un Dios se angustiase y llorase como lo hizo él en el huerto de los Olivos, no me parecía de recibo.Y como pensaba que era Dios, no me daba ninguna lástima. Después, muchos mártires en el circo de Roma morían felices y cantando, hasta que eran devorados por las fieras. En cambio Jesús tenía miedo. El no deseaba morir.        Estaba realmente asustado, y cuando sudaba sangre esperando a los romanos que vendrían a por él, sus discípulos se durmieron a pierna suelta, cosa que dolió a su rabbí. Les reprochó: “¿Es que no habéis podido velar ni una media hora conmigo?”. Tenía razón. Y es que se los pisaban. Sabían tan bien como él que aquello iba a terminar fatal –incluso Jesús, el día antes les había dicho que comprasen espadas para defenderse, cosa que los curas pasan de puntillas, pero que está en los Evangelios-. Luego se retractó y dijo aquello de que “El que a espada mata, a espada muere”.              Pero era verdad, y en los textos cristianos figura que San Pedro, con su espada, le cortó una oreja a un romano. No era normal que un “civil” se pasease por Judea con espada en una colonia del Imperio Romano.

                Cuando se sufre y se está solo, el sufrimiento es mucho más grande. Y los discípulos de Isa eran unos inútiles.

                La mayoría de los santos canonizados por la Iglesia tenían más valor y entereza, pero Jesús estaba aterrado. Y no es para menos. No recuerdo qué escritor o filósofo dijo que “Jesús era el Dios más grande inventado por los hombres”.Ni Zeus, ni Krihsna, ni ninguna otra deidad mostró nunca el menor temor. Desde luego, los que divinizaron a Jesús son dignos de admiración. Pero estas debilidades son las que lo hacen más simpático.

                Yo ya no recuerdo por qué he empezado esto. A veces, cuando estoy triste lo único que me salva es eso, venir al ordenata y escribir.

                Jesús estaba solo, siempre lo estuvo. Se llevaba mal con su familia, que no le entendía, y sus discípulos le querían, sí, pero a su manera. Y no le entendían en absoluto. Es raro que ningún teólogo (al menos yo no lo conozco) no haya hecho una tesis sobre la soledad de Isa bin Mariam.

                Una cosa que le alabo a los musulmanes y siempre lo he hecho, aún antes de ser una de ellos, es la intolerancia hacia la representación de la figura del Profeta. Recuerdo que en el colegio nos vendían unas estampitas horrorosas, en las que Jesús estaba representado por un ser cursi y almibarado, de tirabuzones rubios, labios rojos  y ojos azules. Pero qué barbaridad.Me ponía furiosa. Después se han corregido, pero aquellas imágenes me parecían un horror y hasta incluso un pecado.

                Mi padre, que también  estaba bastante solo y además era andaluz, me cantaba cuando niña, con su bonita voz una canción que pongo aquí en una versión modernizada pero que me parece muy aceptable. Es “Juan Simón el Enterrador”. También otro hombre solo, al perder su corazón.

                Y es que los humanos estamos muy solos, desde que nacemos hasta que morimos.

                A veces me ha llamado la atención el eterno posesivo que pesa sobre la muerte de cada uno. Se dice “la muerte ‘de’ mi padre”, o “la muerte ‘de’ Miguel”, o ‘mi’ muerte. Y es que es una e intransferible para cada uno de los que habitamos esta tierra , personas y animales. Cada uno lleva a cuestas su propia muerte, además de las de sus seres queridos, personas y animales, y este peso lo llevaremos hasta que exhalemos nuestro último suspiro, esperando con él llegar a alguna lejana y extraña tierra de promisión.

                Ay Dios.


Ygdrasil en la mitología escandinava



El árbol cósmico Yggdrasil es, en cierta forma, el “armazón del mundo” para la mitología escandinava. Yggdrasil, alberga los nueve mundos en los que se divide el Universo. Cada uno de estos universos se caracterizan dependiendo de las características de sus habitantes.

