pieles no

pieles no
Pieles NO

martes, 5 de febrero de 2019

El silencio

Yo tuve la desgracia de "educarme" en el colegio de Las Teresianas, en Palma de Mallorca, desde los cinco a los 15 años.Ahora se llama Colegio Pedro Poveda, el santo fundador.
 Fueron 10 años en los que fui torturada psicológicamente por estas malditas mujeres, sus curas y mi madre. Yo estaba sola y no me podía defender.
Cuando mi madre iba a hablar de mí con ellas, le decían que yo estaba siempre en Babia, y que tenía "poco colegio". Esto era un orgullo para mí. Y era verdad que estaba en Babia, pero era un método de defensa. Me gustaba mucho leer libros de aventuras y tenía mucha imaginación, por lo que también escribía cuentos. Y en clase, mientras la teresiana de turno  se esforzaba en desasnarnos , yo galopaba por las verdes praderas de mi ingenio, pensando en lo que iba luego a escribir.
Yo era una niña inocente, pero no tonta. Aunque esas mujeres hubieran gustado de castigarme no podían, porque yo era una alumna estupenda, sacaba siempre sobresaliente y me portaba bien,ya que esa era la única manera para mí de librarme de castigos y hacerles rabiar.
Me llevaba bastante bien con las chicas y los temas del estudio no eran ningún problema para mí.
El problema mío era el religioso.
Allí nos estaban siempre dando la vara con la pureza, único pecado del que nos hablaban. De caridad, honradez, amor al prójimo y otras virtudes , nada de nada. Solo sexo y más sexo.
Recuerdo una vez en unos Ejercicios Espirituales que el cura, con un careto de reprimido que no se podía aguantar nos dijo literalmente la siguiente frase,de la  que aún recuerdo la entonación y la mirada fiera:
-Si ahora todas os murieseis, todas iríais al infierno...
Se oyeron sollozos y hasta una chica que siempre se estaba desmayando, entonces lo hizo estrepitosamente desde el banco que ocupaba en la capilla.
Yo esto del sexo lo descubrí enseguida. Era una niña, pero me masturbaba frecuentemente sin saber ¡que aquello era un pecado nefando!, y yo lo hacía porque me gustaba mucho, y tenía tan pocas alegrías allí dentro, que a veces pedía para ir al wc y allí pasaba un rato agradable.
Pero yo, que era más inocentona que un sello , cuando me enteré de que esto me llevaba directamente al infierno, me asusté, y mucho. Estaba literalmente aterrada, y sola.
Tan sola.
No podía hablar con nadie, pues mi madre también me advertía que no debía manipular mis partes, porque mi cuerpo era "la urna del Espíritu Santo" ¡toma ya!.y no debía profanarla.
 Yo me lo creía todo, y sufría muchísimo. Tenía unos 10 años, y mi unica alegría la tenía en verano, cuando íbamos a la playa y yo podía nadar. Entonces se me olvidaba todo.
Esta situación duró muchos años.
Pero el problema era que mi madre quería que yo cada domingo fuera a confesar y comulgar, y esto era una tortura para mí. Porque me daba mucha vergüenza decirle eso al cura, y me callaba, y luego en la fila de comulgar yo temblaba,pensando que iba a cometer una profanación recibiendo a Dios estando en pecado, y hasta más de una vez me cagué en las bragas.
Si esto no es torturar a una niña inocente, que baje Dios y lo vea.
Y así todas las semanas. Cuando llegaba el viernes empezaba a tener miedo. Ibamos con mi abuela a la Iglesia de la Misión, que quedaba cerca de casa. Yo me había buscado un cura viejo y sordo, y cuando me confesaba lo decía todo corriendo, y el pobre hombre me daba la absolución y ya estaba.
Yo era la más pequeña de la clase, junto con otra compañera que es la única amiga que guardo de aquel antro. Era considerada por las otras chicas como muy joven e inocente, y cuando "hablaban de chicos" enseguida que yo llegaba callaban.
Había una en particular que era varios años mayor que yo, y era guapa y de curvas rotundas. El cura, que se llamaba don Juan Juliá,y que ya debe estar requetemuerto, cuando la sacaba a dar la lección la ponía de pie frente a él y de espaldas a las otras. Y también me sacaba a mí, "la inocente", pensando que no me enteraba de nada. Entonces la guapa empezaba a avanzar las tetas hacia el curángano, jugando con el cinturón de la bata y retorciéndose como una cobra. Al cura se le salía la babilla de la boca, y aunque el bellezón era muy lerda, la aprobaba siempre. Como también a dos hermanas, una lista y otra tonta, con papa rico, que regaló las lámparas de la capilla, y así las hijas estaban siempre en los primeros puestos de la clase.(Como yo...)
 Después de algunos años de dejar el colegio me dijeron que el bellezón había muerto antes de los 20 .. Pobrecilla.
Ahora se habla mucho de los curas abusadores de niñ@s, y muchas mujeres mayores como yo cuentan que sus madres les aconsejaban llevar siempre encima un imperdible de los grandes, que, convenientemente estirado, se convertía en puñalillo que hacía bastante pupa, para clavárselo en las manos a los sotanoides o parroquidermos de manos demasiado largas.
Pero lo que más me escandaliza es que estos delitos han prescrito -porque eran delitos-y entonces nadie protestaba, ni las madres, ni los obispos encubridores, ni l@s niñ@s. Si a mí un cura me hubiera metido mano se lo hubiera ido a contar enseguida a mi madre. Pues nadie protestaba, porque eran tiempos de Franco, y la Iglesia tenía en España un poder enorme.
A mí las unicas cosas que me pasaron eran minucias. Cuando ya era un poco mayor una vez me fuí a confesar con un cura, quien me dijo que quería hacer algo más por mi alma y me citó el fin de semana en la iglesia para "hablar".


Yo nunca fuí. Pero tampoco lo conté a nadie,había demasiado miedo en el ambiente en aquella España de fusilamientos y torturas de las que nos enterábamos por "Radio España Independiente,Estación Pirenaica", que mis padres escuchaban. Y a pesar de ser bastante fachas (mi padre era milico y mi madre había sido de Falange) decían que aquella era la única manera de enterarse de algo, y me recomendaban no hablar de eso con nadie, pues podríamos tener problemas.
Pero lo que más me indigna de todo este asunto de la clericalla, es que las autoridades eclesiásticas, hasta el Papa, cuando sabían de algún cura pedófilo, no lo expulsaban de la Iglesia, que eso es lo que yo creo merecían, sino que lo cambiaban de parroquia, donde nadie le conocía, y tenía niñ@s nuev@s que sobar y violar.
Todos callaban.

-----------------------

Cuando ya estaba casada dejé de ir a la iglesia, y algunos años después, me converti al Islam.


No hay comentarios: