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Pieles NO

jueves, 30 de agosto de 2012

Viaje al Perú





Hoy voy a relatar mi viaje al Perú. Juro por el caballo de Atila que todo lo que voy a contar es verdad. Lo digo porque fue un viaje un poco surrealista, como la mayoría de las cosas que me suceden . Y o ya hacía varios años que tenía in mente ir allí porque es un país que siempre me ha parecido fascinante, y además está más en estado salvaje que Méjico, Brasil u otros que tampoco me desagradaría conocer. Pues cuando tuve ahorrado todo el dinero, y mi padre me hubiese ayudado un poco, me fuí a la agencia de viajes para hacer la reserva. Yo por entonces estaba un poco pachucha, no me encontraba muy bien. Me cansaba mucho y tenía mareos. Estaba muy débil. Yo misma me daba cuenta de que ese viaje había que posponerlo, pero yo quería ir entonces, que era en otoño,que es cuando allí es primavera. Me fuí a la Agencia de viajes Barceló y me dijeron pocos dí as antes de la partida q ue no había nadie más que yo apuntado, pero que podría ir, porque tomaría un vuelo hasta Madrid, de allí a Lima, y en Lima me estaría esperando un representante de la agencia peruana que trabajaba con viajes Barceló.Yo acepté, sin decir nada a mi padre ni a Paco, porque si no no me dejaban ir. Ellos pensaban que iba con un grupo grande desde Madrid.Pero de eso nada. Iba más sola que la una.
Bueno, pues hago mi maleta con ilusión, como siempre, (yo ya tengo una lista que me sirve para todas las ocasiones, y así no se me olvida nada), y me voy p´allá. Tuve suerte, porque los aviones salieron a su hora y no tuve que e4sperar casi nada. El vuelo fué muy largo pero pude dormir en el jumbo, porque había plazas libres y me pude tumbar en dos asientos,O sea que llegué bastante gallerete. Allí, en Lima, estaba como un clavo el representante de la agencia, un chico muy amable, quien recogió mi equipaje y me llevó a un hotel de Lima. Al día siguiente salía en otro avión hacia Cuzco, porque Lima es una ciudad muy grande y fea y no hay nada que ver. Además los indios, que son la mayoría de la población, no la consideran la capital, sino que su capital del alma es El Cusco, así, la de toda la vida hasta que llegaron los españoles a sangre y fuego, derribaron parte de sus templos y construyeron la catedral.
La gente allí era encantadora, y a mí me alojaron en un hotel llamado Los Andes (muy propio), en pleno centro de Cuzco. Hay que decir que la agencia era muy eficiente y tenía representantes en todas partes que me preparaban las excursiones.
El hotelito de Cuzco era una monada, de estilo colonial, con un patio estilo español, todo de madera., decorado con fotos de indios notables. Había uno que decía la foto que medía más de dos metros, y había sido un jefe de tribu, porque era costumbre que el jefe fuese el más alto, aunque fuera un zoquete. Pero aquel no tenía cara de tonto, al contrario, era muy guapo y tenía una expresión noble. También había la foto de una mujer muy guapa, casi una niña, con un crío en brazos. La comida era excelente -BUENISIMA.No esperaba yo encontrar en un sitio así una comida digna de un restaurante de tres tenedores. Pues la primera noche dormí allí, y al día siguiente vinieron a buscarme por la mañana con un autobus lleno de chicos y chicas de otros países sudamericanos, era todo un muestrario.Había mejicanos, argentinos, chilenos, etc. Me metieron alli por el idioma, porque en otros autobuses iban alemanes e ingleses. Resultaron una compañía divertidísima, y ellos estaban encantados de tener allí a una española. No encontré en todo el tiempo ni un solo español.Bueno, ni falta que me hacía, pues la gente es muy cariñosa y nunca se sentía uno solo.
Visitamos primero la ciudad de Cusco, como dicen ellos, nos enseñaron la catedral, que es preciosa, y está en la Plaza de Armas, el centro de la ciudad. Tiene un coro de caoba labrada que es de los más bonitos que he visto.
