Cuando terminó la primera Guerra Mundial, muchos nazis se refugiaron en España, bajo el amparo de Francisco Franco.
Muchos de ellos se integraron en el Ejército del Aire, del que formaba parte mi padre, aunque él no simpatizaba nada con la ideología nazi.
Yo a veces iba a bañarme a la piscina de la Base Aérea de Son San Juan, sobre todo cuando mi padre se pasaba el día allí.
Una vez ví a un hombre, alto y musculoso, salir de la piscina en bañador. El estaba alojado en la Base, y cual fue mi sorpresa al verle subir hasta el balcón de su habitación de esta guisa, ¡y por una cuerda gruesa con nudos, como si fuese Tarzán!. La tenía atada a los barrotes, y así hacía una gimnasia que se había inventado.
Pregunté a mi padre, y me dijo que era rumano y que se llamaba Eviricu.
También había otro con un apellido alemán, que se llamaba Müller.
Había más, pero no los recuerdo. Eran uno más entre los oficiales españoles.
En esa relación trufada de episodios oscuros entre Franco y el nazismo, hay un capítulo que sigue levantando ampollas. Se trata de la impunidad de la que gozaron en España personajes directamente relacionados con el Holocausto o destacados colaboracionistas, como Léon Degrelle, quien falleció a los ochenta y siete años en su retiro dorado de Benalmádena.
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| Leon Degrelle |
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