UNA SEMANA EN EL NIDO DEL CUCO
30-1-o8
La pasada semana estuve unos días en el manicomio de Son Llátzer, pues hacía varias semanas, desde antes de Navidad que tenía fuertes ataques de angustia que me duraban desde que me levantaba por la mañana hasta que me acostaba por la noche. Solo deseaba dormir, pues era como un suicidio, una muerte reversible. Hice 3 intentos de suicidio, de veras, desde la terraza de mi ático, que tiene una buena caída, pero no me atreví. Y eso que estaba desesperada. Pero siempre cuando estaba a punto de saltar se me abría dentro de mí como una lucecita que me decía: “ya pasará y podrás disfrutar de las cosas buenas”.Ahora no estoy bien, pero ya no es lo de antes, y no quiero dar la lata con mis enfermedades.
Pues hace unos 10 días, que la cosa se puso tan fuerte con los ataques de ansiedad permanentes, que ya no podía más, y fui con Paco al manicomio (ahora se dice unidad psiquiátrica o alguna chorrada por el estilo) del hospital de Son Látzer, de la SS. donde me ingresaron con los demás orates. Allí hay de todo. A mí me tocó por compañera a una chica menudita, de pelo lacio y que gracias a Dios no hablaba casi. Tenía esquizofrenia y neurosis obsesiva, y me pidió por favor que dejase siempre cerrada la tapa del váter, porque ella veía salir de allí gusarapos, culebras, boas y monstruos variados. Yo le hice caso porque sé lo que se sufre cuando se está en ese estado (a mí eso no me ha pasado nunca) pues yo lo he pasado muy mal, aunque de otra manera. Por suerte no hacía más que dormir, y yo los tres días primeros me los pasé durmiendo día y noche, y solo salía de la habitación para desayunar, comer y cenar. Allí se hace todo a golpe de pito, y había alguna de aquellas celadoras muy desagradables, que te humillaban, pues en un sitio así no eres nadie. Una experiencia de estas solo se la deseo a mis peores enemigos. Había una chica guapísima cuando tenía la boca cerrada, parecia un arcángel de Rafael. Digo lo de la boca porque cuando hablaba se le veía una enorme mella en medio de los dientes de arriba. Decía que había perdido al amor de su vida. Otro día dijo que estaba enamorada de una tía de las de allí, que era fea, gorda y simpática, que era otro de los amores de su vida. Se abrazaba a ella. Desde luego, no ha sido una estancia aburrida. Había una mujer-monstruo que debía pesar más de 100 kgs. y que necesitaba un sillón especial y que la atasen con correas para que no se deslizase hasta el suelo, pues no podía andar ni hacer nada sola. Había más chicas allí, pero la característica de las más jóvenes era siempre la misma: El andar sin levantar los pies del suelo, y con los hombros caídos y la mirada perdida, lo que les daba un aspecto así como de zombies o drogadas. A mí no me pasaba esto, caray. Nunca llegué a entenderlo. Había una vieja que se quejaba de que sus hijos la habían abandonado allí conchabados con un psiquiatra amigo suyo, y que nunca iban a verla. Otra que llevaba todo el ojo morado y moratones por todo el cuerpo, y que decía que era porque se le había caido encima un cajón.Yo no me lo llegué a creer. También teníamos a un exlegionario, lleno de tatuajes, un chico que lloraba siempre porque decía que había matado a su madre, un viejo que no hacía más que escupir, y muchos más casos, a cual más pintoresco. Pero a mí me fue bien, pues se me pasó la ansiedad y ahora estoy mejor, un poco depre pero es que, como soy una desequilibrada, me es muy difícil mantenerme en el término medio.
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