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Pieles NO

miércoles, 7 de julio de 2010

Viajar en silla de ruedas





Ir de vacaciones, cuando se está en silla de ruedas, es ya toda una aventura. Por eso hay que planificarlo todo bien, para evitar sorpresas desagradables.
Primero hay que pensar en el transporte. Lo más simple, cuando se puede, es ir en coche, adaptado si es el minusválido quien conduce. Casi nunca se puede evitar el tren o el avión.Antes de comprar el billete, hay que informarse sobre los servicios ofrecidos a personas de movilidad reducida. Casi siempre los hay, pero las compañías necesitan saberlo antes para organizarlos.
También hay que informarse sobre las posibilidades de alojamiento. Desde luego, puede ser hasta divertido desembarcar en los antípodas sin saber dónde se va a dormir esa noche. No es imposible viajar así, incluso en la silla. Pero un@ se expone a pasar un mal rato, cuando hay hoteles que disponen de habitaciones adecuadas. Si se conocen de antemano no hay problema.
Lo mismo con las visitas que se quiere hacer en el lugar de vacaciones. Hay que informarse antes. ¿Hay una rampa para minusválidos?¿y los lavabos?
Informase antes de los servicios médicos próximos al hotel donde se va a estar. Siempre da tranquilidad el saberlo.
Las Oficinas de Turismo suelen tener este tipo de información. Pero donde hay que preguntar antes que nada es en la misma agencia de viajes que reserva el viaje o los billetes.
En el extranjero, también dirigirse a las Oficinas de Turismo, que saben estas cosas, o, antes del viaje, buscar información en Internet.
Los guías turísticos SI saben todos estos detalles. Pueden ser de gran ayuda.
Cuando se dedica un@ a ir de viaje, hay que pensar cómo: ¿Sol@, con amig@s, en familia? ¿En el país vasco o en Burkina Fasso?.Desde luego, el ir en silla de ruedas complica la vida si un@ se mete en aventuras.
Viajar solo no es imposible, pero hay que ir mentalizado a "sufrir" un poco. Y tener experiencia de viajar. Si es la primera vez, mejor con un acompañante fuerte y saludable. Pero eso no quiere decir que este acompañante tenga que hacer de enfermero. Es pues importante elegir un viaje en el que el inválido tenga la mayor autonomía posible.
El país al que se vaya no importa mucho. Sea tercermundista o supercivilizado, todos tienen sus pegas y ventajas. El mayor problema puede ser ir a un sitio con los caminos no asfaltados, pues una silla no puede andar sonre la arena, o las piedras. Pero hay países pobres, como Marruecos, en los que se circula aún en carricoche. Los caminos, por ejemplo, en el zoco de Marrakech, están adaptados a esta clase de vehículos.
¿Y la mirada de los otros?. Todo es cuestión de perspectiva. Los países más cómodos en este sentido son los de América latina, pues la gente ni te mira, va a lo suyo y lo mismo le da que se vaya en silla o con una maceta en la cabeza. Están acostumbrados a todo.
Las personas con movilidad reducida tienen a menudo problemas de regulación térmica. Pueden ser excesivamente sensibles al calor o al frío. Hay que tener esto en cuenta al elegir destino.
Cuando se viaja en avión no hay ningún problema, pero hay que decirlo al comprar el billete para que la Compañía pueda prever todo. En el avión, solicitar estar colocad@ cerda de una salida de socorro. Hay más sitio. A bordo hay otra dificultad: Ir al wc. Incluso las personas válidas tiene dificultades para llegar y meterse en un sitio tan reducido. Hay que prever esto.
Cuando descienda del avión, si ha avisado antes a la Compañía, Vd. será recibido por un representante de la misma, o del hotel donde vaya a estar.
Viajar en silla de ruedas no es tan tremendo. Solo hace falta estar acostumbrado a desenvolverse solo, no tener miedo y tomarse las cosas como vienen, con sentido del humor y valor.

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