pieles no

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Pieles NO

domingo, 26 de mayo de 2013

Enterradora de vivos y muertos


       





 


               Cuando era pequeña tenía la (mala) costumbre de decir a mis padres y a mi abuela:
                -¡No hay derecho!. Yo tendré que enterraros a todos! ¡hasta al perro!
                Mi madre, -no sé por qué- se enfadaba mucho. Pero ha sido verdad.
                Ahora, cuando me despierto por las mañanas, se me cae el mundo encima y pìenso lo mismo, siempre lo mismo. Que todos los que viven en mi casa, Paco, las tres gatas y la pareja de canarios (los Curritos), a todos los tendré que enterrar yo, y me quedaré sola. Me entra un terror que no es normal.  Al cabo de una hora se me pasa, a medida que voy haciendo cosas. Hace años no se me pasaba nunca, y mi vida era un asco. Ahora solo me ocurre un rato por las mañanas, pero no es agradable. Antes me desesperaba, ahora pienso que todo pasa, y también las malas ideas que se empeñan en colonizar mi cabeza.  Pero vuelven.
                Yo no soy una amargada, y tengo fama de ser una persona muy alegre. No sé. Una vez le dije a un chico del Partido que yo tenía fuertes depresiones, y no me creyó. Dijo: -¡¡¡TUUU???. ¡¡No es posible!!.
                La mayoría de la gente procura no pensar en la muerte, cosa que me parece un error. Lo más importante, o casi, que tenemos que hacer en esta vida es morir y nadie quiere prepararse para ello. A mí me parece muy importante ser consciente de que uno la está espichando, pero por lo visto soy muy rara y eso no lo piensa casi nadie. Mi abuelo sí, le tenia dicho a mi abuela que le avisase, por Dios. Y así fue.
                Una vez le dije a mi peluquera que para mí la muerte era como volar, y se me quedó mirando con ojos redondos y llenos de espanto.
                Todas las religiones coinciden en que hay que estar preparado para morir, y yo que pienso que muchas de estas creencias están llenas de supersticiones y tonterías, sin embargo en este caso me parece que están muy acertadas. 
                Tampoco es cosa de estar como en el Siglo de Oro español, teniendo en casa un cuadro como el de Valdés Leal ,que de niña me impresionaba. Ese que tiene pintado un obispo metido en un ataúd , con su mitra y su dalmática, y se lo están comiendo los gusanos.Al lado hay un esqueleto que representa a la Muerte,el fiambre de un caballero de Santiago, y un letrero:
 
                “Como te ves, yo me ví.
                Como me ves, te verás”.
                Muy apropiado para asustar a los recios españoles del siglo XVI.  Pero yo, desde pequeña , y eso no me hacía sufrir, cada día he tenido y tengo presente que soy de carne mortal, y que estoy “prometida a la muerte”, como dice no recuerdo dónde. Cuando era jovencita pensaba que eso quedaba muy lejos, pero ahora a veces hasta me alegro de no tener que ver las barbaridades que hacen los humanos con el clima, los animales, la Naturaleza. Espero que la reencarnación no exista, porque yo cuando me muera quiera morirme de una vez por todas y para siempre, siempre, siempre.
 
               Hubo un libro que leí de pequeña y que me marcó para la vida. Es de Kipling, y se llama “El Libro de la Selva”. Nada que ver con esa ridícula y horrible película de Walt Disney, a la que odio. A mi padre le gustaba mucho Kipling –se parecía mucho a sus personajes, y además le gustaban las historias de soldados-. Y a mí me lo traía, el libro, de la biblioteca de la Base Aérea de Son San Juan donde estaba destinado Se lo pedía a cada momento, hasta que un día se hartó de tanto trajín de libro va, libro viene, que me lo compró. Yo lo seguí leyendo una y otra vez, y me molestaba que se terminara. Había trozos y poemas que me los sabía de memoria.
                Kipling debía de ser un misántropo, pues ese libro está escrito desde el punto de vista de los animales salvajes, y lo peor de todo, lo despreciable, lo vulgar y cruel era “la manada de los hombres”. Como el libro era mi Biblia crecí con un asco hacia la manada humana, que era la mía. Y como veía que ocurría lo que yo había leído, cada vez tenía más asco por mi especie . Este es un libro precioso para mí, y que admite varias lecturas. La tonta de la película y la otra, que fue la única que ví ya la primera vez que lo leí. Yo estaba lejos de ser una niña prodigio, pero me crié con un gato en la cuna durmiendo conmigo, y estas cosas marcan.
                Luego la criada asesinó al gato, que era mi único amigo,y entonces ya nada me impidió convertirme en una enemiga de mi tribu, aunque a veces me dé un poco de pena.
                Pero los animales me dan muchísima más.

 
VARIAS MATERNIDADES Y TODAS MUY BUENAS
 

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