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jueves, 18 de febrero de 2021

Historia de Al-Andalus

 


La Alhambra de Granada. Mirador de Lindaraxa


Mezquita de Córba. Exterior


Mezquita de Córdoba desde el aire. Se puede ver el patio de los naranjos, donde se hacían las abluciones antes de entrar.


Interior de la mezquita



Baños árabes en Palma. Islas Baleares


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Historia de al-Ándalus

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Alcance de la península ibérica hacia el año 718.

En el siglo VII, los musulmanes habían comenzado una rápida conquista en la que ocuparon Oriente Lejano y el norte de África, llegando a la península ibérica a principios del siglo siguiente, en el marco del último proceso expansionista del Califato Omeya de Damasco.

Emirato dependiente (718-756)[editar]

Invasión de la península ibérica por los ejércitos musulmanes.

En el año 711, el Reino Visigodo fue dividido entre dos candidatos luchando por el título de Rey de los Visigodos después la muerte de Witiza en 710: Roderigo, nieto de Chindasvinto y dux de Betica quién fue elegido por la nobleza visigoda en Toledo, y Agilla II del Ducado de Tarraconense. En este mismo año, tropas del Califato Omeya, compuestas por árabes y bereberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar dirigidos por Tariq, lugarteniente del gobernador del Norte de África, Musa ibn Nusayr. En principio Tariq se atrincheró en el peñón que recibiría después su nombre Chabal Tariq, (Gibraltar), a la espera de la llegada del grueso de sus tropas. Sólo entonces inició su ofensiva con la toma de Carteia (Cádiz), después de lo cual se dirigió al oeste e instaló su base de operaciones en Al-Yazirat Al-Hadra, (en árabeالجزيرة الخضراء) lo que hoy es Algeciras.

En ese mismo año Tariq vence a los visigodos en la trascendental batalla de Guadalete, y tras dar remate a lo que quedaba del ejército rival en Écija emprende una rápida conquista, primero en dirección a Toletum (Toledo), y posteriormente hacia Caesar Augusta (Zaragoza). Hacia el 718 la península ibérica, salvo las zonas montañosas del norte habitadas por vasconescántabros y astures, estaba en manos del Califato Omeya.

Desde 716 la Península fue dirigida desde QurtubaCórdoba, por un gobernador (wali) nombrado por el califa de Damasco. Los primeros gobernadores aparte de organizar el estado islámico y asentar a inmigrantes árabes, sirios y sobre todo bereberes, llevaron a cabo expediciones contra el reino franco hasta que después de la batalla de Poitiers en el 732, los francos emprendieron diversas campañas que expulsaron a los musulmanes de las tierras situadas al norte de los Pirineos hacia el 759.

En el territorio de al-Ándalus, los musulmanes respetaron a la población cristiana y judía a cambio de un tributo, por pertenecer a una de las religiones abrahámicas, que los dotaba de un estatus determinado, la dhimma. En el caso de los cristianos si no pagaban tributo eran condenados a muerte1​. Este establecía que, aunque no formaran parte de la umma, comunidad islámica, quedarían protegidos, tendrían sus jueces y conservarían sus ritos. Estas circunstancias motivaron una política de pactos de capitulación donde muchos aristócratas visigodos pudieron conservar propiedades e incluso cierto grado de poder mediante nuevas fórmulas, como es el caso de Teodomiro (en árabeتدمير Tūdmir), gobernador de la Provincia Carthaginense, que tras un acuerdo gobernó a título de rey un territorio cristiano visigodo autónomo dentro de al-Ándalus, denominado kora de Tudmir.

Este hecho, unido a que una parte de la población, cristianos unitarios y hebreos sobre todo, vieran con buenos ojos el nuevo poder musulmán que los libraba de la dura opresión que los visigodos habían ejercido contra ellos, podría explicar la rapidez de los moros

Dinar omeya de 716-717.

