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Pieles NO

sábado, 18 de enero de 2014

El Corte Inglés, mafiosos y explotadores

Nuevo edificio en Madrid para ECI. Y van...
 
Yo vivo en Palma de Mallorca, a un tiro de piedra de una de las dos tiendas que El Corte Inglés tiene en esta ciudad.
Me resulta muy práctico, pues sin tener que desplazarme apenas puedo comprar lo que quiera, desde un barco a un carrete de hilo. Y todo lo que hay es de muy buena calidad, El supermercado es el mejor de la isla, y todo en general es  inmejorable.
Ahora, lo que me saca de quicio de ellos es lo mal que tratan a su personal. Los exprimen, los explotan, no les pagan las horas extra, y si tienen la desgracia de caer enfermos o de acatarrarse dos veces en poco tiempo, ya lo normal es que no les renueven el contrato. Tengo una vecina que está enferma de depresión porque al cumplir 50 años la echaron para sustituírla por otra más joven y con mucha menos experiencia, pero más mona. A mí me parece esto una asquerosidad. Cuando yo era chica se decía aquello de que "La antigüedad es un grado", pero esto ahora da solo risa y pena.
Casos así conozco bastantes. El Corte Inglés tiene muy mala fama por esto, por explotar a sus empleados. Estos días de fiesta han tenido que abrir y no les han pagado nada por esto.
Cuando el Corte construyó su primer edificio en Palma, en la Avenida, daba la casualidad de que vivíamos de alquiler en un piso que precisamente ECI quería comprar y echar abajo para construír  su nueva sede. A los propietarios les dieron una barbaridad de millones, nunca pudimos saber cuántos, pero se hablaba de unos 50 (en pesetas). Y a los que vivíamos de alquiler nos ofrecieron tres. Como torcimos el gesto, a los dos días habían subido a cinco, y al ver que aumentaban el precio tan deprisa todos los del alquiler dijimos que nanay, que no nos íbamos por tan poco. A mí me parecia una barbaridad, puies no había visto en  toda mi vida un millón junto, aunque para ellos era calderilla. Yo veía que a cada día que pasaba nos subían un millón, hasta que se pusieron duros y nos amenazaron con llenar de gitanos los pisos que se iban quedando vacíos, y que nos harían la vida imposible. Yo hubiera esperado un par de días más, pero mi madre, que también vivía en un piso allí, dijo que no aguantaba más aquella tensión y que iba a aceptar. Entonces aceptamos todos menos un señor, el cual, por esperar dos días más, consiguió un par de millones más que nosotros.
 
 
El día en que nos iban a dar la pasta parecía una reunión de Al Capone en tiempos de la Ley Seca.
Nos citaron a todos en la notaría de Capdellá, pueblo pequeño y discreto del interior de la isla.
Al llegar allí nos encontramos a unos cuantos peces gordos del Corte Inglés y varios gorilas, que nos miraron con ojos aviesos y amenazantes. Entramos en una sala de la notaría y detrás de nosotros se colocaron los gorilas, con aspecto de decir "si te rajas, te rajamos". Yo no tenía ninguna gana de echarme atrás, pero aquel ambiente amenazador y prepotente me molestó muchísimo.Los señores ejecutivos del CI nos dijeron que nos iban a dar tres millones cash y cinco en negro. A Paco  esto del negro no le gusto nada, pues es un hombre terriblemente honrado, que ya tuvo que dejar su buen trabajo en una empresa mallorquina peor que los Golfos Apandadores porque querían enredarle en sus chanchullos y prefirió mandarles a todos a la porra.
Como eso era diferente y no íbamos a rechazar unos millones caidos del cielo (?), firmamos todo lo firmable y nos fuimos a casa en plan Tío Gilito, con la pasta así, en las manos, como si llevásemos estampitas.
Esto es lo único bueno que sacamos del Corte Inglés, y el darnos cuenta de que son unos explotadores y se dan cuenta de que pueden comprar lo que quieren y a quien quieren. Y encima soy una buenísima clienta suya, que me tendrían que hacer un homenaje porque todo se lo compro a ellos.
 
 

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