 Los Nueve Mundos están repartidos según niveles. Nosotros te los vamos a presentar desde el nivel más alto hasta el nivel más bajo.

Yggdrasil, los nueve mundos

Los mundos del nivel más alto son:

  • Asgard o Gotheim, el reino de los dioses Ases o Aesir. Allí encontramos Walhalla, la morada de Odin. Cada dios posee una morada diferente. Asgard está conectado con Midgard, el reino de los hombres mediante el puente arcoíris llamado Bifrost que está vigilado por el dios Heimdall.
  • Vanaheim, el reino de los dioses Vanir.
  • Ljösalfheim o  Alfheim, la Tierra de los elfos de luz.

Al nivel central encontramos los siguientes mundos:

  • Midgard o Mannheim, el mundo de los hombres.
  • Jötunheim o Utgard, es el reino de los gigantes.
  • Svartalfheim, es el reino de los enanos y de los elfos negros.

Y ya por último, y a nivel más bajo, encontramos los mundos de…

  • Niflheim, el mundo del hielo y de las brumas.
  • Muspellheim, el mundo del fuego.
  • Helheim, el dominio de los muertos.

Una saga es una leyenda escandinava o Cómo cambian de significado las cosas

Odín, haciendo no se sabe bien qué

Ygdrasil, el árbol sagrado

Dioses y vikingos haciendo el bestia

Freya, diosa guerrera

La diosa  Freya, con su carro tirado por gatos del Bosque de Noruega (como mi Loli)
Una saga es una leyenda escandinava. Y no hay más. Pero desde que en la TV pusieron aquella estúpida serie llama "La saga de los Forsythe", a todo el mundo se le ha quedado que "saga" es la historia de una familia, y ya no solo usan esta palabra la gente un poco lerda, sino que incluso lo dicen en los medios de comunicación. Y nadie o casi sabe su verdadero y primigenio significado.

Dichos españoles

  • La ocasión la pintan calva

Es dicho muy antiguo, aunque inexacto. Los romanos tenían una diosa llamada Ocasión, a la que pintaban como mujer hermosa, enteramente desnuda, puesta de puntillas sobre una rueda, y con alas en la espalda o en los pies, para indicar que las ocasiones buenas pasan rápidamente. Representaban a esta diosa con la cabeza adornada en torno de la frente con abundante cabellera y enteramente calva por detrás, para expresar la imposibilidad de asir por los pelos a las ocasiones después que han pasado, y la facilidad de asirse a ellas cuando se las espera de frente.
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Cabeza de turco: Es la persona a la que se hace blanco de acusaciones por cualquier motivo. La expresión alude al tiempo de las Cruzadas, en el que los turcos eran víctimas del odio de todos los cristianos, que sentían una especial preferencia por cortar sus cabezas.


Caérsele los anillos: Ser poco afecto a colaborar con los demás, sobre todo en el trabajo físico, eludir la responsabilidad.

Cada loco con su tema: Frase que sirve para explicar el apego que cada uno tiene por su propio parecer, al igual que los locos que, por lo general, disparatan sobre un tema que es su obsesión. Antiguamente, solían terminar la frase con ... y cada lobo por su senda.

Cada maestrito con su librito: Frase usada para justificar la disparidad de criterio en el cumplimiento de un mismo objetivo. En la vida, todos tenemos un método para desarrollar nuestras actividades.

Cada muerte de obispo: Muy esporádicamente, de vez en cuando, en alusión a la longevidad de los prelados, que suelen vivir muchos años y, por otra parte, los obispos no suelen ser jóvenes, de ahí lo de su larga vida.

