pieles no
sábado, 5 de enero de 2013
La corea de Sydenham
Corea de Sydenham
También conocida como:
Corea Menor
Corea Reumática
Baile de San Vito
Descripción:
La corea de Sydenham es una enfermedad neurológica rara, inflamatoria degenerativa del sistema nervioso central (sistema formado por el encéfalo y la médula espinal), no progresiva. Consiste en un trastorno del movimiento a menudo de comienzo insidioso, de duración limitada, que se caracteriza por movimientos sin propósito aparente, involuntarios y no repetitivos, que terminan por desaparecer sin dejar secuelas neurológicas; algunas veces los síntomas son muy leves y origina solo alteraciones psíquicas transitorias como la irritabilidad, inquietud, inestabilidad emocional.
Aunque los primeros casos de corea epidémica se conocen desde 1418, no fue hasta 1686 cuando Thomas Sydenham describe esta enfermedad. Sin embargo, Richard Bright, en 1831 fue el primero en describir la asociación entre corea y fiebre reumática.
En zonas de clima templado, la corea suele aparecer durante el verano y principios del otoño, poco después del pico de incidencia de la fiebre reumática de la primavera y comienzos del verano.
La corea de Sydenham suele aparecer entre los seis y los quince años en pacientes con antecedentes reumáticos o cardiacos y es más frecuente en el sexo femenino; durante la adolescencia la población afectada está formada casi exclusivamente por mujeres.
Se trata de una complicación inflamatoria de las infecciones por estreptococos b-hemolíticos del grupo A causantes de la fiebre reumática.
La enfermedad afecta alrededor del 10% de los afectados por fiebre reumática y se discute la relación con mecanismos autoinmunes (reacciones agresivas del organismo frente a sus propios componentes, que se comportan como antígenos), tal vez con anticuerpos antibacterianos que provoquen una alteración en los ganglios basales y el cuerpo estriado.
Existe un intervalo asintomático, tras la infección estreptocócica y antes de la aparición de los síntomas, que puede durar hasta 12 meses, habitualmente la corea comienza cuando las demás manifestaciones clínicas y analíticas de la fiebre reumática vuelven a la normalidad. Es característico que pueda coincidir con la carditis (inflamación de las paredes del corazón) y que no lo haga con la artritis (inflamación de las articulaciones).
Clínicamente se caracteriza por la aparición de movimientos involuntarios, rápidos, no repetitivos y sin propósito aparente, que desaparecen durante el sueño y que pueden afectar a cualquier grupo muscular, respetando a los músculos oculares; siendo los movimientos voluntarios bruscos y mal coordinados.
En los casos leves, los enfermos pueden tener sólo un aspecto torpe con pequeñas dificultades para vestirse y alimentarse.
La exploración neurológica no revela alteraciones de la fuerza muscular ni de la sensibilidad.
El cuadro puede durar unos 3 meses, aunque en ocasiones puede persistir entre 6 y 12 meses.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, no existen alteraciones analíticas características, además de los signos de infección estreptocócica previa, cuya demostración no es siempre posible y el EEG sólo muestra una arritmia (latido irregular del corazón) inespecífica.
La corea de Sydenham es un criterio mayor para el diagnóstico de la fiebre reumática. En un tercio de los casos aparece asociado a carditis reumática.
La evolución es variable y difícil de precisar, dados el comienzo insidioso de la corea y su desaparición gradual.
El haber padecido una corea en la infancia puede provocar sensibilidad a padecer otras coreas metabólicas o inducidas por fármacos tales como las que pueden verse con el uso de anticonvulsivantes o anticonceptivos orales o con el embarazo o el hipertiroidismo. Algunos niños presentan ataques recurrentes de corea.
En cuanto a su tratamiento, no existe ningún fármaco que sea eficaz en todos los casos. En casos extremos es necesario sedar para proteger al paciente de las autolesiones que se provoca al golpearse los brazos o las piernas.
La corea es un episodio transitorio y se debe tranquilizar a los pacientes y las personas de su entorno; se trata de un proceso autolimitado que terminará por desaparecer sin dejar secuelas motoras ni afectar su capacidad intelectual.
Excepcionalmente pueden presentar una afectación cardiaca grave, cuando ésta se produce hay que adoptar las mismas pautas de actuación que para la fiebre reumática y superado el episodio coreico, efectuar también profilaxis (prevención) antiestreptocócica frente a una posible recidiva (aparición de una enfermedad en un individuo que ya ha padecido ésta hace algún tiempo).
