Cuando
era pequeña tenía la (mala) costumbre de decir a mis padres y a mi abuela:
-¡No
hay derecho!. Yo tendré que enterraros a todos! ¡hasta al perro!
Mi
madre, -no sé por qué- se enfadaba mucho. Pero ha sido verdad.
Ahora,
cuando me despierto por las mañanas, se me cae el mundo encima y pìenso lo
mismo, siempre lo mismo. Que todos los que viven en mi casa, Paco, las tres
gatas y la pareja de canarios (los Curritos), a todos los tendré que enterrar
yo, y me quedaré sola. Me entra un terror que no es normal. Al cabo de una hora se me pasa, a medida que
voy haciendo cosas. Hace años no se me pasaba nunca, y mi vida era un asco.
Ahora solo me ocurre un rato por las mañanas, pero no es agradable. Antes me
desesperaba, ahora pienso que todo pasa, y también las malas ideas que se
empeñan en colonizar mi cabeza. Pero
vuelven.
Yo no
soy una amargada, y tengo fama de ser una persona muy alegre. No sé. Una vez le
dije a un chico del Partido que yo tenía fuertes depresiones, y no me creyó.
Dijo: -¡¡¡TUUU???. ¡¡No es posible!!.
La
mayoría de la gente procura no pensar en la muerte, cosa que me parece un
error. Lo más importante, o casi, que tenemos que hacer en esta vida es morir y
nadie quiere prepararse para ello. A mí me parece muy importante ser consciente
de que uno la está espichando, pero por lo visto soy muy rara y eso no lo
piensa casi nadie. Mi abuelo sí, le tenia dicho a mi abuela que le avisase, por
Dios. Y así fue.
Una vez
le dije a mi peluquera que para mí la muerte era como volar, y se me quedó
mirando con ojos redondos y llenos de espanto.
Todas
las religiones coinciden en que hay que estar preparado para morir, y yo que
pienso que muchas de estas creencias están llenas de supersticiones y
tonterías, sin embargo en este caso me parece que están muy acertadas.
Tampoco
es cosa de estar como en el Siglo de Oro español, teniendo en casa un cuadro como
el de Valdés Leal ,que de niña me impresionaba. Ese que tiene pintado un obispo
metido en un ataúd , con su mitra y su dalmática, y se lo están comiendo los
gusanos.Al lado hay un esqueleto que representa a la Muerte,el fiambre de un caballero de Santiago, y un letrero:
“Como
te ves, yo me ví.
Como me
ves, te verás”.
Muy
apropiado para asustar a los recios españoles del siglo XVI. Pero yo, desde pequeña , y eso no me hacía
sufrir, cada día he tenido y tengo presente que soy de carne mortal, y que
estoy “prometida a la muerte”, como dice no recuerdo dónde. Cuando era
jovencita pensaba que eso quedaba muy lejos, pero ahora a veces hasta me alegro
de no tener que ver las barbaridades que hacen los humanos con el clima, los
animales, la Naturaleza. Espero que la reencarnación no exista, porque yo
cuando me muera quiera morirme de una vez por todas y para siempre, siempre,
siempre.
Hubo un
libro que leí de pequeña y que me marcó para la vida. Es de Kipling, y se llama
“El Libro de la Selva”. Nada que ver con esa ridícula y horrible película de
Walt Disney, a la que odio. A mi padre le gustaba mucho Kipling –se parecía
mucho a sus personajes, y además le gustaban las historias de soldados-. Y a mí
me lo traía, el libro, de la biblioteca de la Base Aérea de Son San Juan donde
estaba destinado Se lo pedía a cada momento, hasta que un día se hartó de tanto
trajín de libro va, libro viene, que me lo compró. Yo lo seguí leyendo una y
otra vez, y me molestaba que se terminara. Había trozos y poemas que me los
sabía de memoria.
Kipling
debía de ser un misántropo, pues ese libro está escrito desde el punto de vista
de los animales salvajes, y lo peor de todo, lo despreciable, lo vulgar y cruel
era “la manada de los hombres”. Como el libro era mi Biblia crecí con un asco
hacia la manada humana, que era la mía. Y como veía que ocurría lo que yo había
leído, cada vez tenía más asco por mi especie . Este es un libro precioso para
mí, y que admite varias lecturas. La tonta de la película y la otra, que fue la
única que ví ya la primera vez que lo leí. Yo estaba lejos de ser una niña
prodigio, pero me crié con un gato en la cuna durmiendo conmigo, y estas cosas
marcan.
Luego
la criada asesinó al gato, que era mi único amigo,y entonces ya nada me impidió
convertirme en una enemiga de mi tribu, aunque a veces me dé un poco de pena.
Pero
los animales me dan muchísima más.
VARIAS MATERNIDADES Y TODAS MUY BUENAS |
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