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martes, 27 de enero de 2015

La anorexia nerviosa

Anorexia nerviosa:
 
       ¿Qué es?
La anorexia nerviosa es un desorden alimenticio y psicológico a la vez. Esta condición va más allá del control del peso: el enfermo inicia un régimen alimenticio para perder peso hasta que esto se convierte en un símbolo de poder y control. De esta forma, el individuo llega al borde de la inanición con el objetivo de sentir dominio sobre su propio cuerpo. Esta obsesión es similar a una adicción a cualquier tipo de droga o sustancia. Hoy en día, se registran 4 casos de anorexia por cada mil personas.
Las características esenciales de este trastorno son la distorsión de la imagen corporal, sin reconocer el progreso de la delgadez y el sentimiento general de ineficacia personal. Al principio es sólo una cuestión de grados lo que diferencia a la anoréxica/o de los demás: ante un fracaso o siguiendo el consejo de una amiga surge el deseo de perder peso. Se ponen a dieta y se convierten en grandes expertas en el mundo de la dietética, siguiendo unas consignas mucho más duras y rígidas que las de sus amigas. Cuando las demás han dejado de hacer dieta, la persona con anorexia continúa. La gente le dice que está muy flaca y a ella le encanta oírlo. Le gusta animarse a seguir perdiendo más peso aún. Comienza a desarrollar hábitos alimentarios particulares y rígidos: sólo come determinados alimentos en determinadas cantidades, parte la comida en pequeños trozos y la separa... Aunque tenga hambre es tal el miedo a dejarse llevar que siente la necesidad de mitigar sus efectos y evitar el aumento de peso bebiendo mucho agua, utilizando laxantes o vómitos o realizando una actividad física exagerada. Todas estas conductas anómalas se acentúan a medida que progresa la enfermedad, al igual que las complicaciones físicas: la inanición vuelve al organismo mucho más vulnerable a infecciones, problemas gastrointestinales o hipotermia. Se pierde la menstruación, el pelo se cae, la piel se seca y pierde color. A nivel psicológico aparecen síntomas de depresión, cambios de carácter y distorsión en la imagen corporal que suele ir acompañada de una negación del problema. Siguen viéndose gordas a pesar de estar escuálidas o siguen expresando una gran insatisfacción con su cuerpo y su imagen. Su cuerpo se ha convertido en la definición de su valía como personas y a pesar del estricto control que ejercen sobre él, siguen sin gustarse.

Actualmente no existe una causa única para la anorexia nerviosa, aunque las investigaciones han arrojado ciertas pistas en el campo médico y psicológico. Al igual que en la bulimia, las causas de la anorexia son múltiples y difíciles de valorar. Todas ellas, tantos las individuales como las familiares, sociales y culturales, deben tenerse en cuenta de cara a un tratamiento. Hay muchos enfoques distintos pero todos ellos señalan dos fases en el tratamiento de este problema: como primer paso debe recuperarse el peso a través de una realimentación controlada médicamente. La recuperación física trae consigo una mejora en algunos aspectos psicológicos como la percepción de la imagen corporal o la obsesión por el peso. Una vez que el estado físico ha mejorado, el tratamiento se centra en los pensamientos, sentimientos y conductas que resultan poco adaptativos. Se trata de mejorar la autoestima y de estimular nuevas formas de expresar sentimientos y valorarse a sí mismo, reconciliando a la persona con su cuerpo y sus necesidades.
Algunos expertos creen que esta enfermedad se origina en las altas demandas de la familia y la sociedad: el ciclo destructivo comienza con la presión que el individuo siente por ser delgado y atractivo. El problema se centra, entonces, en una baja autoestima.
Para otros investigadores, la anorexia nace a raíz de otro problema. Este tipo de desorden podría desarrollarse en cierto tipo de familias disfuncionales, ya observadas anteriormente en casos de pacientes anoréxicos. En ellas, los miembros se vuelven tan interdependientes que no pueden alcanzar su identidad como seres individuales. Parte de esta disfunción se traduce en un miedo a crecer por parte de los niños de la familia. Entonces, especialmente las niñas, comienzan una dieta para evitar que sus cuerpos se desarrollen.
A pesar de que las causas orgánicas aún no están identificadas, hay cierta evidencia de que parte de la disfunción se origina en el hipotálamo, una parte del cerebro que regula los procesos metabólicos.
La anorexia nerviosa es un desorden difícil de diagnosticar debido a que el paciente esconde y niega su condición de enfermo. Rara vez el individuo anoréxico buscará ayuda pues la pérdida de peso en sí no es vista como un problema. El diagnóstico actual se realiza solamente cuando aparecen otras complicaciones médicas como la amenorrea o problemas gástricos y se basa en cuatro criterios básicos:
La negación del individuo a mantener el peso del cuerpo cercano a su ideal, según su estatura y edad.
Un miedo intenso a engordar, aunque el peso sea inferior a lo normal. La auto percepción se distorsiona y el individuo no reconoce o asume la extrema pérdida de peso. Finalmente, en mujeres que ya tienen su ciclo menstrual, existe una alta probabilidad de amenorrea (suspensión de la menstruación).
 
