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Pieles NO

sábado, 8 de mayo de 2010

Mentirosos compulsivos o mitómanos


Hay gente que miente todo el tiempo.Por ejemplo, una mujer que sube a un autobús lleno y dice estar embarazada "de tres meses", para conseguir buen asiento. O le decimos al compañero de trabajo que lleva bien el nudo de la corbata, para que deje de importunarnos. O en la pausa para comer, en la oficina, llamamos a nuestra madre, y como no tenemos ganas de hablar,y que nos cuente sus penas, pretextamos estar desbordados de trabajo. La gente miente a menudo, se deforma la verdad, para hacer la vida más fácil. Pero la gente se da cuenta más pronto o más tarde y se ríe de estas personas. Y es que este tipo de mentirosos suelen ser también mitómanos. Esto es una enfermedad y estas personas se creen sus propias mentiras y las dicen incluso cuando no hay ninguna necesidad. Les cuesta distinguir entre su vida real y su vida imaginaria. De hecho, sueñan su vida para evadirse de la realidad que no soportan. A veces son difíciles de detectar por su entorno y su propia familia. Y lo saben hacer tan bien, que si alguien les descubre, inmediatamente se inventan otra mentira para quedar bien. Un gran mitómano fué un francés llamado Jean-Claude Romand, que logró hacer creer a su familia y amigos , durante 20 años, que era médico de la OMS. Y también el caso de una mujer que hizo creer a todo el mundo que había sido agredida por ultraderechistas que le habían grabado una cruz gamada en la barriga, cuando era ella que se había automutilado. Esto no es exagerado, yo tuve un miembro en mi familia así, que hacía creer a todo el mundo que unos cuadros que tenía en su casa y que los había pintado una amiga suya en su juventud, eran en realidad de esta persona; también durante toda su vida hizo creer a amigos y familiares cercanos, que había estudiado Filosofía y Letras en Barcelona siendo joven, y otras cosas más que todo el mundo creía y eran todo falsedades.
Es difícil de curar a un mitómano. Primero hay que darse cuenta de que lo es, cosa nada fácil porque es maestro en el arte del engaño. ¿Hay entonces que seguirle la cuerda con sus delirios porque su realidad le es insoportable, o es mejor intentar hacerle tomar conciencis de su enfermedad?. Esto último es prácticamente imposible, al menos en lo que a mí y mi experiencia personal respecta.

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