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Pieles NO

viernes, 25 de diciembre de 2015

Catalina II la Grande, zarina de Rusia. Que era alemana

            
Grigori Orlof



El mobiliario fálico de Catalina la Grande
Retrato de Catalina II de Rusia.
 
Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zerbst llegó al trono de Rusia por la ambición de su madre. Nacida en Polonia, en el seno de una familia de  alcurnia, siempre estuvo predestinada a ocupar un lugar importante, aunque seguramente nunca imaginó que sería una de las reinas más influyentes de la historia. Tras varias intrigas en las que destacaría la gran insistencia de la madre porque su hija llegara al trono de Rusia, Sofía consiguió ganarse la confianza de la emperatriz Isabel, tía del futuro zar, y del pueblo ruso, haciendo que finalmente su boda se celebrara en 1745, después de que decidiese cambiarse a la religión ortodoxa y aprender ruso para acercarse más al pueblo. Así sería bautizada como Catalina Aleksieyevna.

Stanislav Poniatovski
 
 Tras la muerte de la emperatriz, momento en el que Pedro y Catalina pasaron a ser zares de Rusia, el reinado del zar se quedaría muy corto, ya que sería asesinado seis meses después  por Orlof, uno de los amantes de la zarina, pues ambos conspiraron juntos debido a  las políticas y  amistades con Prusia del emperador, que molestaban mucho a los rusos. Muchos señalaron a la emperatriz como brazo ejecutor del asesinato, pero eso no impidió que pese a no descender de zares, ocupase el trono de su marido al frente del país.

Catalina lo pasó mal en sus primeros ocho años de su desgraciado matrimonio con Pedro, que al casarse con ella tenía 18 años y un desprecio total por las mujeres. Y jugaba a ser soldadito prusiano, cosa que hacía pensar a la corte que no estaba en sus cabales. Era impotente y tenía fimosis. y no quería operarse. En estos ocho años de espera, Catalina leía a los enciclopedistas y se hacía una vasta cultura.
Por fin, la zarina Isabel, que era pragmática, la llamó aparte y le presentó una especie de terna de posibles amantes para que la desvirgaran y la embarazaran, y ella eligió a Saltikof. Quien cumplió bien su misión y ella al cabo de un año parió un hijo, Pablo.

Catalina vivió su reinado rodeada de sus examantes. Mantenía relaciones con ellos, y cuando ya no quería más, les regalaba algún puesto de importancia en la nobleza, además de tierras y siervos. Se dice que fue una de las mayores ninfómanas de la historia, además de achacarla algunas prácticas sexuales un tanto 'exóticas'. Los historiadores, empeñados en sacar a la luz las historias de cama de la emperatriz, aseguran que requería los favores de sus amantes hasta seis veces al día. Hasta tal punto llegaba la necesidad de Catalina que contaba con una media de 21 hombres a su disposición. Incluso las 'malas lenguas' aseguran que por su alcoba llegaron a pasar más de 80 amantes. (tampoco es gran cosa)
Además, se rumoreaba que su hijo Pablo, nacido en 1754, no era hijo de su marido, sino de su primer amante, Sergéi Saltykov, un hombre de cámara ruso. . Siendo ya viuda, salió de la corte para dar a luz a otro hijo, Aleksei Bobrinskói, engendrado por Grigori Orlov. Su último querido fue un joven al que sacaba 40 años.
Por otro lado, decenas de rumores aseguran que la emperatriz murió practicando sexo con un caballo, y que incluso inventó una especie de 'cinturón' con el que podía estar a la altura del animal. Se dice que Catalina envió una carta obscena a Voltaire en la que se podía leer: "Yo lo espero como a un amante, dándole la cara y la ternura de mis ojos. Él acerca a mi pecho su enorme cabeza de animal noble", que confirmaría sus relaciones equinas.
Todo esto claramente no son más que chismes, la emperatriz falleció por un ataque  de risa en una fiesta, Así da gusto morirse...
 
Una habitación repleta de falos
El mobiliario fálico de Catalina la Grande

Dos de los muebles eróticos que se encontraron en la habitación./ sangbleu.com
 
Lejos ya del siglo XVIII, durante una incursión al palacio de Tsárskoye Selo en la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados soviéticos encontró una habitación erótica. Los falos era el 'leitmotiv' de la estancia, ya que ocupaban hasta las paredes. Las escenas pornográficas se sucedían también en el mobiliario, entre el que se encontraban mesas y sillas con representaciones de actos sexuales, 'cunnilingus', y miembros de toda clase. Es más, durante el reinado de Catalina se rumoreaba que se acomodaba y esperaba el orgasmo en un hermoso mueble de caoba nicaragüense, elaborado en estilo rococó.
Otro retrato de Cata
 
La habitación causó tal sorpresa a los soldados que decidieron sacar fotos de todo lo que allí había. Pese a todo, la mayoría de estas imágenes se perdieron durante la guerra, aunque las que se conservaron permitieron a los historiadores del Museo del Hermitage confirmar la existencia de tal estancia. Aunque la colección de arte erótica de la familia Romanov era mundialmente conocida desde comienzos del siglo XX y fue catalogada en los años 30, nunca llegó a mostrarse al público, para que después, en 1950, gran parte desapareciera sin dejar rastro.
 

Desde luego, la zarina no era una mujer guapa, aunque sí muy inteligente

Serguei Saltikof

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