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Pieles NO

miércoles, 14 de junio de 2023

La isla de San Borondón

• San Borondón o San Brandán 'el Navegante' fue un monje irlandés que dedicó su vida a la evangelización de los pueblos en el siglo VI.
Se empeñó en ir a cristianizar a los habitantes de las Islas Canarias, que entonces estaban ocupadas por los guanches, un pueblo ya desaparecido, pero más bien tirando a rubio. Las canarias tienen fama de ser las mujeres más guapas de España, y casi todas son rubias.
 Según cuenta la leyenda, al oír relatos maravillosos sobre la supuesta isla, se lanzó al mar para encontrarla. La travesía duró siete años. Al parecer, cuando llegó de una vez por todas la islas, encontró una especie de isla-ballena. “Uno de los episodios más famosos de las navegaciones del santo irlandés”, apunta en su trabajo Martínez Hernández, “tiene que ver con el arribo a una supuesta isla que en realidad era un enorme pez, una especie de ballena”.
 Siempre en el terreno del mito, esa sería una buena explicación a las apariciones y desapariciones que sufre el islote. En cualquier caso, San Borondón no es el único nombre que ha recibido y recibe la isla. La Encubierta, La Non Trubada, Encantada, Perdida, Aprositus o Inaccesible son algunas de las denominaciones que también se han otorgado al territorio.
• • Todavía a día de hoy no pasan muchos años en que algún videoaficionado publica en redes sociales un vídeo en el que aparece una supuesta isla de San Borondón o un curioso asegura haberla visto, un proceso que contribuye, fuera de toda duda, a mantener vivo el mito.
 • • El fraile e historiador Juan de Abreu Galindo situó la isla de San Borondón a 10º 10’ de longitud y 29º 30’ de latitud en el siglo XVI. Antes, en 1367, el veneciano Pizzigano la había dibujado en su mapa a poca distancia de El Hierro. Toscanelli hizo lo propio en 1476 y el ingeniero Leonardo Torriani aseguró que había recorrido este islote alargado y salpicado de colinas durante el reinado de Felipe II. Fueron muchos los que atestiguaron que habían visto ese pedazo de tierra flotando en el Atlántico. Una ínsula que, si alguna vez realmente existió, se esfumó sin dejar rastro. Por eso, San Borondón -o San Brandán, como se conocía a la isla en la cartografía medieval-, ha alcanzado la categoría de leyenda. Un mito al que los canarios le tienen un cariño especial por la magia que supone que el terruño flotante aparezca y desaparezca a su antojo entre la densa niebla o las capas de nubes. Precisamente ese fenómeno es el causante de que la hayan bautizado como la Innacesible, la Encubierta, la Perdida, la Encantada o la Non Trubada.

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