Caerse del nido: Descubrir una verdad a destiempo; ser ingenuo, como los polluelos que por inexperiencia, suelen caer de lo alto, al desprenderse del nido. Caerse la venda de los ojos: Desengañarse, descubrir la verdad acerca de una persona o situación, sobre todo cuando lo que se descubre es negativo para uno. Caiga quien caiga: Es una de las frases más amenazantes que existen en todas las lenguas.

Calavera no chilla: Significa que la persona que gusta de la diversión exagerada y la vida disipada no debe quejarse de las consecuencias de su forma de vida. "Calavera", en sentido figurado, es el hombre de poco juicio dado al libertinaje. Calumniad, calumniad, que algo quedará: Frase que algunos atribuyen a Voltaire y que el escritor Beaumarchais habría incluido en su obra El Barbero de Sevilla. La expresión sostiene que cuando se insiste en la difamación, con el tiempo se logra instalar la duda en la sociedad.

Cambiar de chaqueta: Algunos adjudican el origen de este curioso dicho al duque de Saboya, Carlos Manuel I, quien solía alternar sus simpatías por Francia y por España usando un jubón (prenda antigua ajustada que cubría desde los hombros hasta la cintura) de color rojo de un lado y blanco del otro. Pero lo cierto es que, con motivo de las guerras de religión promovidas por la Reforma Luterana, se hizo usual que los adversarios de cada bando (papistas y luteranos), para distinguirse de sus oponentes, vistiesen casaca y jubón de aspectos bien diferenciados. Debido a que, por lo general, el forro de estas prendas era de color distinto al de la tela, en determinadas circunstancias los parciales de una y otra facción, ya sea para desorientar al adversario o para hacerse pasar por uno de ellos, daban vuelta la casaca. Esta treta hizo acuñar, con el tiempo, la expresión cambiar la chaqueta que con el transcurso de los años comenzó a ser usada -con sentido análogo- para criticar a quien de acuerdo con las circunstancias cambia repentinamente de opinión o actitud política, en otras palabras, se convierte en un "tránsfuga" (verdadero significado de esta palabra).


Cantar las cuarenta: Desahogarse con alguien, diciéndole lo que piensa, aun cuando moleste al destinatario. El origen es el juego de naipes conocido con el nombre de "tute", en el que se llama las cuarenta al número de puntos del que reúne el caballo y el rey de un mismo palo, lo que motiva que su poseedor esté obligado a "cantarlas".

Cargar con el mochuelo: En los últimos años, se han difundido en la Argentina innumerables cuentos que tienen por protagonistas a integrantes de la colectividad gallega, a quienes se endilga una marcada falta de inteligencia, lo mismo que su poco apego a las costumbres higiénicas, en contraposición con la noticia -ignorada por muchas personas- de que el lenguaje gallego fue el primer romance (lengua derivada del latín) que se habló a la perfección. De todas formas, esos relatos, que por lo general son originarios de estas latitudes, no lo son en cuanto a la originalidad de la idea, ya que el dicho que ahora nos ocupa procede de la propia España. Cuentan que dos jóvenes -uno andaluz y otro gallego- entraron cierta vez a una posada y pidieron al dueño del lugar algo para cenar. Como el mesonero les dijo que sólo disponía de una perdiz y un mochuelo (especie de ave rapaz nocturna de carne muy dura y poco sabrosa), el andaluz -que llevaba la voz cantante- se apresuró a decir que los trajese y que ellos se encargarían de distribuir equitativamente las presas. Una vez frente a las aves cocinadas, el andaluz dijo al gallego: -Elige, hermano, puesto que la cosa es clara: o tú te comes el mochuelo y yo la perdiz o yo me como la perdiz y tú te cargas el mochuelo. Abrumado por tan "original" alternativa, el ingenuo gallego se tuvo que comer el mochuelo mientras el avivado andaluz daba cuenta de la sabrosa perdiz. Desde entonces, el dicho se usa para calificar todo asunto o trabajo enojoso y difícil que recae sobre alguien en contra de su voluntad, sobre todo si éste ha sido engañado.



