Palma 1 de abril de 2009
Lo que me ocurre es lo siguiente: No puedo salir más que dos veces o como mucho tres a la semana a la calle, y tampoco puedo salir dos veces en el mismo día, tiene que ser o por la mañana o por la tarde. Estaba estupendamente desde hacía 25 días más o menos, casi todo el mes de marzo, pero esta semana pasada me confié y salí a la calle tres veces en una semana, y una de las veces por la mañana y por la tarde. Yo, como dormía unas 10 horas por noche y después hacía siestas de tres horas, pensaba que así engañaría a mis demonios, pero no, yo no me notaba cansada como antes, ni nerviosa por tanta (¿) actividad. Para mí era una gran actividad, la de esa semana de las tres salidas, uno de los días haciendo doblete. Cuando pasaron estos días una mañana me desperté con lo que más temo: Con un ataque de angustia. Por suerte, era flojo y solo me duró la mañana, por la tarde ya estaba casi bien, pero desde entonces no me atrevo a salir de casa. Solo salí ayer para ir por la mañana a la oftalmóloga, pero por la tarde tenía hora con el psiquiatra Dr. Caffaro, que está de veras como una chota. Yo creía que eso de los psiquiatras más chiflados que sus pacientes era cosa solo de los chistes, pero he podido comprobar que es verdad, no una leyenda urbana como yo creía. Paco fue y le contó lo que me pasaba, eso tan raro de que no puedo salir más que dos veces a la semana y con muchísimas precauciones, y él le contesto que eso era tarea de mi psicóloga, no de él. Y ¡que no se me ocurriera llamarle si me sentía mal, porque no iba a querer hablar conmigo!. Desde luego el Caffaro es más desagradable que un cadáver de cinco semanas. Yo nunca he intentado hablar con él. Que le zurzan. En cambio, Victurí, que me cobraba últimamente ¡70! Euros por visita (15 minutos de hablar, y retocarme la medicación), pues ése al menos era amable, y si le preguntaba por telefono algo o le decía que creía que la medicación estaba desajustada no se ponía como un basilisco como el Caffaro de las narices. Y es que hay psiquiatras tremendos. Hace años Paco fue a uno, ya no recuerdo por qué, que le había hecho un volante para ver a un psicólogo. Como con ese psicologo le había ido bien, volvió al psiquiatra de marras pidiéndole que por favor le hiciera otro volante para el mismo psicólogo. El psiquiatra reaccionó violentamente a la petición supereducada de Paco (Paco es persona muy educada y pacífica, quien lo conoce lo sabe); pues el fulano se le puso a gritar diciendole que él nunca le había hecho ningun volante para ningún psicólogo, y al insistir Paco en que sí, le indicó con el índice la puerta y le grito:”¡¡¡FUERA DE AQUÏ!!!”.Esto es completamente cierto, si no se me cree que se pregunte a Paco, quien quedó estupefacto.
Mi psicóloga me contó que había un psiquiatra muy famoso en Llucmajor, pero muy raro. Una vez una de sus pacientes (de la psicologa) fue a ver al energúmeno ese de Llucmajor, y al contarle ella que tenía problemas en sus relaciones sexuales, él le dijo: “¡Señora!. Dudo mucho que usted pueda tener nunca un orgasmo, o sea que le aconsejo que se abra de piernas y deje hacer a su marido…”
La señora en cuestión, que era pacata, fue llorando a ver a mi psicóloga contándole lo que le había dicho el energúmeno.
Yo, cuando hablé por primera vez con el Caffaro, y le conté lo de mis crisis de angustia, lo que me espeta es: “¿Se le estropeó algún electrdoméstico ese día que le empezó la crisis de angustia, que pudiera ser el detonante de ella?”. Será cretino. Yo le contesté que a mí me la traía floja que se me estropease la lavadora o el calentador del gas, que jamas me habia cogido una crisis de angustia por una chorrada domestica, y que a mi me pasaban esas cosas tan desagradables por otros motivos, desde luego nada marujiles. Para que se vea cómo es el payo, y por donde respira.
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