DESPISTES Y LEGIONARIOS
Yo
provengo de familia de despistados. Tal vez sea que tenemos tanta vida
interior, que las banalidades cotidianas nos resbalan, a menos que nos
resbalen encima y quedemos hechos un asco. Yo, de toda la vida, cuando
alguien me suelta un rollo, lo escucho, porque fui una niña bien educada de
derechas.Pero si el rollo no me interesaba, ponía el piloto automático y
expresión así como de interés sonriente,e iba diciendo que sí con la cabeza,
y si mi interlocutor subia el tono irritado entonces yo sospechaba que
habia sido objeto de alguna vejacion o estaba enfadado con algo y decia algo
asi como ": "Qué cosas""Oooohhh","qué
barbaridad" y todo iba muy bien. Por la calle yo voy pensando en mis
cosas. El pilotito impide que me chafen los buses o me arrollen las bicis.
Pero yo voy a mi bola. Desde siempre. Se ha dado el caso de cruzarme con mi
padre y no saludarlo. Para mi la otra gente viandante son bultos, y tienen
que hacer algo muy singular para que yo los mire. Esto me ha dado siempre
fama de estupida y "creida". No sé, por ejemplo, si hay una pelea
tumultuaria con navajas, miro, procuro enterarme de que va la cosa y
observo.Las truculencias me chiflan. Nunca perdonaré a mi madre que cuando me
estaba casando por Inglaterra, me tirase toda mi colección de periodicos de
"El Caso". Yo estaba enteradisima de las andanzas del Arropiero, de
El Lute, que, como siempre he tenido un ramalazoácrata , me caia muy bien,
etc.Y similares. Pero no por esto soy insolidaria. Si puedo ayudar, ayudo.
Recuerdo una vez en mis twenties, que regresaba del Luliano (he ido a
estudiar tanto al Luliano que creo que los pasos que he dado yendo y viniendo
se acercarian al perímetro del Ecuador). Pero a mi me gusta andar, si no
estoy cansada (últimamente estoy chafada y como ausente, pero no callada, y
lo achaco a que estoy en los umbrales de la tercera edad. Bueno, vuelvo a mi
acto solidario porque sino se me va la olla. Yo volvía una noche gélida de
invierno por la Rambla de regreso a casa de mis progenitores, el viento
aullaba y revolvía las hojas, y en el derruido Cuartel del Carmen vi un
hombre agachado , sentado contra el quicio, y que daba gruñidos. Hacia un
viento helador, y la noche seria de aúpa. Yo pensé: "Este payo está
borracho y se va a quedar aquí toda la noche y mañana amanece
pajarito".Entonces, siguiendo mis buenas inclinaciones naturales, me
acerqué, y entablé conversación con él. Era gordo, de edad imprecisa y cara
roja. Le pregunté que cómo se encontraba, pero parecía estar más interesado
en blasfemar contra Franco que hablarme de sus achaques, y me quedé, pues
prometía ser más interesante. Si hubiese estado enfermo tambien me hubiese
quedado, por supuesto. , no quería decir eso. A mi me da mucha pena la gente
y los animales que mueren de frío en invierno. Me dijo entrecortadamente con
aguardentosa voz que había sido legionario,el montón de putadas que le habían
hecho, y que la culpa de todos sus males era Franco.Como en este último punto
estábamos completamente de acuerdo, ya me cayó simpatiquísimo. Mientras, se
habia formado un corrillo de tres o cuatro personas,algunos estudiantes
rezagados como yo,un señor mayor, .. a quienes yo trataba de
concienciar de que si dejábamos a aquel hombre allí lo matábamos, y hubo
murmullos de asentimiento. Para abreviar, conseguí que un chico y dos señores
se lo llevaran a pasar la noche a la Pensión del Carmen, calle encantadora
que en mi niñez estaba llena de putas, pero no como las de ahora, sino de la
tierra.Recuerdo a "La Escacharratios" de Murcia, y a "La
Tigresa", de Jaén. Tambien habia que eran gitanas, guapas y que parecía
que las habían aceitado.Entre todos pagamos la pensión del desgraciado y nos
fuimos con la conciencia tranquila.
Ahora no
sé por qué he explicado esto, pues yo habia empezado a hablar de despistes.
Bueno, para despistes, mi madre. Una vez se fue a dar un pésame, y como
debería estar pensando en alguna frivolité, le espetó a la viuda.
¡Enhorabuena!. Cuando reaccionó ya no habia remedio. No se volvieron a
dirigir la palabra. Mi madre también, dentro de su lado frivolón, era muy de
la clericalla, e iba a misa y a comulgar todos los domingos. A mi me hacia ir
con mi abuela. Bueno, pues en la Sala Augusta, un día que íbamos al cine, se
inclina hasta la taquillera y le dice:
-Ave Maria
Purísima- como si quisiese confesarse.
-Sin
pecado concebida. ¿Cuántas quiere?-le contestó, inmutable, la taquillera, Eso
es profesionalidad.
Me largo,
ya seguiré otro rato, porque oigo que Paco viene con cosas. Paco es el Papá
Noel de esta casa. Yo, la madrastra de Blancanieves. Y mi padre, no sé...algo
así entre el oso Yogui y Maquiavelo,.
Santas y
buenas.
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