Mochueletes

Cargar con el muerto: Según las leyes medievales, cuando en la jurisdicción de una localidad era hallado el cuerpo de alguna persona muerta en circunstancias extrañas, si no era posible determinar la identidad del homicida, el pueblo donde había sido encontrado el cuerpo estaba obligado a pagar una multa llamada homicidium u omecillo. A causa de esto, y con el fin de eludir el pago de la multa, cuando se hallaba un muerto en las calles, los habitantes del pueblo en cuestión se apresuraban y, de común acuerdo, levantaban el cuerpo y lo trasladaban a alguna localidad vecina, de manera que la responsabilidad del crimen recayera sobre ésta y, en consecuencia, fuera ella la que debiera hacerse responsable de pagar la multa correspondiente. Con el tiempo, el dicho comenzó a aplicarse -en sentido figurado- como equivalente de la pretensión de descargar sobre otro la culpa por algún delito o falta cometida. En la actualidad, el dicho cargar con el muerto conserva el mismo valor, aunque suele aplicárselo, preferentemente, para referir a la responsabilidad que le cabe a alguien en el pago de alguna deuda, sobre todo cuando se trata de cuentas impagas o difíciles de saldar, como cuando solemos decir -luego de una reunión de numerosos comensales-: "Y ahora... ¿quién levanta este muerto?

Caro como aceite de Aparicio: Todo aquello cuyo coste es muy subido de precio o abusivo se dice que es caro como aceite de Aparicio.
El aceite de Aparicio es una preparación medicinal para curar las llagas y heridas inventada en el siglo XVI por Aparicio de Zubia. El alto precio de esta pócima no se correlacionaba con el coste real ni la dificultad para hallar sus ingredientes: aceite de oliva, hipérico, romero, lombrices de tierra, trementina y resina de enebro, incienso y almáciga en polvo. Quizás la fórmula permaneció en secreto y fue explotada en exclusiva por el inventor de este aceite curativo. 
 
¡Chocolate por la noticia!: Frase irónica con la que se pretende descalificar a quien afirma algo que ya todos conocen, ya sea porque es un hecho consabido o bien, porque llegó tarde con la noticia.

¡Chúpate esa!: Exclamación de réplica cuando uno contesta algo que sorprende y desagrada a alguien, sobre todo por lo justo e inesperado de la respuesta. Entre nosotros, la frase originariamente era ¡chúpate esa mandarina!, indudablemente, una curiosidad idiomática porque, entre nosotros, es más habitual que alguien chupe una naranja y no una mandarina.

Clavar a alguien: Dejar plantada a una persona, ya sea esperando en una cita o despojándolo de algo que esa persona merecía. El origen es la práctica delictiva de los antiguos salteadores de camino que se ofrecían para clavarles las herraduras a los forasteros, pero lo hacían dejando algunos clavos flojos, para luego -cuando estos se detenían- asaltarlos y robarles las pertenencias.

Colgar el Sanbenito: Entre los antiguos usos de la Iglesia primitiva y después, durante los tiempos de la Inquisición, a los penitentes que lloraban sus culpas y mostraban arrepentimiento, se les daba una vela de cera y se los arropaba con una especie de saco de lana que, previamente, había sido bendecido por el sacerdote o párroco del lugar. De ahí, que a esa prenda se le llamase saco bendito, denominación que más tarde, derivó en las formas san bendito y, finalmente, sambenito. Este hábito -que, en realidad, era una réplica del saco de penitencia usado por los penitentes de la Iglesia primitiva- consistía en una especie de escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés, llamas de fuego y otros jeroglíficos estampados en la superficie. Pero, respecto de la etimología de la palabra, hay quienes sostienen que proviene del nombre de San Benito, cuyo significado pasó por designar primero al "escapulario benedictino", luego al "escapulario que se ponía a los condenados por la Inquisición" y finalmente, "signo de infamia". El objetivo de penitencia de este atuendo dio origen al dicho popular cargar o colgar a uno el sambenito, con el que se expresa el acto de echar sobre alguien una culpa que no merece, como cuando decimos comerse un marrón, en alusión a idéntica situación.


