El gran pintor Whistler hizo el retrato de un magnate de la industria inglesa y le pidió cien guineas por su obra. El retratado no quiso pagar y el asunto pasó a los tribunales. Ante el juez el retratado adujo:
-No creo que sea justo pagar cien guineas por el retrato en el que el Sr. Whistler empleó sólo tres horas.
-¿Es eso cierto?- preguntó el juez a Whistler.
-No, señoría- replicó el pintor.-Empleé cincuenta y cuatro años y tres horas.
El juez dió la razón a Whistler.
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Es un caso parecido y muy conocido el del señor al cual su coche hacía un ruidito sospechoso. Lo llevó a varios talleres, pero nada, el ruidito subsistia. Al fin en un taller el mecánico dijo:
-Ahora lo arreglo.
Y dió un golpecito con un martillo en un sitio determinado del motor.
El ruido cesó y el propietario del coche le dijo:
-¿Cuánto le debo?
-Quinientas pesetas.
-¿Quinientas pesetas?. Esto es un robo.Me hará usted una factura en forma.
-De acuerdo- dijo el mecánico.
La factura decía así:
"Por dar un golpecito de martillo: 1 peseta;por saber dónde se había de dar: 499 pesetas".
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