Yo trabajé durante muchos años en la Oficina de Turismo de Jaime III, en Palma, con un señor que se llamaba Juan Miguel Sarmiento y que era un afrancesado, más o menos como yo. Más bien más. Había vivido largos años en París y conocía bien a nuestros vecinos. Siempre me decía que los franceses tenían cosas admirables, pero que en el fondo eran unos frívolos y unos insubstanciales. Yo creo que tenía razón.Nuestros vecinos, además de odiarnos y despreciarnos, tienen cosas insuperables, como los perfumes, los quesos y los vinos, y la cocina en general, aparte de algunas especialidades locales vomitivas, como la "doube" en la parte de la Val de Loire. Allí cogí una de las indigestiones más memorables de mi vida, comiéndome un confit d'oie que era una bomba.Pasé una noche horrible, vomitando hasta la primera papilla. Ahora ya no como canards, ni patos, ni gallinas,ni oies, puesto que me he convertido en ovolactovegetariana. Pero los quesos, que se quiten los ingenuos que fabrican los suizos o los holandeses,porque los bleus, el Camembert, el Brie, el Roquefort franceses, y otros muchos, son manjar de dioses.¡Y qué vinos! un Bordeaux o un Bourgogne dejan atrás a cualquier tinto español, y no hablemos del Champagne. Y como perfumistas no tienen parangón. Pero sus novelas, sobre todo las modernas (ya no quiero hablar de genios como Balzac, Zola, Dumas, Proust, etc...)es que no son ni chicha ni limoná,salvo honrosas excepciones. Carecen de toda profundidad, de pasión, de angustia, de grandeza, en fin... todo se lo toman a chunga.Porque la frivolité se inventó en Francia. Los españoles se suelen pasar, pero los gabachos no llegan.Un detalle que me contó mi compañero Sarmiento, y que no tiene gran cosa que ver con lo que he dicho, pero algo sí. Un día iba en un autobús público y pasaron por un parque en el que había una pareja follando como micos. Todo el autobús se emocionó:
"-¡¡Ah, les amoureux..!!!"
Todos bocabadados y apapanatados mirando explayarse a la parejita. Mi compañero, como buen español de buen seso, que diría el Cid, pensó algo así como que qué manera de joder los condenados. En estos detalles se retrata el alma de un pueblo.Hélas, hélas.
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