Colgar la galleta: Dejar plantado a alguien, particularmente referido a la relación amorosa, cuando uno de los integrantes de la pareja abandona al otro.

Comer de gorra: Este dicho nos remonta a la época en que los estudiantes vestían de capa y gorra. Y sucedía que, como buenos estudiantes, eran dueños de un apetito voraz a causa del tremendo desgaste que significaba responder a las exigencias de las universidades de entonces. Sumado a esto, como muchos de ellos provenían de lugares distantes de las grandes ciudades a las que acudían en busca de la excelencia educativa, no tenían dónde recurrir cuando sus hambrunas eran insostenibles. Por eso, debían agudizar su ingenio y acudir a picardías propias de la edad para poder llevarse algo al estómago. Uno de los recursos era meterse "de colado" en las fiestas de bautismos, cumpleaños o casamientos importantes, repartiendo reverencias y ceremoniosos gorrazos (saludos hechos con la gorra) y permaneciendo mudos y aislados durante la celebración para no ser detectados por los anfitriones, pero dando cuenta de los apetitosos manjares que se servían en la ocasión. De ahí, que a esta clase de "invitados" se les llamase despectivamente capigorrones, de donde -por analogía- surgió la expresión comer de gorra, en alusión al hecho de poder hacerlo merced a los saludos realizados con ese elemento. Mucho tiempo después, en este siglo, comenzaron a pulular cantantes e instrumentistas populares que realizaban su actuación en la vía pública y que recogían la limosna dada por los transeúntes, en un sombrero o gorra que depositaban en el suelo.

Como el maestro Ciruela: Frase con la que se censura a quien habla magistralmente u opina sobre una cosa de la que no entiende. La locución completa habría sido originalmente como el maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela, incluso se dice que en un tiempo, pudo haber sido como el maestro de Siruela... en relación con el nombre de un pueblo de Badajoz, provincia española cercana a la frontera portuguesa, sin otra intención que la rima con la palabra "escuela".

Como Pancho por su casa: Hacer algo con total libertad. Originariamente, la frase era como Pedro por su casa, proveniente de la locución entrarse como Pedro por Huesca, en alusión a la toma de esa ciudad por el rey aragonés Pedro.

Como Pedro por su casa: Esta comparación se utiliza cuando alguien se conduce en casa ajena con tanta familiaridad y soltura como en la suya propia.
Quién fue el tal Pedro al que alude el dicho, se desconoce. En Aragón (España) se escucha una versión que dice: 'entrase como Pedro por Huesca'. Aquí sí se reconoce al personaje, que no es otro que Pedro I de Aragón (1070-1104), que en 1095 reanudó el sitio impuesto a Huesca por Sancho I.
No obstante, es posible que la frase original fuera 'entrarse como por su casa', pero que luego se modificaría añadiéndole el Pedro. 
 
Como quien no quiere la cosa: Con disimulo, como si uno no quisiera conseguir lo que realmente pretende.

Como quien oye llover: Sin interés, sin prestarle demasiada atención. La lluvia se oye, es decir, "se percibe con el oído" (sobre todo, el que está protegido de la lluvia), a diferencia de aquello que se escucha, es decir, "se oye con atención". Compás de espera: Silencio, corto tiempo que uno se toma para analizar una situación. Lo de compás procede de la simbología musical.
Con amigos así... ¡quién necesita enemigos?: Es una crítica a los que uno suponía amigos de verdad, pero en los momentos cruciales demuestran que no lo son. Por eso, la frase expresa la referencia a los enemigos.

