Mucha gente, sobre todo mujeres, tienen apuro en llevar alguno en el bolso, por si les sale un apaño y lo tienen que sacar, pensando qué opinará de ellas su pareja ocasional (o no tanto). Yo creo que deberían pensar que más vale una vez rojo que ciento amarillo, y que lo que piense la persona en cuestión no importa nada comparado con la posibilidad de infectarse con el virus del SIDA.
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