La composición social de al-Ándalus fue muy compleja y varió a lo largo de su historia; por un lado se encuentran los que pertenecían a la comunidad islámica, Umma, que se dividían en libres y esclavos y étnicamente en árabessiriosbereberesmuladíes (cristianos conversos al islam y sus descendientes) saqalibas (de origen eslavo y que podían ser esclavos o libres), y también esclavos provenientes de África, aunque estos nunca llegaron a constituirse como un grupo social diferenciado. Entre los que no pertenecían a la Umma estaban los judíos y los mozárabes (cristianos de al-Ándalus).

Musulmanesárabes
bereberes
sirios
saqalibas
muladíes
No musulmanesjudíos
mozárabes

En el año 750, en Damasco, la familia de los abasídas desplaza a los omeyas del poder, matando a todos sus miembros excepto a Abderramán I, y trasladan el poder a Bagdad.


Emirato de Córdoba (-929)


En 756 Abderramán I huye a la península ibérica y consigue que esta se separe del poder de Bagdad, haciendo que Córdoba se convirtiera en un emirato independiente. En la segunda mitad del siglo IX se erige la alcazaba de Madrid como defensa de Toledo.

La creación de los reinos de Asturias y de Pamplona, y de diversos condados en la zona pirenaica por parte de los francos conocidos como la Marca Hispánica (Aragón, Ribargoza, Girona, Barcelona, Osona, Ampurias, etc.), a finales del siglo VIII y primeros años del IX representó la primera reducción del territorio de al-Ándalus. Hasta el siglo XI, las fronteras entre al-Ándalus y los estados cristianos del norte experimentaron pocas variaciones, aunque la lucha entre ellos fue frecuente.

El estado andalusí estaba dirigido por visires (ministros) bajo la dirección del hagib el de más rango de ellos. También se formó un ejército profesional compuesto por mercenarios.

Califato de Córdoba


Interior de la Mezquita de Córdoba.

A comienzos del año 929 (final del año 316 de la hégira), el emir Abd al-Rahman III proclama el califato de Córdoba, y se nombra a sí mismo Emir al-Muminin (príncipe de los creyentes), lo cual le otorga, además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma (comunidad de creyentes), de este modo se convirtió en el primer califa independiente de la Península. Por otra parte, la naturaleza misma del poder dinástico cambió a causa de este acontecimiento, y el alcance histórico, reconocimiento y adhesión del pueblo a los califas de al-Ándalus fue inmenso.

Este importante acontecimiento histórico encuentra sus fundamentos en la victoria definitiva que el poder cordobés había logrado unos meses antes sobre la interminable revuelta de Omar Ben Hafsún con la toma de Bobastro en enero de 928. Así mismo, se logró el restablecimiento de la autoridad del poder central de Córdoba sobre la mayor parte del territorio y la rendición de las últimas disidencias como la de Badajoz y de Toledo.

Dentro del contexto general del mundo musulmán en los primeros decenios del siglo X, hay otra causa del acontecimiento que es la creación del califato fatimí proclamado en 910 en Qairawan, norte de África, opuesto al abbassí; sin duda esta fue una justificación implícita de la instauración del título califal en al-Ándalus.

La relación con los reinos vecinos fue tensa; por una parte se encontraba el califato fatimí en las fronteras cordobesas del norte de África; en el año 931, las tropas andalusíes entraron en Ceuta, donde se levantaron fortificaciones importantes. Desde entonces se establecieron tanto en Ceuta como en Melilla guarniciones andalusíes con carácter permanente. El califato omeya desplegó grandes esfuerzos para contener lo mejor posible el avance fatimí, siguiendo en su política de alianzas con las tribus Magrawa-Zanata del Magreb occidental, hostiles a los Sanhaya del centro que sostenían el poder fatimí.

Por el norte se encontraban los reinos cristianos que seguían con sus incursiones en territorio andalusí aprovechando cualquier debilidad del emirato cordobés. En el 932 Ramiro II atacó Madrid y derrotó a un ejército musulmán en Osma en el 933. Aliándose con el poderoso gobernador tuyibí de Zaragoza. Abd al-Rahman III intentó restablecer la situación del lado cristiano organizando una campaña contra el reino de León para restablecer la supremacía musulmana sobre la frontera del Duero. Abd-el-Rahman no alcanzó su objetivo y sufrió una derrota en la batalla de Simancas, seguida de otra en el barranco de Alhándega, aunque estas derrotas no tuvieron, de hecho, graves consecuencias territoriales porque igualmente se consiguieron otras victorias de importancia, los problemas internos paralizaron León y porque el poder cordobés, con su tenacidad, logró mantener una presión lo suficientemente fuerte sobre la frontera, y desplegó un gran esfuerzo para protegerla, edificando nuevas defensas y fortificando las ya existentes.

