Se aplica a aquello exquisito y de alta calidad, incluídos los manjares. En Lope de Vega, por ejemplo, se encuentra esta comparación en unos versos dedicados a dos de sus gatas: "Motrilla" y "Palomilla", la flor de la canela de la Villa". Está visto que Don Lope, amén de hacer ripios como(mejor) que yo, también era un gatófilo de pro, como yo. Cuando era niño, el pobre Lope no podía dejar de hacer ripios más o menos buenos, porque había nacido poeta, y su madre, que se creía que se cachondeaba de él, le pegaba buenas tundas por eso. Pero no podía evitarlo el pobre.
Anécdotas aparte, la canela siempre ha sido una especia muy apreciada y antigüamente era carísima, lo cual, unido a su estupendo sabor, la convertía en un tesoro culinario. Era lógico, pues, deducir que la flor del canelo debía ser una maravilla de olor y belleza, aunque nadie la había visto nunca. Parece que es una florecilla que pasa inadvertida y más bien sosita.
A mí, que la canela chifla, hace tiempo inventé una especie de ponche a base de esta especia, y que está buenísimo: Se mete en la batidora un vaso de leche, miel, chocolate en polvo, una yema de huevo,un chorrito de moscatel (si se quiere) y mucha canela. Se bate y esto levanta a un muerto.
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