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Pieles NO

sábado, 5 de enero de 2013

Tintín Y MILÚ

MILÚ de Tintín Milú Su nombre original en francés es Milou, y en alemán Bobbie. Con la publicación en 1929 de Tintín en el país de los soviets, nació un héroe mítico del comic, el reportero Tintín, acompañado indefectiblemente por su fiel perro. Es más moderado en su gusto por la aventura; aspira sobre todo a la tranquilidad y desconfía de las iniciativas de su amo. Milú es a veces indeciso, pero se rehace en el acto de sus vacilaciones para rescatar a Tintín de los percances en los que continuamente cae, gracias a su ingenio y valor prodigiosos. Es un gran bebedor de whisky. Milú está tan intimamente unido a Tintín, que durante muchos años la serie que narraba sus hazañas se titulaba: Las aventuras de Tintín y Milú. El creador de estos personajes fue el famoso Hergé (1907-1983), seudonimo de Georges Remi, dibujante y guionista de historietas nacido en Bélgica, pionero del comic moderno. Hergé fue uno de los primeros autores en utilizar los globos o bocadillos. Es reconocido por gran parte de los profesionales como el mas grande creador del cómic en lengua francesa. ------------
Tintín y su moneda... Por Daniel Salzano
Supongamos que una mujer te cita, en París. Supongamos que la cita es a las ocho y veinte y ella no viene. Supongamos que decidís confiar la decisión al azar arrojando una moneda: si sale cara te vas y si sale número te quedás. Supongamos que sale cara. Mirá bien la cara. ¿A que no sabés quien es?... ¡Tintín! En serio, a partir de esta semana, el reportero más famoso del comic europeo ocupa el anverso de las monedas de un euro. Un total de 150 millones de ejemplares vendidos y una corte de seguidores que se vanaglorian de conocer hasta el último detalle de su vida, son la prueba inequívoca del triunfo de Tintín, un héroe que no fuma, no bebe y a quien no se le conoce otro amor que el de Milú, su perrito fox-terrier. Su inclusión en la historia de los euros se explica consultando el calendario: el 10 de enero de 1929, hace 75 años, se concentraba su debut editorial en las páginas de un diario de profunda convicción católica -La Siécle-, empeñado en alejar a los más jóvenes de la influencia comunista que comenzaba a hacerse sentir en los arrabales industriales. Nadie esperaba el suceso, ni siquiera su autor, Hergé.

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