domingo, 27 de enero de 2013
Joan de Serrallonga
Joan Sala i Serrallonga
(Viladrau, 1592-Barcelona, 1634) Famoso bandolero catalán del primer tercio del siglo XVII, convertido en héroe mítico por la literatura romántica. Joan Sala tomó el apellido Serrallonga de su esposa Margarida, al fijar su residencia en la casa que ésta poseía en Sant Martí de Carós, en las estribaciones del Montseny. En 1622 ciertos problemas con la justicia le convirtieron en fugitivo. Más tarde reunió una partida de hombres con la que se dedicó al bandolerismo y secundó el partido de los nyerros. Su época de máxima actividad fue de 1627 a 1630. Eludió sucesivas persecuciones, lo que le granjeó la admiración popular, pero fue finalmente capturado y ejecutado en Barcelona.
Serrallonga protagonizó la fase más crítica del bandolerismo catalán, coincidente con la crisis que iba ensanchándose entre la monarquía de Felipe IV, gobernada por el conde-duque de Olivares, y las autoridades catalanas, que desembocaría en el alzamiento de 1640. La dialéctica interna del principado de Cataluña entre el ámbito pirenaico (la montaña) y los llanos litorales, que a su vez condicionaban dos formas de vida y dos mentalidades distintas (el mundo feudal y señorial, filofrancés, y el mundo burgués y artesano, mejor identificado con las esencias de la monarquía hispánica), tuvo una plasmación cruenta en el bandolerismo, reflejo, hasta cierto punto, del paroxismo pasional de la sociedad de la época. Los defensores de los derechos señoriales fueron los bandoleros "nyerros"; los de los derechos de las ciudades, los "cadells". A los primeros pertenecía Serrallonga, quien a menudo encontraba refugio y apoyo al otro lado de los Pirineos.
El 19 de enero de 1634, el virrey de Cataluña, duque de Cardona, comunicó a Felipe IV la prisión y muerte de Serrallonga en estos términos: "Cuando volví a servir a V. M. en este gobierno, entendí que Juan Sala Serrallonga se hallaba en el principado y que en los bosques de Carós, con sólo su amiga (Juana Macissa), estaba retirado, saliendo a hurtar a algunos. Y deseando perder a este ladrón y que quedase esta tierra libre de sus robos e insultos, envié a la veguería de Vich al doctor Miguel Juan Margarola, uno de los oidores de la tercera Sala de esta Audiencia, para que procurase echarle de allí. Dio tan buen cobro de ello, que le obligó a dejar los bosques de Carós y pasarse a los de Santa Coloma de Farners y Anglés, adonde un comisario, a quien encomendé en secreto su prisión, la ejecutó con la de su amiga, y a los dos trajeron a estas cárceles, y después de tomado su dicho y averiguados sus valedores, se condenó a muerte y el lunes pasado se ejecutó, con lo que queda esta provincia sin cabeza de cuadrilla".
Imitando lo que había hecho Cervantes con Rocaguinarda, y quizá también por el interés con que eran seguidos en Castilla los acontecimientos de Cataluña (alzamiento de 1640 y complicaciones internacionales subsiguientes, en el marco de la guerra de los Treinta Años y de la pugna hispano-francesa), tres autores dramáticos, Antonio Coello, Francisco de Rojas y Luis Vélez de Guevara, llevaron a la escena la figura del bandolero Serrallonga en una obra escrita a tres manos: El catalán Serrallonga (c. 1650).
La transformación del Serrallonga salteador de caminos en héroe mítico se debió al romanticismo catalán. A comienzos del siglo XIX se escribió el cuadro dramático Lo ball d'en Serrallonga, de autor anónimo, una pieza declamable, bailable y cantable (Milà i Fontanals publicó la canción popular correspondiente) de la que hay numerosas versiones. Su argumento es una apología de Serrallonga y de los miembros de su cuadrilla, y solía representarse por comparsas populares en las fiestas mayores del Camp de Tarragona y pueblos de Urgell, Segarra, Vallès, Penedès y Ampurdà.
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