Qué buena idea tuve aquella tarde de verano de hace ya siete u ocho años, en que me dió un repente -yo funciono mucho por repentes, y lo bueno es que nunca me arrepiento- ,me vestí y me fuí a la mezquita. Allí encontré a Abdul, el vigilante, y le dije que quería convertirme al Islam. Nadie me hizo preguntas, cosa que yo esperaba, ni me pusieron ninguna pega. Solo me tomaron el juramento: "No hay más que un solo Dios y Mohammed es el Profeta de Dios". Como yo lo creía, juré y hasta ahora. Y es que en el Islam no he encontrado más que buena gente (aunque haya de todo, como en todas partes...), pero como los imanes están todos casados, nunca he oido lo que se oye de la Iglesia de Roma- curas pedófilos, pufos de dinero como en el asunto del Banco Ambrosiano, etc.- Además, en el Islam está mal visto no casarse, y es algo muy bueno, pues así todas las mujeres tienen marido, y todos los hombres esposa, y no se dan los lastimosos casos de mi adolescencia en las figuras despreciadas de las "solteronas", objeto de tantos chistes. Aunque ésas ya son una especie en vías de extinción...pero de todas maneras, el que no esté bien vista la soltería me parece muy sano.La castidad es malísima para la salud.Avinagra a la gente y produce otros muchos malos efectos.A mí cuando era pequeña, tanto mi madre como las Teresianas no hacían más que ensalzármela, diciéndome cosas tan pintorescas como que "tu cuerpo es la urna del Espíritu Santo...". ¡Qué horror!. Yo no quería ser la jaula de ninguna paloma. Menos mal que no era idiota y no me creía nada de lo que me decían. Y en cuanto pude y encontré un hombre bueno y que me gustaba, mandé la puta virginidad al cuerno.
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