pieles no
jueves, 3 de septiembre de 2009
Cosas de médicos
Los médicos no pueden sufrir que les hagan consultas por la calle.El famoso médico barcelonés Bartolomé Robert, hallo a un inoportuno que enmedio de la calle le expuso la serie de sus males, que eran muchos, y por último dijo:
-No sé qué hacer ni adónde ir, doctor.
-Muy sencillo. ¿Por qué no va a la consulta del doctor Robert?
Al doctor Letamendi le acosaban tambien con preguntas enmedio de la calle, para que les salieran gratis las consultas.Para acabar con dicha costumbre ideó un sistema. Cada vez que alguien le preguntaba algo, respondía:
-Bien, bien. Vamos, cierre usted los ojos y enséñeme la lengua.
Dicho esto se largaba, dejando al importuno enmedio de la calle con los ojos cerrados y un palmo de lengua fuera.
El profesor Lariboisière, de Paris, tampoco podía sufrir que le hiciesen consultas en la calle.Cuando así lo hacían, respondía con toda seriedad:
-Bien, ahora lo veremos. ¿Quiere usted hacer el favor de desnudarse?
La gente cree que las profesiones liberales e intelectuales no deben ser remuneradas. Cualquier individuo es capaz de ir al médico a que le firme un certificado y asombrarse de que éste la pida un pago por ello.
-Pero...¿por sólo una firma?
Sí, señor.Si sólo fuese por una firma, ¿por qué no le firma el certificado su portera?. Si la tal firma tiene alguna utilidad por algo será, y este algo debe remunerarse. La carrera de médico es un capital desembolsado que debe amortizarse, y aunque solo fuese por este argumento crematístico, debieran dejar de protestar los que lo hacen y que generalmente no entienden de otras razones.
Es curioso que quien pretende que el médico le visite o el abogado le aconseje gratuitamente es incapaz de pedir lo mismo a su zapatero o a su carpintero, por muy amigos que sean.
Cierto importuno encuentra a un médico por la calle y le dice:
-Una pregunta, doctor. Cuando usted está tan resfriado como yo, ¿qué hace?
-Toser...
PACIENTE BROMISTA
Un gracioso quería burlarse de su médico. Va a su consulta y le expone la extraña enfermedad que pretende tener: No puede decir una palabra sin mentir. El doctor, que ha adivinado enseguida la broma, no vacila. Responde al bromista que su caso, aunque raro, no es excepcional. La curación es segura. Pide a su cliente que vuelva a su despacho al día siguiente a la misma hora. Así lo hace el bromista, curioso de saber como acabaría aquello . Entonces el doctor le presenta en una cajita unas pildoras y le dice:
-Tome dos y mastíquelas lentamente.
El otro obedece y de pronto hace una mueca, escupe con asco y dice:
-¡Pero si esto es mierda!
-Efectivamente,-dice el doctor. Ha dicho la verdad. Está usted curado.
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