Con azúcar está peor: Si bien no es un dicho muy popular entre nosotros, su origen no deja de ser una curiosidad muy pintoresca. Cuentan que el célebre músico navarro don Juan Emilio Arrieta -para entonces director del Conservatorio madrileño- se hospedaba en una pensión de la calle llamada "del Desengaño", de cuyo baño salía continuamente un olor nauseabundo. El músico se quejaba reiteradamente ante la dueña y la instaba a que solucionara tan desagradable situación, hasta que un día, al entrar en la casa, don Arrieta advirtió que el olor aunque distinto- resultaba aún más insoportable y repugnante que el anterior, por lo que preguntó a la dueña. -¡Pero, doña Blasa! ¿Qué ha hecho usted? -¿Qué he hecho?- repuso dolida la patrona. -¿Todavía no está usted satisfecho, don Juan? Pues, sepa que me la pasé toda la mañana quemando azúcar. A lo que el músico respondió: -¡Ay, doña Blasa! ¡Con azúcar está peor! Esta salida de don Arrieta fue tan festejada que ha quedado en el lenguaje coloquial de España para dar a entender que ciertos remedios, a veces, dan resultados contraproducentes, de manera que en lugar de mejorar las cosas, las agravan y empeoran.

Con bombos y platillos: Con mucho ruido, como cuando se da a conocer una noticia muy importante.

Con la cola entre las patas: Es la típica forma de huir que tienen la mayoría de los perros, manteniendo el rabo metido entre las patas traseras. Se aplica a la persona que abandona un lugar totalmente humillado.

Con la soga al cuello: Pasando un momento de apremio, amenazado de un riesgo grave, como cuando el ahorcado se siente a punto de morir, debido a que la soga que le rodea el cuello comienza a apretar.

Con las glorias se olvidan las memorias: El que llega a lo más alto en una profesión suele olvidar a los amigos y los beneficios recibidos para alcanzar ese logro.

Con las manos en la masa: Sorprender a alguien en el momento de cometer un delito o, simplemente, una acción prohibida. Equivale a la expresión in fraganti y es una comparación con el hecho de estar preparando una masa (harina, agua y sal). Con una mano atrás y otra adelante: Alude a la pobreza y a la miseria, por las que a una persona sólo le quedan sus manos para cubrir su desnudez.

Consultar con la almohada: Meditar el tiempo necesario antes de concretar un negocio o de tomar una decisión crucial, referido obviamente a las horas de la noche, cuando uno se acuesta y antes de dormirse, reflexiona sobre cuestiones de su vida.

Contigo pan y cebolla: Es una frase propia de la relación amorosa, por la que se manifiesta que, por el solo hecho de estar juntas, dos personas se conforman -metafóricamente- con comer únicamente estos dos elementos, que suelen ser baratos para cualquier bolsillo.

Contra viento y marea: Luchar contra la adversidad, comparando la acción con la lucha del marino que se enfrenta una tempestad en la que tiene en contra al viento y a la marea.

Correr con el caballo del comisario: Contar con ayuda oficial para obtener resultados positivos en algún asunto. En las antiguas carreras de caballos (cuadreras) había una de las competencias dedicada al comisario del pueblo, cuyo caballo invariablemente "ganaba" la prueba.

Cortados por la misma tijera: Expresión familiar que se aplica a dos personas de idéntico carácter y del mismo parecer, que suelen compartir defectos y virtudes, al igual que las telas cortadas juntas por el mismo patrón o molde.

Cortar el bacalao: Ser el que manda en una sociedad o cualquier grupo de personas. El bacalao fue, durante mucho tiempo, un elemento básico en la alimentación de los pobres, por eso, la misión de cortarlo era reservada a los jefes de familia.

Cortar por lo sano: Significa erradicar lo malo, lo insano de una cosa. Cuando una planta está enferma, se corta la rama desde la última parte que permanece sana y de esta manera se asegura que lo enfermo será extirpado.

