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Pieles NO

viernes, 21 de mayo de 2010

De Senectute



Este libro de Cicerón me lo recomendó mi psiquiatra una vez que le dije que me daba miedo la vejez.Y es que cuando un@ está jubilad@, sea anticipadamente o no, empieza a pensar que su vida ya está en la recta final, aunque esa recta pueda ser muy larga. Pero no hay duda de que ya se tiene la vida más por detrás que por delante o alrededor. Cuando yo era jovencita mi madre siempre me decía: "¡Ay, qué suerte tienes!¡no te das cuenta!. Tienes toda la vida por delante...".Pues a mí esto me hacía maldita la gracia, ya que pensaba en la cantidad de sufrimiento y también de felicidad que me esperaba, y yo, que he sido siempre vaga por naturaleza, el pensar en tanto trabajo por hacer me agobiaba. Yo siempre le respondía: "-Sí, pero a mí me va a tocar enterraros a todos". Entonces mi madre se enfadaba y ya no me decía nada más. Ahora pienso igual. Con eso de que las mujeres somos tan correosas que casi siempre vivimos más que los hombres, y dado que Paco tiene 7 años más que yo, la verdad es que temo quedarme viuda, me da muchísimo miedo. Y me vea de nuevo ante la misma tesitura que en mi primera juventud: Otra vez voy a ser la entierramuertos, gatas y canarios incluídos. Ya he enterrado a mis dos abuelas,a mi abuelo, a mis padres, a dos gatas querídísimas,a mis pájaros, y estoy hasta las narices de agonías varias. Las he vivido todas en directo. Hay gente que no está presente cuando sucede un óbito, pero yo siempre he estado al pie del cañón. O de la cama, vaya. Y estoy contenta,pues he podido despedirme. Pero ya me gustaría no tener que ser siempre yo la que tenga que repartir y liquidar las cosas de los demás.Y sobrellevar un luto.
Cuando leí el libro de Cicerón y me entrevisté de nuevo con mi loquero, le solté una andanada muy poco propia de una señora que se supone que soy. Le dije que cómo pretendía compararme con Cicerón, un señor que era rico, se había retirado al campo, a sus tierras de la campiña italiana -que es una maravilla- para no hacer nada hasta que se muriese; que tenía cientos de servidores y esclavos, y que así ya podía uno morirse en paz. Además, tenía amigos.
Vaya, que el librito no me gustó nada. Se llama "De Senectute". Se puede encontrar en español como "La Vejez".
A veces comento con amigas de mi quinta y con Paco, que en lo que más notamos los años es en la memoria, pues me ocurre que antes, cuando quería decir el nombre de un escritor, un artista de cine, un libro o lo que fuera, no tenía que pensar nada, pero ahora muchas veces no me acuerdo enseguida y tengo que escarbar en mi memoria.Simone de Beauvoir sería muy inteligente, pero esto de cumplir añaos lo llevaba fatal, mucho peor que yo. Recuerdo que en sus memorias, me parece que es en el tomo "La force des choses", dice amargamente que ahora ya no puede trepar por las montañas como cuando tenía treinta años. Bueno, pues esto a mí se me importa un ardite. Me dá más rabia lo de la memoria,aunque la verdad es que tampoco me da demasiado coraje. Lo que me atemoriza es perder las facultades, ser dependiente. Yo no quiero dejar nunca mi casa. Antes muerta que en un asilo, por lujoso que sea.
Pero el envejecer también tiene sus ventajas. Releí el libro de Cicerón y me dí cuenta de que no lo había hecho con detenimiento, pues dice una cosa que yo siempre he pensado, al menos desde que ya no trabajo. Jubilación viene de júbilo, y aunque algunas personas se deprimen, a mi no me pasa. Estoy jubilosa y contenta porque ya no tengo responsabilidades como cuando era jefa de mi oficina, que tenía otros jefes por encima y subordinados por abajo. Ya decía Marco Aurelio que un cargo es una carga. A mí me gustaba mucho mandar, pero es pesado. Ahora no me tengo que preocupar de nada de eso. También me alegra el haber hecho casi todas las cosas que tenía pendientes de hacer en esta vida. Yo de pequeña era una niña bastante cursi. Recuerdo que cuando la gente me preguntaba que qué quería ser de mayor, yo indefectiblemente contestaba:"-Yo quiero llegar a vieja satisfecha de mí misma". Y lo he conseguido. Bueno,espero que aún la vida me reserve cosas buenas. Pero la mayor parte del trabajo ya está hecho. Esto me proporciona una gran paz. A Cicerón le pasaba lo mismo. Y es que yo he tenido suerte en la vida. O no, sino que he sabido montármelo. No soy modesta, pues la falsa modestia no me va nada. Yo sabía bien lo que quería de la vida, y poco a poco, pasito a paso, he ido avanzando por el sendero que yo misma me había trazado. Algo así como aquello de que se hace camino al andar.
Ahora me han operado de la cadera derecha, y he quedado muy bien. Hace dos años me operaron de la otra, y chachi piruli. Tengo baraka. A ver qué me reserva el futuro. Espero que sea soportable. Como dice la oración coránica: "Dios mío, no eches sobre mis hombros un peso que no pueda aguantar".
Allah Akbar.

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