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Pieles NO

viernes, 29 de abril de 2016

Del blog de Eberhard Grosske


Bandera de Daesh

EL YIHADISMO Y MI PRIMA

grosske | 01 Desembre, 2015 19:42
Una prima mía ha tenido pesadillas en las  que sus nietos, que viven en el extranjero, son víctimas de un atentado. Está asustada y, como le pasa a  las personas asustadas, todo bombardeo le parece poco. Intenté explicarle que esto no era la solución pero sin demasiado éxito. Convinimos en que escribiría algo sobre este tema y en éstas estoy
Quince días después de los atentados de Paris,  vi. un noticiario de France2  que dura exactamente 30 minutos y que excluye, todo hay que decirlo, los deportes y el tiempo. Los temas tratados fueron los siguientes: terrorismo (20 minutos), las peripecias judiciales de Benzema y un concierto que Adele va a dar en París  (6 minutos) y, para acabar , vuelta al homenaje en los "Invalides" a las víctimas de los atentados...Pensé que lo raro era no estar asustado.
Por otra parte, es  un hecho objetivo  que, provocándole pesadillas a mi prima, todo el mundo gana: ganan los terroristas al convertirse en el centro de la política mundial; gana la prensa al ver como su audiencia se dispara; ganan popularidad  los gobiernos al liderar el "obligado" consenso  frente a la amenaza exterior; ganan las opciones conservadoras; ganan los fabricantes de armas; pierden las libertades públicas; pierden terreno  las preocupaciones sociales y pierden las opciones pacifistas que, de pronto, parecen cosa de sonados irresponsables cuando no de personas poco sensibles ante los atentados terroristas.
 Está claro que  la inmensa mayoría  sentimos indignación y náuseas ante el asesinato indiscriminado de personas inocentes,  los degollamientos públicos con fines propagandísticos, el totalitarismo religioso y  la destrucción del patrimonio histórico y artístico. Muchos tenemos la convicción, en suma,  de que los yihadistas encarnan una buena parte de  lo peor de la humanidad.  Por eso, es fácil llegar a la conclusión de  que bombardear y acabar cuanto antes con estos desalmados es lo mejor que se puede hacer.
Y sin embargo, como diría Galileo, y sin embargo... estar viendo durante 14 años que esta política es un absoluto fracaso debería hacernos reflexionar.
Desde los atentados del 11 de septiembre del 2001, por no irnos más atrás, los países de la OTAN hemos bombardeado e invadido Afganistán colocando un gobierno de  confianza  que, sin embargo, sólo ha conseguido  controlar una pequeña parte del país;  hemos bombardeado e invadido Irak colocando un gobierno de  confianza que tampoco controla la mayoría del territorio y que no es capaz de impedir que  Bagdag conozca  atentados como el de Paris varias veces al mes; hemos bombardeado y destruido el Estado libio sin conseguir siquiera  la constitución de un gobierno digno de tal nombre y  sumiendo a la  ciudadanía de este país en el caos y la indefensión;  hemos alentado una guerra civil en Siria cuya duración pronto duplicará la de la guerra civil española y que aún no tiene visos de acabar… ¿Cuál ha sido el resultado de tal política catorce  años después?: generar una catástrofe humanitaria indescriptible,  provocar la huida de millones de refugiados,  reforzar al yihadismo radical y colocarnos en una situación  igual o peor que la anterior en términos de seguridad interior.
Para que los responsables de este fracaso estrepitoso  consigan  mantener la misma política sin tener demasiada oposición interna sólo tienen dos maneras: hacernos vivir de espaldas a la realidad de lo que allí sucede (lo más cómodo y lo más frecuente)  o, cuando esto es imposible,  sacar del cajón el discurso de que estamos en una guerra, explotar nuestro miedo (la emoción más poderosa) y conseguir así el mágico efecto que ya denunció en 1914 el político norteamericano Hiram Warren Johnson: "cuando una guerra estalla, la primera víctima es siempre la verdad".
El pacifismo no  significa reaccionar con una pasividad beata  frente a las agresiones de que seamos objeto o frente a las agresiones que padezcan terceros : tenemos derecho a defendernos y tenemos el derecho, y el deber, de  defender a quien es agredido injustamente. Pero en esta última palabra, “injustamente” está la clave de todo. 
Decía Ramón Llull que “Justitia procurat pacem” y  a los países occidentales, cuando intervenimos en Oriente Medio o en el norte de Africa, no nos mueve la justicia: nos mueve lo mismo que nos ha movido desde la época colonial : el control de la zona y el provecho económico que  este control nos reporta.
Por eso financiamos y vendimos armas a los talibanes de Afganistan  cuando se enfrentaban con los rusos; por eso vendimos armas a Sadam Hussein cuando estaba en guerra con Jomeini; por eso apoyamos dictaduras como la del Sha de Persia y seguimos apoyando dictaduras como las de Arabia Saudí; por eso creamos en Palestina un Estado como el de  Israel  que nos sirviera de cabeza de puente en la zona y por eso no hacemos nada serio para evitar que el pueblo Palestino sea  sometido  cotidianamente a la miseria y la represión.
Resumiendo mucho, nosotros no buscamos la justicia, buscamos  el  control, aunque sea parcial, de los recursos petrolíferos, y, mientras esto sea tan evidente,  mientras  no cambiemos nuestra política en Oriente Medio y el Norte de Africa, ningún bombardeo o invasión impedirá  el auge del yihadismo no sólo en  los países afectados sino también entre miles de  jóvenes nacidos y educados en Francia,  Bélgica, Gran Bretaña  o España

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