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Pieles NO

domingo, 12 de julio de 2020

Consideraciones sobre la depre


Cada vez hay más depresivos en los países occidentales. Antes, cuando la gente andaba ocupada buscándose la subsistencia, desenterrando raíces, cazando o aguantando a su señor feudal,se vivía menos, pero parece que los siervos de la gleba o los cavernícolas o los que fuesen, padecían raramente de eso que en tiempos de los fastos imperiales se llamaba "enfermar de melancolía". Ahora, que se vive mejor , caen como moscas en la maldita depre. ¿Por qué?.
  A los  desgraciados - como ahora los tercermundistas-, que parece que con todas sus desgracias, que no son pocas, no les da la depre. Y¿Alguien sabe que haya suicidios en masa en sitios donde la gente, por riadas, pierde su casa y sus enseres?. Yo nunca lo he oído no leído. ¿Y los que viven en paises desolados, como Etiopía,pasando hambre. o los que vienen en pateras, que ya deben saber que en Europa no los quieren, y sin embargo, guardan la ilusión de vivir en la civilizada (?) Europa?
Que yo sepa, no se suicidan casi nunca. A lo peor es que ya tienen su dosis de sufrimiento, y los que estamos mejor, como que estamos en el purgatorio...que según la doctrina del karma , esta vida está para purgar pecados de otras vidas  pasadas (?) , pues como tenemos que purgar un montón de atrocidades de las que no nos acordamos , nos autocastigamos sin darnos cuenta cogiendo unas depresiones de caballo.
Esto coincide con lo que decía mi abuela, que esta vida es un destierro y un valle de lágrimas. A lo mejor mi abuela era budista o hinduista sin saberlo.
Todo esto me lo ha sugerido una carta que he leído en un periódico de un chico con depre, y que está hecho polvo porque tiene que tomarse la medicación tres veces al día...
Y qué es mejor, ¿tener que tomar pastillas o morirse?
Pues no sé. Todo es relativo. A mi me parece que lo primero, pero todos los depresivos quieren morirse.
Yo tuve una época fatal en la que estaba todo el día pensando cual era la mejor manera de dejar este mundo.
La veterinaria de mis gatas, una señora holandesa con mucha experiencia y que conocía los horrores de esta tierra contra las personas y los animales, me dijo un día que "este mundo no es un lugar amable", y acertó de pleno.
Descarté desde el principio el hacerme un coctel con todos los trankis, antidepres y somníferos que tenía a mano, porque me daba terror que me pillaran a tiempo y hacer el  ridículo  más espantoso. Además, creo que después de fallar se siente uno mucho peor.
La mejor solución era para mí el tirarse desde mi terraza a la calle, procurando que no hubiera ningún coche debajo, porque podría sobrevivir, seguramente para ir directo  una silla de ruedas, y eso no lo quería yo. Imaginaba mis sesos sanguinolientos desparramados en el asfalto...
No llegué a tirarme nunca por un exceso de imaginación, pero mi desesperación y angustia eran bien reales, vive Dios. Además, tenía la certidumbre de que si me tiraba, en las décimas de segundo antes de llegar al suelo, me arrepentiría, cosa que no me hacía ninguna gracia.
La verdad es que tenía un miedo que me cagaba, pues eso de que los suicidas son unos cobardes, no es verdad. Hace falta muchísimo valor para matarse, o carecer en absoluto de imaginación.
Pero ahora estoy contenta de no haber conseguido mi propósito, pues al cabo de más de diez años ví por fin el final del túnel, y ahora ya estoy bien.
Eso no quita que de vez en cuando esté un poco melancólica y me diga que hay tres posibilidades:
-Mis hormonas.
-Que hay luna llena.
-Que vivo mejor que el Papa.

No sé, no me veo capaz de juzgar a nadie, ni a mí ni al chico de las pastillas. Todo es relativo. Están los piedras, que viven tan felices en la cárcel después de haberse cargado a la mujer, los hijos y la suegra, y otros que se suicidan porque ha perdido su equipo favorito.
A veces me acuerdo de una copla, que expresa en toda profundidad la sabiduría popular del achuchado pueblo andaluz:

"Cada vez que considero
  que me tengo que morir
  echo la manta en el suelo
  y me harto de dormir"

Lo cual me parece la solución más sana, mientras sea sin ayudas químicas.
Y para los insomnes, ajo y agua.

Así es la vida, queridos.

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Ojalá fuera verdad...

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