Abd al-Rahman III mandó edificar en el año 936 la ciudad palatina de Medina Azahara donde se trasladó con su gobierno y la corte.

Cuando llega al poder Al-Hakam II el Califato cordobés se encuentra consolidado tanto en el norte de la Península, con los reinos cristianos bajo vasallaje, como en el Magreb occidental, controlado por el Califato cordobés, bien mediante sus propias tropas, bien por medio de tribus aliadas o sometidas.

A su muerte, Al-Hakam II dejó el trono cordobés a un muchacho de once años sin ninguna experiencia política llamado Hisham, este joven califa contaba con el apoyo de su madre la concubina Subh de Navarra y el ministro Al-Musafi, además de la de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, futuro al-Mansur (Almanzor para los cristianos), que mediante intrigas y movimientos políticos va ascendiendo en el poder hasta hacerse con el poder absoluto. Al-Mansur puso en marcha un programa de reformas en la administración civil y militar y supo atraerse a las clases populares con una política de intensa actividad militar contra los cristianos del norte.

Al-Mansur inició una serie de campañas o algaradas que se adentraron en territorio cristiano, llegando hasta Santiago, Pamplona, etc. Esta política provocó que los reinos cristianos crearan una coalición contra al-Ándalus.

Taifas e imperios

Las taifas (palabra que en árabe significa "bando" o "facción") fueron hasta treinta y nueve pequeños reinos en que se dividió el califato de Córdoba después del derrocamiento del califa Hisham III (de la dinastía omeya) y la abolición del califato en 1031, como consecuencia de la guerra civil.

Finalmente en 1031, se produce la división del califato en reinos de Taifas.

Entre los años 718 y 1230 se forman los principales núcleos cristianos en la península en los reinos de CastillaPortugalNavarra y la Corona de Aragón.

En el siglo XIII, se produce un gran avance cristiano gracias a la victoria en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) que provoca que el poderoso imperio almohade entre en decadencia, aprovechando las monarquías cristianas para conquistar grandes territorios y arrasar las principales ciudades.

Reino nazarí de Granada

Queda sólo el Reino nazarí de Granada como último reducto musulmán en la Península, mientras la corona de Aragón inicia una política de expansión por el Mediterráneo y se confirma la unión de Castilla con León.

La Reconquista finaliza en 1492 con la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos que lo anexionan a la Corona de Castilla. En este mismo año se produce la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América, en nombre de Castilla, por Cristóbal Colón.

