Tanto los símbolos como los signos son ampliamente reconocidos, pero las diferencias entre ambos a veces son confusas.
- Un signo cumple su función de una manera directa: puede formar parte de un lenguaje gráfico o código visual, como el de las señales de circulación. Ofrecen un mensaje simple de relevancia inmediata y momentánea.
- Un símbolo es una imagen que representa una idea, que compendia una verdad universal. El fuego, por ejemplo, simboliza tanto el Sol como la fuerza vital masculina que nos rodea, mientras que una flor primaveral representa renacimiento, vida nueva. Vista a la luz de los símbolos, la vida se enriquece y se llena de significados.
Desde tiempos remotos la simbología se ha referido al cosmos, la fertilidad, la vida, la muerte, etc. pero la llegada del psicoanálisis hizo que practicamente cualquier idea u objeto fuera examinado como símbolo desde la perspectiva de la psique; así, una sombra puede ser considerada símbolo de inseguridad interna. No obstante, los símbolos antiguos y arquetípicos se refieren mayoritariamente a nuestra relación con el cosmos.
Los animales fabulosos también han aparecido en el arte durante milenios, simbolizando las cualidades asociadas a las criaturas que representan: el sátiro, en parte cabra y en parte hombre, sugiere lo más alto y lo mas bajo de la condición humana.
El uso y el reconocimiento de símbolos enriquece nuestras vidas. Cuando vemos en los objetos la representación de verdades o ideas profundas, empezamos a ser conscientes de la naturaleza dual de la existencia, de sus dimensiones exterior e interior. Una simple escalera, por ejemplo, nos sirve como recordatorio del ascenso espiritual a la propia conciencia o a una verdad superior; una lámpara la luz de la verdad y el barro la pureza del espíritu. Esta visión simbólica de los objetos, al aumentar nuestra conciencia no solo de la vida diaria sino también de las verdades universales de la existencia, nos ayuda a vivir mas armónicamente.
Vivamos donde vivamos estamos rodeados de símbolos… si estamos dispuestos a verlos. Podemos pasar la vida ignorándolos o abrir nuestros ojos a las verdades profundas
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