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Pieles NO

martes, 4 de mayo de 2010

El té y el café, estimulantes



Para conseguir ciertos estados de conciencia en los ritos religiosos, el hombre antiguo utilizó estimulantes vegetales naturales. Uno de los más conocidos y suaves fué el té fuerte. Aunque los orígenes de esta bebida en Oriente no se saben, se dice que fué el legendario emperados chino Shen Nung quien descubrió las propiedades del té. Una nota en el diario médico de Shen recoge, con fecha de 2.737 a.C. que el té "no sólo sacia la sed, sino que disminuye el deseo de dormir".
Esto lo sé yo bien, que cuando estuve en Rusia un mes, desayunaba, merendaba y cenaba con té, y por las noches no pegaba ojo. Hasta que caí en la cuenta que era el té. Entonces solo lo tomaba como desayuno, con otras muchas cosas, y ya pude dormir. Y es que los rusos hacen un té muy negro y fuerte, en sus bonitos samovares.
El elemento estimulante del té es la cafeína, y esta droga, en forma de café, llegó a ser una de las más usadas, hasta caer en el abuso. Tras el descubrimiento del efecto de masticar bayas de café en Etiopía, en el año 850 d.C., proliferaron los adictos a esta droga en el Medio Oriente. Y a medida que el café se expandió por Europa y Asia, sus efectos estimulantes merecieron más comentarios de tipo social y médicos que su propio sabor.
Hoy en día el consumo de cafeína es más elevado que nunca. Aparte su presencia en el café, té y chocolate, se agrega a las bebidas de cola y a una amplia gama de medicamentos vendidos sin receta.
Se añade cafeína a tantos medicamentos porque en los descongestionantes, contrarresta los efectos soporíferos de los compuestos activos de estos fármacos. En los analgésicos, la cefeína aumenta (mediante un mecanismo aún desconocido) la acción de estos calmantes del dolor. Y en lo regimenes dietéticos, un estimulante es el ingrediente activo que disminuye el apetito. Salvo en dosis moderadas, la cafeína puede matar. La dosis letal para el ser humano es de diez gramos. O sea, un centenar de tazas de café consumidas en cuatro horas.
Yo prefiero el café al té, aunque este último me gusta mucho al estilo marroquí, con mucha hierbabuena y azúcar. Pero el café me gusta más, sobre todo un Blue Mountain (jamaicano) con azúcar cande...UUuummmmm.... Y del chocolate no digamos, soy adicta, y tengo monos cuando no hay chocolate en casa.

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