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HISTORIA DE AL-ANDALUS

Cuando yo era pequeña e iba al colegio, a mí me gustaba mucho la Historia. Pero después me dí cuenta de que la Historia de España nos la habían contado muy mal, parcialmente, como si solo los protagonistas hubiesen sido los reyes cristianos. Obviaron casi por completo la apasionante historia de Al-Andalus, que era un país diferente, aparte de los reinos cristianos. Luego leí “Historia de los Musulmanes de España”, del francés Pierre Dozy, y que creo que es la mejor Historia de la España Musulmana que se ha escrito . La guardo como uno de los tesoros de mi biblioteca.
Al-Andalus fué una civilización que irradió una personalidad propia , tanto para Occidente como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de cruces culturales y mestizajes, , Al-Andalus fué olvidada, después de su esplendor, tanto por Europa como por el mundo musulmán, como una leyenda hermosa que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos. 
Al-Andalus quiere decir en árabe tierra de los vándalos. Así se conoce la zona de ocupación musulmana en la Península Ibérica, que abarcó desde el año 711 hasta finales del s. XV y llegó a comprender gran parte del territorio español..La extensión del estado islámico llamado Al-Andalus varió,pues, a medida que se modificaban las fronteras, y tanto hispano-musulmanes como castellano-aragoneses avanzaban conquistando territorio. 
La pujante civilización islámica de Oriente pronto se desbordará hacia Occidente:El Magreb, España, y hasta parte de Italia y Francia. Durante el s. VIII, y a través del norte de África, penetraron en la península una serie de tribus y familias nobles árabes venidas del este, y de grupos bereberes procedentes del Magreb., que poco a poco se asentaron en tierra de Al-Andalus. Ello no significó una ruptura total con la cultura entonces imperante, la hispano-goda. Antes bien, ambas se entroncaron dando un resultado muy peculiar y autóctono, deslumbrante, que diferenció notablemente el Islam occidental del oriental.
La fusión entre arabo-bereberes e hispano-godos se produjo sin grandes traumatismos y con la naturalidad que sólo el tiempo procura. Todo esto me fue escamoteado, a mí y a todos los estudiantes de mi época, por los colegios religiosos, que pintaban a los árabes como sedientos de sangre cristiana y peleando constantemente contra los piadosos cristianos., que intentaban expulsarlos de la Península sin éxito. Esto es una mentira. Convivieron durante siglos y se mezclaron. 
Durante la segunda mitad del s.VIII se produjo una seria escisión en el imperio musulmán. Una ruptura dinástica que terminó con los Omeyas que gobernaban en Damasco, para entronar a los Abbasíes, sus enemigos, que se asentaron en Bagdad. Un príncipe omeya huido de Damasco para salvar el pellejo,Abderrahman I, penetraría en Al-Andalus formando un nuevo estado con base en Córdoba: El emirato., dependiente aún en cierto modo de Damasco.
Ocho emires se sucedieron del 756 al 929 en una época brillante culturalmente -aunque oscurecida con diversos levantamientos muladíes y mozárabes-, hasta que Abderahman III (Abd-al- Rahman quiere decir en árabe siervo del Clemente) decidió fundar un califato independiente de Damasco, y declarándose Emir-Al.Muminin (Principe de los creyentes), lo cual le otorgaba , además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma, o sea la comunidad de creyentes.
Este califa, y su sucesor Al-Hakam II, supieron favorecer la integración étnico-cultural entre bereberes, árabes, hispanos y judíos. Ambos apaciguaron la población,los cristianos, construyeron y ampliaron numerosos edificios, como la maravillosa mezquita de Córdoba, y se rodearon de la inteligencia de su época. Mantuvieron contactos comerciales con Bagdad, Francia, Túnez, Marruecos, Bizancio, Italia y hasta Germanía. 
Hay una anécdota curiosa, relatada por Pierre Dozy, al que antes me he referido, en su Historia de los Musulmanes de España, que dice que el califa Al-Hakam tuvo que hacer frente a una revuelta, y que mientras los revoltosos sitiaban su palacio, él se perfumaba la barba. Sus servidores, aterrados y asombrados, le preguntaron que por qué hacía aquello, que no era momento de coqueterías. Les contestó que quería que, cuando le cortasen la cabeza, pudiese distinguirse de la de los demás súbditos suyos. Por suerte, no llegó la sangre al río. Este califa tenía la costumbre de coleccionar los cráneos de sus peores enemigos, y ponía tierra en ellos y plantaba flores. Era un esteta, vaya.
