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Pieles NO

domingo, 13 de diciembre de 2009

Mágica fe


El título no es mío, sino de una novela de J.J.Benítez, pero lo he puesto porque me gusta mucho. Y porque es verdad. Ya sé que muchos, al leer esto, se sonreirán. Pero es verdad, la fe es mágica. Teniéndola se consigue cualquier cosa, por ejemplo, hacer milagros. Yo creo en los milagros, pero no en que los hagan los santos, ni los ídolos, y si me apuran, ni hasta Dios. Jesús lo sabía bien. Cuando le daban las gracias por una curación, o cualquier otro prodigio, siempre contestaba:"-No me des las gracias, es tu fe la que te ha ayudado". Decía que los hombres no la tenían casi nunca, y que bastaba una fe tan pequeña como un grano de mostaza, la menor entre las simientes, para hacer mover montañas. Bueno, la verdad es que Isa, o Jesús para los cristianos, era algo exageradillo en sus comparaciones. Pero esto es cierto. No hace falta una fe tremenda para conseguir maravillas. La mía va según los días, pero es que nunca, jamás, me ha ocurrido pedirle algo a Dios y que no me sea concedido. Naturalmente, no le pido que me toque la lotería ni otras chorradas por el estilo, pero cosas que valen la pena de veras, en esas no me ha fallado nunca. Haced los que me estáis leyendo un experimento: Aunque no tengáis fe, pedid a Dios algo que os parezca que merecéis, y veréis como os lo da. Dios, solo por el mero hecho de rebajarse un pelín, de bajar un escaloncito en nuestro orgullo, aunque no haya fe, solo por el hecho de pedirlo "a ver que pasa", hace caso. Lo que no hay que hacer es rezar y pedir cosas a los ídolos, hay que ir directamente al jefe. Un compañero mio de trabajo, que se llamaba Juan Miguel Sarmiento, y que ya murió, pues era mucho mayor que yo, me dijo un día una cosa que se me quedo grabada:"-Cuando tengas que pedir algo,(el el plano humano, claro) no vayas a los de enmedio, no pidas nada a los subordinados. Vé directamente a la fuente. Vé al jefe". Creo que es un muy buen consejo, en todos los sentidos.
Aunque yo veo que la gente de fe, aunque le recen a una talla de la Virgen (que me parece idolatría pura y dura), o a los espíritus del bosque, pongamos po ejemplo, por el mero hecho de tener la mágica fe, se les concede lo que piden.
Ahora voy a contar una cosa (¡a mí me han pasado tantas, y mejores aún!)íntima. Cuando murio mi padre, al que adoraba, y que era por otra parte un santo varón, a los tres o cuatro días de haberle enterrado, yo estaba sola en casa, y se me ocurrió invocarle: "·¡-Papá!!-dije. Si estás ahora en un lugar mejor que este mundo,si estás bien, por favor, dame una prueba. Haz que alguien me regale algo amarillo...". Era una petición estúpida a más no poder, porque no era mi cumple, ni ningún día señalado, y a la gente el amarillo no es un color que les guste, o sea que mi deseo era disparatado. Luego seguí leyendo y no pènsé más. No habían pasado diez minutos, que Paco viene de la calle con las Páginas Amarillas de la Telefónica, que por lo visto -yo no lo sabía, pues ese día había estado siempre en casa- estaban repartiendo en el zaguán, me las tira en el halda y me dice:"-¡Toma, para tí!!". Y se va a su cuarto a cambiarse. Si a mí me pinchan no me sacan sangre. Pero tampoco creáis que me admiré demasiado. Estaba dentro de la lógica. Y es que las cosas funcionan así, para quien cree que así funcionan. Como dijo Shakespeare (¿y qué fué lo que no dijo Don William?): "Así es si así os parece".
No me he inventado nada. Y cosas así, a montones. Probadlo, pero luego no lo escribáis en ningún blog. Se reirán de vosotros...

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