Mezquita de Córdoba. El Mihrab |
Ahora voy a pasar a hablar de los vencidos, pues de los vencedores ya he hecho algo, muy poco por lo que falta. Madre mía, y en que follón me he metido...
He expuesto un trocito de la historia de las luchas entre árabes y berberiscos, cuento anécdotas increíbles y otras cosas diversas.
Pero ahora , antes de hablar de los de "la otra parte", quiero poner aquí un trozo de la vida del califa Abderrahman, el primero de este nombre y el primero de una dinastía que fue faro de cultura en la Europa medieval, oscura y siniestra.
La crueldad de Abderrahman era conocida, sobre todo contra los que se atrevían a desobedecer su autoridad. Pero sus hombres, acostumbrados a las batallas, no se dejaban intimidar fácilmente. Matari era un jefe yemenita de Niebla (precioso pueblo de Huelva ahora) . Una noche en que había bebido mucho y estaba bastante borracho, en un momento en que la conversación versó sobre el asesinato de los yemenitas que habían combatido bajo la bandera de Allah, cogió su lanza, ató a ella un trozo de tela negra y juró vengar la muerte de sus hermanos de tribu. Cuando se despertó al otro dia ya no se acordaba de lo que había hecho estando achispado, y al mirar la lanza convertida en estandarte, preguntó con asombro quién había hecho aquello. Le recordaron lo que había hecho y dicho, y se asustó:
-¡Quitad inmediatamente ese pañuelo de mi lanza, a fin de que no se divulgue mi aturdimiento!.
Pero no habían tenido tiempo de hacerlo, cuando añadió:
-No, dejad esa bandera; un hombre como yo no abandona un proyecto, aunque sea temerario- y llamó a sus hermanos de tribu a las armas. Supo resistirse algún tiempo, y cuando pereció en el campo de batalla, sus compañeros continuaron la lucha con tal tenacidad, que el emir tuvo que tratar con ellos y hacerles concesiones.
Interior de la mezquita de Córdoba |
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