Pero no apreciaban la iglesia, que para ellos era una invasora, pues se había construído derruyendo parte de su templo del Sol. Visitamos los restos del templo inca, con sus piedras colocadas de una manera incomprensible, pues entre ellas no se puede meter ni una hoja de afeitar, de tan bien ensambladas como están. Nadie sabe cómo lo hicieron. También vimos unos agujeros entre las piedras por donde pasa exactamente el primer rayo de sol que marca el comienzo de la primavera y de las fiestas del Inti Raimi. Nos enseñaron la piedra de los sacrificios, donde ese día sacrificaban a una llama negra. Desde luego, eran unos bestias. A mí con lo animalera que soy me dió muchísima pena. Pero era la tradición, y ahora lo vuelven a hacer. Pues el caso era que había que ,.con el cuchillo de los sacrificios, de obsidiana con el mango de oro labrado, sacarle el corazón todavía palpitante al animal. Si salía palpitante, iba a ser un buen año. Mal comparado, como lo de la sangre de San Genaro. La gente es igual es todas partes, está visto, unos más brutos que otros. Pero si el corazón no había palpitado, había que repetir la operación. Si tampoco funcionaba, entonces se echaba mano de una virgen, y se repetía el proceso. Así podían cargarse a varias chicas. Si tampoco la cosa funcionaba, entonces empezaban con niñas. Qué curioso que siempre fueran hembras. Machistas.
Paseando por alli estuve charlando con una india que iba vestida de india, como todos los indios, que van como en el tiempo de la conquista. Solo en Lima hay gente vestida a la europea. En Cuzco y en los pueblos todos van con sus vestidos de colorines que tanto me gustan. (Compré dos mantas preciosas)Pues la india con la que estuve platicando iba acompañada de su llama, porque allí cada india tiene por lo menos una llama, y las tienen como si las lavasen y cepillasen a diario, de blancas y bonitas que las llevan. Yo le pregunté:
-¿Como se llama su llama?
,-Juan- me contestó, muy orgullosa.
Yo acaricié el cuello de Juan, y le pregunté:
-¿Juan escupe?
-¡Mi Juan no escupe!. , me respondió algo ofendida.
Yo le pedí permiso para que nos hiciéramos una foto, que conservo como un tesoro, de nosotros tres.
Luego fuimos a ver la explanada de las estatuas de oro, un prado muy extenso que cuando llegaron los españoles se quedaron bizcos, pues estaba lleno de estatuas de animales de tamaño natural y de oro macizo, que se apresuraron a fundir, después de haber pasado a cuchillo a todos los indios. Lo que no pudieron encontrar, y el Adelantado tenía gran inter´es, era el disco de oro solar. Pero éste, que era enorme y todo labrado y debía pesar un horror, como vieron la codicia de los españoles, se lo llevaron a la selva y allí lo guardaron, y nunca más apareció.
Luego estuvimos en los ruinas del templo de Sacsayuamán, donde había habido dos enormes recipientes para guardar el agua de lluvia, y estaban forrados con oro, (ya no)pues alli no le daban valor, por lo mucho que habia, Además, el oro no se corroe y era el material ideal. De ellos habla el cura Fray Bartolomé de las Casas, un fraile que escribió la Historia de la Conquista de Nueva España, denunciando todas las atrocidades cometidas con los indios
Estuvimos por las montañas, de templo en templo., y aquello es maravilloso, yo nunca había visto unas montañas como aquellas, inmensas, con unos valles enormes, donde el rio Urubamba, que es grande y caudaloso, parece desde arriba una meadita. Era impresionante.No he visto un paisaje así en ninguna otra parte, por lo grandioso. Allí los caminos , los famosos caminos del indio, no son como los que conocemos, o sea una franja apisonada y sin hierba , sino sólo hileras de piedras en el monte. Los hay por todas partes, pero como aquello es tan grande apenas se distinguen.
Estuvimos en sitios con nombres tan bonitos como Pisac, Puca Pucará, y otros muchos. En un mercado lleno de color compré bastantes cosas. Me lo estaba pasando pipa.
Pero entonces ocurrió lo que no tenía que haber ocurrido. Yo no noté para nada el mal de altura, y ya llevaba varios días allí, .Por cierto, entablé amistad con unos chamanes que venían en el autobus y estuvimos hablando de hechicerías, y me dijeron que tenía madera,que si me dedicase podría sea una buena chamana. El que soy algo bruja siempre lo he sabido. Con esta gente estuvimos una vez en un cenador al airelibre comiendo en la misma mesa, y de pronto nos dimos cuenta de que todo el mundo a nuestro alrededor, los de las otras mesas, se habían callado y nos estaban escuchando fascinados. Me llamó la atención aquello. Para mí lo que decíamos era de lo más normal.
