Unamuno portado a hombro por la intelectualidad de Falange. Fundación Univ. de Salamanca



GRANDES HISTORIAS 80 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO

Las horas finales de Unamuno: "España no puede perderse", gritó. Y murió

Reconstrucción de los últimos días del intelectual que nunca dejó de serlo. "Yo no lo he matado", gritó el falangista que le acompañaba.


Murió en 31 y en diciembre del 36, mientras se mataban en España "los hunos y los hotros", como contó en esa suerte de apuntes que publicarían póstumamente bajo el título El resentimiento trágico de la vida. Pero es 31 y es diciembre. 1936. Nieva en Salamanca -hay quórum entre las fuentes- y nieva sobre el caserón de la calle de Bordadores. Don Miguel de Unamuno muere, mal abrigado, con el pie ardiendo en la estufa y oliendo a quemado; como dentro de esa intrahistoria que él mismo famoseó.
Quien es la referencia intelectual de España pasa sus últimas horas sin saberlo. Recluido pared con pared con la muy salmantina Casa de las muertes.