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Pieles NO

jueves, 19 de julio de 2018

Historia de Al-Andalus

HISTORIA DE AL-ANDALUS


La Alhambra de Granada. Patio de los leones
La Alhambra. En árabe quiere decir "La Roja"

Patio de la Alberca


Cuando yo era pequeña e iba al colegio, a mí me gustaba mucho la Historia. Pero después me dí cuenta de que la Historia de España nos la habían contado muy mal, parcialmente, como si solo los protagonistas hubiesen sido los reyes cristianos. Obviaron casi por completo la apasionante historia de Al-Andalus, que era un país diferente, aparte de los reinos cristianos. Luego leí “Historia de los Musulmanes de España”, del francés Pierre Dozy, y que creo que es la mejor Historia de la España Musulmana que se ha escrito . La guardo como uno de los tesoros de mi biblioteca.
Al-Andalus fué una civilización que irradió una personalidad propia , tanto para Occidente como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de cruces culturales y mestizajes, , Al-Andalus fué olvidada, después de su esplendor, tanto por Europa como por el mundo musulmán, como una leyenda hermosa que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos.
Al-Andalus quiere decir en árabe tierra de los vándalos. Así se conoce la zona de ocupación musulmana en la Península Ibérica, que abarcó desde el año 711 hasta finales del s. XV y llegó a comprender gran parte del territorio español..La extensión del estado islámico llamado Al-Andalus varió,pues, a medida que se modificaban las fronteras, y tanto hispano-musulmanes como castellano-aragoneses avanzaban conquistando territorio.
La pujante civilización islámica de Oriente pronto se desbordará hacia Occidente:El Magreb, España, y hasta parte de Italia y Francia. Durante el s. VIII, y a través del norte de África, penetraron en la península una serie de tribus y familias nobles árabes venidas del este, y de grupos bereberes procedentes del Magreb., que poco a poco se asentaron en tierra de Al-Andalus. Ello no significó una ruptura total con la cultura entonces imperante, la hispano-goda. Antes bien, ambas se entroncaron dando un resultado muy peculiar y autóctono, deslumbrante, que diferenció notablemente el Islam occidental del oriental.




Interior de La Alhambra. Mirador de Lindaraxa



La fusión entre arabo-bereberes e hispano-godos se produjo sin grandes traumatismos y con la naturalidad que sólo el tiempo procura. Todo esto me fue escamoteado, a mí y a todos los estudiantes de mi época, por los colegios religiosos, que pintaban a los árabes como sedientos de sangre cristiana y peleando constantemente contra los piadosos cristianos., que intentaban expulsarlos de la Península sin éxito. Esto es una mentira. Convivieron durante siglos y se mezclaron.
Durante la segunda mitad del s.VIII se produjo una seria escisión en el imperio musulmán. Una ruptura dinástica que terminó con los Omeyas que gobernaban en Damasco, para entronar a los Abbasíes, sus enemigos, que se asentaron en Bagdad. Un príncipe omeya huido de Damasco para salvar el pellejo,Abderrahman I, penetraría en Al-Andalus formando un nuevo estado con base en Córdoba: El emirato., dependiente aún en cierto modo de Damasco.
Ocho emires se sucedieron del 756 al 929 en una época brillante culturalmente -aunque oscurecida con diversos levantamientos muladíes y mozárabes-, hasta que Abderahman III (Abd-al- Rahman quiere decir en árabe siervo del Clemente) decidió fundar un califato independiente de Damasco, y declarándose Emir-Al.Muminin (Principe de los creyentes), lo cual le otorgaba , además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma, o sea la comunidad de creyentes.
Este califa, y su sucesor Al-Hakam II, supieron favorecer la integración étnico-cultural entre bereberes, árabes, hispanos y judíos. Ambos apaciguaron la población,los cristianos, construyeron y ampliaron numerosos edificios, como la maravillosa mezquita de Córdoba, y se rodearon de la inteligencia de su época. Mantuvieron contactos comerciales con Bagdad, Francia, Túnez, Marruecos, Bizancio, Italia y hasta Germanía.
Hay una anécdota curiosa, relatada por Pierre Dozy, al que antes me he referido, en su Historia de los Musulmanes de España, que dice que el califa Al-Hakam tuvo que hacer frente a una revuelta, y que mientras los revoltosos sitiaban su palacio, él se perfumaba la barba. Sus servidores, aterrados y asombrados, le preguntaron que por qué hacía aquello, que no era momento de coqueterías. Les contestó que quería que, cuando le cortasen la cabeza, pudiese distinguirse de la de los demás súbditos suyos. Por suerte, no llegó la sangre al río. Este califa tenía la costumbre de coleccionar los cráneos de sus peores enemigos, y ponía tierra en ellos y plantaba flores. Era un esteta, vaya.
Sin embargo, no todos los sucesores de estos brillantes califas siguieron tan acertada política, sino que dejaron desbocarse el caballo del poder. Tras 22 años de fitna (guerra civil), se abolió por fin el Califato. Corria el año 1031.
Los hábitos secesionistas y rebeldes surgieron de nuevo con gran fuerza;la división y la descomposición se impusieron en Al-Andalus. Todas las grandes familias árabes, bereberes y muladíes quisieron hacerse con las riendas del país, o, al menos, de su ciudad, surgiendo por todas partes los llamados Reinos de Taifas,Muluk-al.Tawafi, que se erigieron en dueños y señores de las principales plazas. Este desmembramiento supuso el principio del fin para Al-Andalus, y ante semejante debilidad, el enemigo cristiano se creció, organizándose como nunca antes lo hiciera para combatir a los musulmanes. La primera gran victoria sobre el Islam peninsular la protagonizó Alfonso VI cuando, en 1085, tomó la importante ciudad de Toledo.





