pieles no

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Pieles NO

domingo, 26 de enero de 2014

La leyenda de Lady Shalott

LA LEYENDA DE LADY SHALOTT
Lady Shalott, de quien dicen que antes fue una poderosa bruja y cuyo nombre
era Elaine, vivía encerrada en la torre de un castillo situado en la isla de
Shalott, isla que se encontraba muy cerca a las míticas tierras de Camel
ot.
Condenada por una antigua maldición a ver el mundo sólo a través de un
espejo mágico, le estaba totalmente prohibido asomarse por la ventana. Así,
ella podía ver lo que ocurría fuera pero nadie podía verla a ella. Las gentes del
lugar tan sólo conocía
n su voz, el dulce y melancólico cantar que la
acompañaba en su irremediable soledad. Su cantar y sus tapices...
Ocupaba sus horas tejiendo preciosos tapices en los que plasmaba todo aquello
cuanto el espejo le mostraba. Conoció así no sólo Camelot sino tam
bién al Rey

 
Arturo y a los Caballeros de la Mesa Redonda.
Pero he aquí que un día uno de ellos llamó especialmente su atención y no
podía dejar de mirarlo. Era Sir Lancelot, sin duda el más gallardo y apuesto de
todos los hombres al servicio del Rey Ar
turo. Tanto le impresionó que pronto se
dio cuenta de que de él se había enamorado sin remedio y de que necesitaba
verlo sin la intermediación de su espejo.
Entonces osó asomarse a la ventana y lo buscó en la lejanía... En ese preciso
instante el espejo se
rompió en mil pedazos mientras que por toda la estancia
un viento huracanado levantó por los aires los tapices y los arrojó por la
ventana profanada, cayendo por doquier. Su suerte estaba echada.
Lady Shalott huyó del castillo y subió a una barca rumbo a
Camelot, esperando
llegar antes que la inevitable muerte que sabía que la buscaba. Un cántico de
despedida comenzó a emanar de su garganta, cántico que dejaba una estela de
honda tristeza a su paso.
Cuando su pequeña embarcación llega a la orilla ya es
tarde. Su cuerpo yace ya
inerte. En una mano lleva un lirio y en la otra una carta escrita durante el
viaje, único testigo ya de su amor desgraciado.
Cuenta que el propio Sir Lancelot, tras conocer esta triste historia, rogó,
embargado de una honda emoció
n, por el alma de la joven Lady Shalott

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