Bueno, pues después de estos días tan estupendos se j... la cosa. Una señora me vino (una señora de Lima, no una india)con un ramito de hojas de coca recién cortadas, verdes, hermosas y jugosas. Son muy bonitas las hojas de coca, así como perejil pero redondito. Me dijo que para no cansarme tomase de aquello y yo , ay, le hice c aso. Yo es que no sabía como se usaba. Lo que han hecho toda la vida los indios y la gente de allí es tomar un poco, mascarlo y escupirlo, y el jugo ya es un estimulante. Bueno, pues yo me zampé todo el manojo con rabos y todo, y vaya si me hizo efecto. Sentí una gran euforia, y saltaba de piedra en piedra como un cabritillo con riesgo de romperme la crisma por aquellos barrancos y templos, pero es que tenía energías para dar y vender..
Lo horrible vino de noche. Yo no tenía sueño, pero después de cernar me ac osté- Al día siguiente había que madrugar para ir a lMacchu Picchu, que estaba allá al lado. Había que ver la salida del sol.A mi los ortos siempre me han traido al fresco, no me gusta madrugar, pero como el grupo iba, pues tenía que hacer lo mismo. Yo normalmente no tomo somníferos para dormir, excepto cuando viajo, porque extraño las camas. Pues me tomé un somnífero fuerte, y además mis pastillas antidepre y tranquis, que estas no puedo dejarlas nunca.
Bueno., Aquello fué terrible. El colocón que ya llevaba se juntó con el efecto de las pastillas y empecé a alucinar de una manera espantosa. Es una de las noches más horrorosas que recuerdo, viendo monstruos y horrores por todas partes. Yo ya me daba cuenta de lo que me pasaba, pero no podía hacer nada. Al día siguiente me encontraba hecha polvo y le dije al guía que no podía seguir, que me tenían que repatriar.Me encontraba realmente mal y no podía ni levantarme. Le dije al guía lo que había hecho y abrió unos ojos co mo platos. Dijo que en dos días vendrían a por mí en jeep para llevarme a Cuzco., y de allí a Lima, que intentarían adelantar el viaje pero que tendría que pagar un suplemento. Yo dije a todo que sí, porque estaba fatal. Cuando ya me encontré algo mejor llamé a Paco, quien se asustó muchísimo, y me llamó insensata, loca y que sé yo cuantas cosas más.Se llevó el susto del siglo. No le dijo nada a mi padre porque lleva marcapasos.Le conté la cosa y le dije que no se preocupase, que estaba mejor. Yo entonces estaba en Urubamba , que es un pueblecito prqueño al lado del río del mismo nombre, en un lodge de un hotel. Era la única huéspeda. Era como estar en un chaletito.Abrías la ventana y entraba dentro de la habitación todo el cuello de una llama. Eran muy simpáticas. En el jardín de ese sitio había muchas llamas y alpacas y eran todas muy amistosas. Yo los tres días que pasé en Urubamba en espera del jeep que me tenía que llevar a través de los montes hasta Cuzco y después coger allí el avion hasta Lima y luego a España , me los pasé flipando, con bun buen humor que Paco no compartía. El esta ba asustadísimo, y me decía que era una insensata, que estaba a miles de kilometros de casa y yo tan pancha, y yo le contestaba que en el poblado indio aquel me trataban muy bien, que me traía la comida un indio vestido de indio llamado César, que me regaló, dos libros, Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, y otro cuyo nombre no recuerdo de una escritora de allí que narraba las barbaridades de los españoles. Me gustó mucho el espíritu reivindicativo del indio.Cesar era un encanto. De vez en cuando llamaba respetuosamente a la puerta de mi habitación y me decía:
-¿Está bien, madrecita?
-¡Muy bien, gracias.No te preocupes
-Pero es que está tan sola, madrecita...
-No estoy sola, estoy con vosotros que me cuidáis muy bien.
Pero no parecía convencido y me dijo si quería que viniesen de noche a estar conmigo las mujeres del poblado para que no durmiese sola. ¡Qué horror! Yo se lo agradecí en el alma, pero le dije que no era en absoluto necesario. Que no tenía nada de miedo. Se fué, no muy convencido.
Mientras, yo, contentísima, me lo pasaba pipa viendo los debates del congreso peruano en la tele del cuarto, y es que son la monda, se pegan ,se dicen de todo y es divertidísimo.
Después de este lapsus, ya me encontraba mejor, aunque seguía muy contenta. Es que me había tragado el manojo de hojas de coca de una sentada, como una vaca.
A esto, Paco llamándome a cada momento, a ver si esta a viva o muerta, y me estorbaba, pues hacía largas siestas estupendas y me despertaba. Yo le decía que estaba muy bien y muy bien cuidada y que todo estaba arreglado, pero él tenía una angustia que a mí me daba mucha risa.
Por fin, tuve que volv er a casa antes de los p`revisto, pero habiendo pasado por una experiencia alucinante. Nunca mejor dicho.
Me gustó mucho el Perú.

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