Costar un huevo: Ser algo excesivamente caro, como si al hombre le costara uno de sus testículos, y todos sabemos lo que sentimos al respecto.

Costar un ojo de la cara: Ser algo muy caro, excesivamente costoso, tanto que para pagarlo habría que entregar uno de los ojos.

Costar un triunfo: Lograr algo luego de muchísimo esfuerzo. La expresión está tomada del juego de naipes en donde se llaman triunfos las mejores cartas que permiten ganar una mano.

Creer en los peces de colores: Proviene de la época en que la moda era tener peceras con pececitos de colores y parece ser el resultado de la analogía con el recurso del colonizador español que solía canjear, con los nativos, espejitos de colores por especies de valor.

Cría cuervos que te sacarán los ojos: Es una advertencia a aquellos que, en una profesión o actividad, forman desinteresadamente a sus discípulos o sucesores, sin tener en cuenta que éstos, algún día, pueden traicionarlos para quedarse con sus logros.

Cría fama y échate a dormir: Cuando alguien es conocido por una característica que lo identifica, es difícil librarse de ella. Podría equipararse con la frase genio y figura hasta la sepultura.

Cruzar los dedos: Gesto cabalístico que consiste en cruzar los dedos índices sobre los medios, con el fin de prevenir males o desgracias personales. Suele realizarse este gesto cuando se menciona a una persona ausente cuya presencia no es bien recibida, o bien cuando alguien jura algo en lo que no cree realmente.

Culo de mal asiento: Cuando una persona actúa de forma inconsciente, no se sujeta a un trabajo u ocupación por mucho tiempo, o va de aquí para allá sin rumbo fijo, se dice que tiene un culo de mal asiento.
La expresión alude, no a las posaderas del hombre, sino al culo de las vasijas, que cuando no es totalmente plano hace que aquéllas bailen. 
 
Cuando el gato no está, los ratones se divierten: Habla de la necesidad de estar siempre atento y vigilando a quienes deben cumplir una tarea, porque cuando uno tiene obligaciones, es responsable de que se cumplan.








Cuando el río suena, agua trae: Es obvio que el río trae agua, suene o no, pero la referencia está formulada a avisar a las personas sobre la conveniencia de estar atentas a cualquier advertencia sobre movimientos y cambios que pueden afectar sus posibilidades.

Cuando hay hambre no hay pan duro: Cuando hay necesidad y se pasan momentos de apremio, no debemos exigir lo que exigiríamos en situaciones normales.

Cuando las ranas críen pelos: O sea, nunca. Poca es la posibilidad de que, naturalmente, a las ranas les crezca el vello sobre su piel, por eso, la frase se usa para expresar la escasa (o ninguna) posibilidad de que algo suceda.


Cuando (o donde) menos se piensa salta la liebre: Para cazar liebres, el perro avanza sigilosamente por el campo hasta que, en determinado momento, la presa salta y comienza su huida para evitar ser abatida por el disparo del arma del hombre. Para ello, hay que estar preparado, esperando ese momento. En la vida, sucede lo mismo: debemos estar listos para enfrentar momentos cruciales.

Cuanto más alto subas, más duro será el caer (o más ruido harás cuando caigas): Advertencia para quienes, en su carrera ascendente, se consideran autosuficientes y se vanaglorian de lograr el éxito sin ayuda de otros, sin tener en cuenta que, en el momento del fracaso, el efecto habrá de ser resonante.

Cuanto más pronto, mejor: Para qué demorar los acontecimientos, ya sean buenos o malos. Si son buenos, los disfrutaremos antes; si no lo son, cuanto antes los superemos, mejor.

Cuatro ojos ven más que dos: Las resoluciones consultadas salen mejor. Uno solo puede equivocarse, mientras que más de una persona pueden ver con mayor claridad las dificultades.

Curarse en salud: Ser precavido y cauto para evitar un daño o perjuicio posterior. Hacer algo, antes de verse forzado a cumplirlo.