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Pieles NO

viernes, 21 de noviembre de 2014

Leones y sus cosas


  • Dolores De Burgos Cortey A mí también me gusta abrazarme a los leones. Una vez, siendo yo quinceañera, fuimos a visitar un refugio de animales abandonados que lo llevaba una alemana (aquí en Mallorca casi los únicos que se preocupan de estas cosas son alemanes) y había allí un leoncete algo mayor de los de esta foto que había ido a parar allí porque se lo habían quitado a un rumano, o gitano, -no tiene importancia- y se paseaba por la playa de El Arenal de noche con él en brazos y los turistas pagaban para retratarse con él. El pobre estaba casi ciego pero los animaleros consiguieron rescatarlon y arreglarlo. Después supe que se lo había quedado un alemás muy rico y lo tenía suelto en su jardín. Para espantar a los fisgones, digo
    Las leonas, como todos los felinos, llevan a sus cachorros por la piel del pescuezo, sin hacerles ningún daño. Los gatos, claro, también. ¿Quién no ha visto a una mamá gata llevando a sus gatitos de un sitio a otro?
     
    Los leones padres tienen una paciencia...
     
     
    Este pobre león estaba desprevenido, haciendo la siesta o echado tranquilamente. Pero uno de sus niños, sin pensarlo un momento, le hinca los colmillos en el trasero . Cuando digo que tienen una paciencia también ellos...
     
     
    amore
     
    Los tres mosqueteros
     

  • Dolores De Burgos Cortey Pues cuando estaba aún en el refugio fuimos a verle, y, como casi todos los animales, quedó prendado de mi. Pero aquello no era un gato o perro grande, era un león joven. Ya es porque podía agarrarme a la tela metálica , porque sino me hubiera hecho caer. Se abrazó por detrás a mi cintura y no me soltaba. Tenía ganas de jugar, pero yo no podía dar un paso, con aquel bicho agarrándome con una fuerza enorme. Entonces me dí cuenta de la enorme fuerza de un león, parecía que estuviera relleno de plomo, no de carne. Empezó a masticarme el culo y me metió un colmillo como un punzón en la nalga, Yo pedía socorro a mis familiares, que, fuera, miraban con regocijo la escena. Pero aún tengo en la nalga su pinchacito...

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