Batalla de Guadalete

Dinares omeyas


La unidad étnico-religiosa lograda hasta el momento también se resintió, surgiendo mercenarios, tanto musulmanes como cristianos. El más famoso de ellos fué Rodrigo Diaz de Vivar. El Cid (El Sidi, el señor, como le llamaban los árabes), que nos lo han querido pintar como un adalid del cristianismo cuando era un granuja aventurero que tanto peleaba con los cristianos como en contra. Estuvo bastante tiempo a sueldo del emir de Zaragoza.
Estos mercenarios estaban dispuestos a combatir contra sus propios correligionarios con tal de mantener determinadas situaciones de poder. Sin embargo, en esta época surgieron relevantes figuras en el campo del saber, y, en una constante emulación de los lujos orientales, se construyeron suntuosos palacios, almunias y mezquitas y se celebraban las fiestas mas fastuosas y extravagantes de todo el Mediterráneo. Además, los árabes andalusíes eran de costumbres relajadas, bebían vino y gustaban de los placeres,haciendo caso omiso de muchos preceptos coránicos.
Mientras, a finales del s.XI, en el Magreb occidental, hoy Marruecos, surgió un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del sur, los Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide. En poco tiempo, su actitud de austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte de la desencantada población, y con su apoyo emprendieron una serie de contiendas logrando formar un imperio que abarcaría parte del norte de África y Al-Andalus, que a través del rey sevillano Al.Mutamid, había pedido su ayuda para frenar el avance cristiano. Encabezados por Yusuf Ibn Tashfin, penetraron los almorávides en la península, infligiendo una severa derrota al rey Alfonso VI en Sagrajas. Pronto conseguirían acabar con los reyes de taifas y gobernar Al-Andalus, no sin cierta oposición de la población, que se rebelaba contra su talante puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada al hedonista y liberal pueblo andalusí. A pesar de todo, la nueva situación supuso un nuevo incremento del bienestar social y económico.