Sin embargo, no todos los sucesores de estos brillantes califas siguieron tan acertada política, sino que dejaron desbocarse el caballo del poder. Tras 22 años de fitna (guerra civil), se abolió por fin el Califato. Corria el año 1031.
Los hábitos secesionistas y rebeldes surgieron de nuevo con gran fuerza;la división y la descomposición se impusieron en Al-Andalus. Todas las grandes familias árabes, bereberes y muladíes quisieron hacerse con las riendas del país, o, al menos, de su ciudad, surgiendo por todas partes los llamados Reinos de Taifas,Muluk-al.Tawafi, que se erigieron en dueños y señores de las principales plazas. Este desmembramiento supuso el principio del fin para Al-Andalus, y ante semejante debilidad, el enemigo cristiano se creció, organizándose como nunca antes lo hiciera para combatir a los musulmanes. La primera gran victoria sobre el Islam peninsular la protagonizó Alfonso VI cuando, en 1085, tomó la importante ciudad de Toledo.
La unidad étnico-religiosa lograda hasta el momento también se resintió, surgiendo mercenarios, tanto musulmanes como cristianos. El más famoso de ellos fué Rodrigo Diaz de Vivar. El Cid (El Sidi, el señor, como le llamaban los árabes), que nos lo han querido pintar como un adalid del cristianismo cuando era un granuja aventurero que tanto peleaba con los cristianos como en contra. Estuvo bastante tiempo a sueldo del emir de Zaragoza. 
Estos mercenarios estaban dispuestos a combatir contra sus propios correligionarios con tal de mantener determinadas situaciones de poder. Sin embargo, en esta época surgieron relevantes figuras en el campo del saber, y, en una constante emulación de los lujos orientales, se construyeron suntuosos palacios, almunias y mezquitas y se celebraban las fiestas mas fastuosas y extravagantes de todo el Mediterráneo. Además, los árabes andalusíes eran de costumbres relajadas, bebían vino y gustaban de los placeres,haciendo caso omiso de muchos preceptos coránicos.
Mientras, a finales del s.XI, en el Magreb occidental, hoy Marruecos, surgió un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del sur, los Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide. En poco tiempo, su actitud de austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte de la desencantada población, y con su apoyo emprendieron una serie de contiendas logrando formar un imperio que abarcaría parte del norte de África y Al-Andalus, que a través del rey sevillano Al.Mutamid, había pedido su ayuda para frenar el avance cristiano. Encabezados por Yusuf Ibn Tashfin, penetraron los almorávides en la península, infligiendo una severa derrota al rey Alfonso VI en Sagrajas. Pronto conseguirían acabar con los reyes de taifas y gobernar Al-Andalus, no sin cierta oposición de la población, que se rebelaba contra su talante puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada al hedonista y liberal pueblo andalusí. A pesar de todo, la nueva situación supuso un nuevo incremento del bienestar social y económico. 
Ahora quisiera hacer un paréntesis para detenerme en la figura de Mutamid de Sevilla, uno de los reyes más románticos y de vida más novelesca que ha dado Al-Andalus. Era un rey amante de los placeres, la bebida y las mujeres, y tenía como su consejero y amigo a Ibn Amar, el famoso Abenámar de los romances. Ibn Amar era de baja extracción, y unos años mayor que Mutamid, e influyó en él notablemente. Eran grandes amigos y se querían de verdad. Ambos se corrían juntos grandes juergas, y hacían poemas y canciones en sus fiestas. Una vez, paseando por la orilla del Guadalquivir e improvisando poemas pasaron al lado de unas chicas que estaban lavando ropa en el río. Mutamid empezó un poema que decía:
-El viento convierte al rio 
en una cota de mallla...
y no se le ocurrió nada más. Abenámar tampoco estaba ese día inspirado, pero una muchacha que los oyó, contestó en voz alta:
-Mejor cota no se halla
cuando la congela el frio...