El tratamiento va mucho más allá de la recuperación del peso perdido. Paralelamente a una alimentación nutritiva, el individuo deberá someterse a una terapia psiquiátrica. Esto implica que el tratamiento puede ser guiado tanto por un médico clínico, como por un psicólogo. En los casos más extremos, el paciente deberá ser hospitalizado



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CUENTAN SUS HISTORIAS

10 impactantes fotos del antes y el después de personas que han superado la anorexia

Obsesionarse con perder peso no es ningún juego y de sobras es conocido que puede desenvocar en trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. Estas enfermedades las sufren especialmente los más jóvenes por diferentes factores que le han llevado a querer perder peso de forma descontrolada.
El portal Distractify ha recopilado varias historias de personas que han superado estas enfermedades y explican lo duro que fue luchar contra ellas.
 

Trastornos alimenticios
Jo Thomspon | Foto: mirror.co.uk
Ponte A Prueba Barcelona  | Actualizado el 07/10/2014 a las 18:19 horas
Jo Thompson. A los 11 años desarrolló un trastorno de alimentación debido a la ansiedad. A los 17 años llegó al extremo en que le dieron 48 horas de vida y decidió empezar a trabajar en un McDonald's para ver si viendo a gente comer ella podía hacer lo mismo. Allí se enamoró de su jefe y fue la razón por la que empezó a recuperarse. Actualmente siguen juntos y tienen dos hijos.

Harriet Smith. Estuvo a punto de morir cuando bajó hasta los 34 kg. Ahora pesa 55 y se ha recuperado gracias a su fuerza de voluntad y al deporte.

Heather Franks. Estuvo tan delgada que los médicos quisieron ingresarla en el hospital. Fue en un viaje a Disneyworld donde, como nadie la conocía, decidió comerse un trozo de pizza y cambiando por completo su visión sobre lo que le estaba ocurriendo.

Rachel Johnson. Desarrolló su enfermedad a los 20 años y llegó a pesar 28 kgs al obsesionarse con modelos y famosas y sus "cuerpos perfectos". Actualmente se ha recuperado y junto con su madre presionan a revistas y medios para que no retoquen digitalmente las imágenes de las celebridades para parecer perfectas y evitar que otras chicas pasen por lo que pasó ella.

Lauren Bailey. Sufrió anorexia durante 10 años y llegó a pesar 22,5 kg. Caminaba hasta 12 horas diarias para no ganar nada de peso. Tuvo que pasar una larga temporada en el hospital para poder vencer su enfermedad y ahora explica su historia para evitar que a otras chicas les pase lo mismo que a ella.

Hayley Wilde. Padeció anorexia durante 8 años y estuvo hospitalizada una larga temporada en el hospital. Su pelo empezó a caerse y dejó de tener menstruaciones y los médicos le daban una semana de vida. Fue mejorando poco a poco y la cura le llegó al quedarse embarazada. Hayley decidió empezar a comer y llevar una vida saludable para poder dar a luz y cuidar de su bebé.

Kate Puncher. Desarolló anorexia después de que su ex novio amenazara con dejarla si engordaba demasiado. Por suerte Kate conoció a Barry, que le ayudó a vencer su enfermedad comprándole un vestido de novia dos tallas más grandes que la suya y diciéndole que tenía que llenarlo para que pudieran casarse.

Antonia Eriksson. Su primera foto de Instagram fue en la habitación de un hospital en el que se encontraba ingresada para vencer su anorexia. Desde ese momento utilizó la red social para documentar su lucha hasta su total recuperación y actualmente se ha convertido en un icono de inspiración y superación.


Matthew Booth. El estrés en el instituto ayudó a desarrollar su anorexia y estuvo tan enfermo que su corazón llegó a detenerse. Esta experiencia tan cercana a la muerte afectó mucho a su madre y al verla así fue cuando se concentró en recuperarse. Actualmente Matthew es un chico sano y ha recuperado la confianza en sí mismo.

Meg. Ella misma detectó su enfermedad y pidió ayuda a sus padres cuando estaba en el penúltimo año de instituto. Acudió a terapia y a un dietista y empezó a ganar peso y a practicar deporte. Actualmente tiene un blog en el que da consejos sobre comida y cómo llevar una vida saludable.

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