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Yo he puesto esto porque es una enfermedad que conozco demasiado bien. La cogí cuando de niña mis padres vinieron desde Zaragoza, donde yo nací, a establecerse en Mallorca porque mi padre era militar y le destinaron a la isla. Parece ser que aparece después de un episodio de anginas o infección en la garganta, pero cuando yo la tuve se sabía poco de ella. Estoy convencida de que si me hubiese quedado en Zaragoza hubiera sido una niña sana y fuerte.pues soy de la opinión (particularísima) de que las personas, como las plantas, si las transplantan cuando son jóvenes y están creciendo, siempre serán débiles y enfermizas.
Se llama también Corea Reumática porque cursa con fuertes dolores de reuma en las rodillas y los dedos de los pies. Empecé con esta enfermedad -clasificada entre las raras- a los tres años , y me duró hasta los seis, mas o menos. Mientras, tuve que estudiar en casa con una profesora particular, pues las niñas del colegio se reían de mí, por los movimientos convulsivos e incesantes de esta patología. Me tenían que llevar a pasear por las afueras de Palma, porque la gente que me veía se echaba a reir o decía "qué pena", y cosas parecidas, lo cual era muy duro para mis padres, sobre todo para mi madre, que no podía resignarse a haber tenido una hija así. Ella era muy joven, y no se había casado para cuidar de hijas idiotas. A veces me chillaba y me decía "¡¡Estate quietaaaa!!". Yo, naturalmente, no podía, y me sentía culpable.
Cuando fuí al colegio a los 6 años ya se me había pasado, pero conservaba algunos tics. Las Teresianas no me ayudaron nada, porque cuando las niñas se reían de mí, en vez de ponerse de mi parte, se reían también. Yo me encontraba muy sola y tenía a veces ganas de llorar, pero esperaba a estar en casa para hacerlo, porque también era muy orgullosa y además mi padre me había dicho que en público no se llora y pienso que tenía razón.
Las noches eran muy malas, porque el reuma no me dejaba dormir. Yo estaba en una cama antigua con mi abuela, haciéndome masaje en las piernas y cantándome canciones catalanas antiguas. Me había hecho de punto de media unos calcetines y unas rodilleras de lana para aliviarme un poco.Ella y yo pasamos noches toledanas. Mi madre mientras dormía tan tranquila en su habitación con mi padre. Solo aquel día en que yo me tenía que morir fué a dormir con mi abuela y yo, en una cama camera que había allí.
Después, cuando yo ya era mayor y estaba casada y ví que a mi abuela le quedaba poca cuerda, le día las gracias por aquellas noches, y me contestó que lo había hecho por amor. Yo estoy muy contenta de haberle dicho eso, y creo que mucha gente, cuando se les mueren seres queridos, se queda con la pena de no haberles dicho esto o aquello. Hay que decirlo, no cuesta nada, es justo y además te quedas bien para toda la vida.
Una vez estuve tan mal que hubo consulta de médicos en casa, y les dijeron a mis padres que esperasen lo peor, que ellos eran aún jóvenes para tener más hijos, pero que yo estaba perdida. Pero siguiendo con mi inveterada costumbre de llevar la contraria, esa noche no me morí. La recuerdo con horror, pues tenía fiebre muy alta,que me subía y me bajaba como un ascensor,y decían que mi corazón no aguantaría.Tenía también terribles alucinaciones, veía demonios por todas partes que me querían llevar.
Pero mi corazón resistió
y no me morí.Mi madre ya había hasta preparado mi toilette mortuoria, y me iba a poner el traje de marinerito con un sombrero a lo Claudine también azul marino con unas cintas colgando. Pero nunca lo usé...
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Es la primera vez que hablo en público de esto, pues mi madre me lo tenía prohibido, y al ser tabú, casi se me olvidó durante años. Pero ahora que mi madre ya no está, he querido contarlo porque me parece saludable y si puedo ayudar a alguien que tenga esta extraña enfermedad (mi madre decía que era una enfermedad bíblica, y que precisamente había tenido que pillarla yo), pues mejor. Además, a estas alturas de mi vida, lo que piense la gente me importa un bledo.
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En las ilustraciones, Sydenham y San Vito. Seguro que al cocerle, el pobre debería moverse aún más que lo hacía yo...
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