Mutamid quedó pasmado de ver que una chica podía versificar con mayor rapidez de su amigo, e inmediatamente la hizo llevar a su palacio. Como era guapa y simpática, se casó con ella. Se llamaba Romaiquia. Estaba tan enamorado que, un día en que ella le dijo que le gustaría ver la nieve, hizo plantar toda una parte del jardín de almendros para que con sus flores blancas tuviera una aproximación a la vista de su capricho. Estaba loco por ella, y con Ibn Amar hacían un trío divertido, que se entregaban a los placeres y se lo pasaban estupendamente. Pero luego las cosas se torcieron, no recuerdo bien, pero hubo unos malentendidos entre Ibn Amar y Mutamid, pero antes el rey le nombró visir de Silves. Luego metieron líos los enemigos de Ibn Amar para perderle y Mutamid se los creyó. El caso es que la historia terminó trágicamente, es muy larga y no la recuerdo así ahora de memoria, pero el caso es que Ibn Amar acabó perdiendo la cabeza literalmente, pues Mutamid se la hizo cortar, ya que le habían metido en la mente que su amigo conspiraba desde Silves contra él. Luego se arrepintió y se puso muy triste, y nunca volvió a ser el de antes. Cosas de la vida.
Volviendo a la historia, mientras los reinos de taifas peleaban entre ellos, los cristianos obtuvieron importantes avances, conquistando Alfonso I de Aragón Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada su propia supremacía por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb:El almohade.
Esta nueva dinastía se generó en el seno de una tribu bereber procedente del corazón del Atlas que, encabezada por el guerrero Ibn Tumart, pronto se organizó para derrotar a sus predecesores, esgrimiendo parecidos argumentos de pureza y vivificación religiosa. También desde Marrakech, gobernaron y se hicieron con las riendas de Al-Andalus, dotándolo de cierta estabilidad y prosperidad económica y cultural. Fueron grandes constructores, la gran mezquita de Sevilla fué obra suya, de la que aún subsiste la Giralda, el patio de los Naranjos y la Puerta del Perdón, con sus preciosas aldabas. 
También se rodearon de los mejores literatos y científicos de la época.Sin embargo, al igual que los almorávides, terminaron por sucumbir ante la dejadez espiritual y el relajamiento de costumbres que casi siempre caracterizó a Al-Andalus.
Cuando parecía ya todo perdido y el avance castellano era imparable, haciéndose Fernando III El Santo con una gran parte de las ciudades andalusíes,surgió una nueva dinastía, los nazaríes, de Granada. Su reino abarcaba Granada, Málaga y parte de Jaén y Murcia. Oprimido desde el norte por los reyes cristianos y desde el sur por los sultanes meriníes de Marruecos, los nazaríes establecieron un suntuoso e inestable reino. Pero Granada, a pesar de todo,fué una gran metrópoli de su tiempo y en la que se levantaron suntuosos palacios, La Alhambra, nada menos, y los jardines de El Generalife, .,mezquitas y baños públicos. Siguió asombrando a propios y a extraños hasta que en 1492 y tras varios años de intrigas palaciegas y escaramuzas con los castellano-aragoneses que acechaban sus fronteras, el reyAbu Abd-Allah, conocido por Boabdil, capituló ante los Reyes Católicos, entregándoles Granada .Lo que sigue a continuación fue un drama, pues si bien las condiciones de capitulación fueron generosas, por parte de los vencedores, poco tardaron en ser ignoradas y comenzó una persecución y culturización sin tregua de los moriscos que quedaron bajo dominio cristiano, hasta que tuvieron lugar las últimas expulsiones masivas de 1610, impulsadas por la Iglesia Católica, que tenía comido el coco a la Reina Isabel, que era una beata insoportable. Su marido, el Rey Fernando, pasaba bastante de estas cosas, y como era muy mujeriego, se dedicaba a tener amantes y muchos hijos ilegítimos. Cuando se quedó viudo se casó con una jovencita que lo llevó pronto a la tumba.
No quiero terminar esta historia de Al-Andalus sin referirme a otra personalidad grandiosa romántica y novelesca: El llamado por los cristianos Almanzor. Reinó en Córdoba y su verdadero nombre era Mohamed ben Abiamir, El Mansur, . Este fué un capitán en la corte cordobesa que enamoró a la sultana, quien se casó con él. Parece ser era “fermoso y de ancha espalda”, como dicen las crónicas. Almanzor fué el azote de los cristianos por muchos años, conquistó Santiago de Compostela e hizo transportar las campanas de la catedral a hombros de prisioneros cristianos hasta Córdoba, donde las convirtió en lámparas. Allí estuvieron hasta la caída de Al-Andalus, en que los reyes cristianos las devolvieron a Santiago a hombros esta vez de prisioneros musulmanes.
Y esta es una sucinta y pobre historia de Al-Andalus, un reino de leyenda único en el mundo,y muy mal conocido, sobre todo por los mismos españoles.

F I N

 


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