sábado, 19 de enero de 2013

Un cura atípico

Jaume Santandreu, un sacerdote atípico: El cura gay de los pobres por José M. Vidal
A Santandreu lo ha silenciado la jerarquía eclesiástica por su homosexualidad, pero sigue oficiando para los marginados. UN CURA ATÍPICO Santandreu? Es un cura maricon, dedicado a la marginación, que blasfema de Dios y sale en la tele hablando mal del obispo». Así define un clérigo del aparato a su compañero de presbiterio Jaume Santandreu, un cura iluminado y trasgresor que, desde hace 40 años, se juega la vida en el lumpen, que no oculta su homosexualidad y que escandaliza a la casta clerical y a la sociedad bienpensante mallorquina. Su propia vida es una denuncia explícita de la acomodación de los seguidores del Nazareno, «que nació en Belén, apostó por los marginados y los pecadores, sus preferidos, y por eso lo mataron». EN CAN GAZA (Mallorca/España). Desde hace 10 años, Jaume Santandreu acoge a drogadictos y enfermos en una finca a pocos kilómetros de Palma de Mallorca. Ahora mismo da cobijo a 40 personas a las que facilita habitación, comida, ropa limpia y algo de dinero a quien no cobra pensión. Le ayudan su sobrina y algunos voluntarios.
A Jaume Santandreu también intentaron matarlo eclesialmente con el ostracismo y el silencio. Sin conseguirlo. A sus 65 años y recién jubilado sigue siendo el refugio de los más tirados y un auténtico dolor de muelas para la jerarquía. «El obispo me la sopla», sentenció en la tele hace un tiempo. Realmente, como cura, Santandreu resulta un personaje atípico. Se declara agnóstico pero se confiesa un «enamorado de Jesús de Nazaret, el fusteret (chapuzas) y un servidor del Evangelio». Por eso, cree en el Magnificat, en las Bienaventuranzas, en el Juicio Final y en el Padre Nuestro. El meollo del Evangelio de los pobres. De la Iglesia, en cambio, no quiere saber nada, porque «traicionó el Evangelio. La ONU debería obligarla a democratizarse o a desaparecer, porque es una gran secta». Dice que el Papa está «chocho», tacha a los obispos de «mediocres», considera a Rouco «la repugnancia personificada», despotrica contra el Opus y no se corta al afirmar que «los eclesiásticos más homófobos son los homosexuales de la Iglesia que no han salido del armario». «Me repugna pensar que los cardenales que firman los panfletos contra los homosexuales, por la noche se acuestan con...», añade.

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