Mezquita de Córdoba

Palacio de la Aljafería. Zaragoza

Aljafería

La mezquita de Córdoba por fuera


Ahora quisiera hacer un paréntesis para detenerme en la figura de Mutamid de Sevilla, uno de los reyes más románticos y de vida más novelesca que ha dado Al-Andalus. Era un rey amante de los placeres, la bebida y las mujeres, y tenía como su consejero y amigo a Ibn Amar, el famoso Abenámar de los romances. Ibn Amar era de baja extracción, y unos años mayor que Mutamid, e influyó en él notablemente. Eran grandes amigos y se querían de verdad. Ambos se corrían juntos grandes juergas, y hacían poemas y canciones en sus fiestas. Una vez, paseando por la orilla del Guadalquivir e improvisando poemas pasaron al lado de unas chicas que estaban lavando ropa en el río. Mutamid empezó un poema que decía:
-El viento convierte al rio
en una cota de mallla...
y no se le ocurrió nada más. Abenámar tampoco estaba ese día inspirado, pero una muchacha que los oyó, contestó en voz alta:
-Mejor cota no se halla
cuando la congela el frio...
Mutamid quedó pasmado de ver que una chica podía versificar con mayor rapidez de su amigo, e inmediatamente la hizo llevar a su palacio. Como era guapa y simpática, se casó con ella. Se llamaba Romaiquia. Estaba tan enamorado que, un día en que ella le dijo que le gustaría ver la nieve, hizo plantar toda una parte del jardín de almendros para que con sus flores blancas tuviera una aproximación a la vista de su capricho. Estaba loco por ella, y con Ibn Amar hacían un trío divertido, que se entregaban a los placeres y se lo pasaban estupendamente. Pero luego las cosas se torcieron, no recuerdo bien, pero hubo unos malentendidos entre Ibn Amar y Mutamid, pero antes el rey le nombró visir de Silves. Luego metieron líos los enemigos de Ibn Amar para perderle y Mutamid se los creyó. El caso es que la historia terminó trágicamente, es muy larga y no la recuerdo así ahora de memoria, pero el caso es que Ibn Amar acabó perdiendo la cabeza literalmente, pues Mutamid se la hizo cortar, ya que le habían metido en la mente que su amigo conspiraba desde Silves contra él. Luego se arrepintió y se puso muy triste, y nunca volvió a ser el de antes. Cosas de la vida.
Volviendo a la historia, mientras los reinos de taifas peleaban entre ellos, los cristianos obtuvieron importantes avances, conquistando Alfonso I de Aragón Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada su propia supremacía por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb:El almohade.
Esta nueva dinastía se generó en el seno de una tribu bereber procedente del corazón del Atlas que, encabezada por el guerrero Ibn Tumart, pronto se organizó para derrotar a sus predecesores, esgrimiendo parecidos argumentos de pureza y vivificación religiosa. También desde Marrakech, gobernaron y se hicieron con las riendas de Al-Andalus, dotándolo de cierta estabilidad y prosperidad económica y cultural. Fueron grandes constructores, la gran mezquita de Sevilla fué obra suya, de la que aún subsiste la Giralda, el patio de los Naranjos y la Puerta del Perdón, con sus preciosas aldabas.
También se rodearon de los mejores literatos y científicos de la época.Sin embargo, al igual que los almorávides, terminaron por sucumbir ante la dejadez espiritual y el relajamiento de costumbres que casi siempre caracterizó a Al-Andalus.
Cuando parecía ya todo perdido y el avance castellano era imparable, haciéndose Fernando III El Santo con una gran parte de las ciudades andalusíes,surgió una nueva dinastía, los nazaríes, de Granada. Su reino abarcaba Granada, Málaga y parte de Jaén y Murcia. Oprimido desde el norte por los reyes cristianos y desde el sur por los sultanes meriníes de Marruecos, los nazaríes establecieron un suntuoso e inestable reino. Pero Granada, a pesar de todo,fué una gran metrópoli de su tiempo y en la que se levantaron suntuosos palacios, La Alhambra, nada menos, y los jardines de El Generalife, .,mezquitas y baños públicos. Siguió asombrando a propios y a extraños hasta que en 1492 y tras varios años de intrigas palaciegas y escaramuzas con los castellano-aragoneses que acechaban sus fronteras, el reyAbu Abd-Allah, conocido por Boabdil, capituló ante los Reyes Católicos, entregándoles Granada .Lo que sigue a continuación fue un drama, pues si bien las condiciones de capitulación fueron generosas, por parte de los vencedores, poco tardaron en ser ignoradas y comenzó una persecución y culturización sin tregua de los moriscos que quedaron bajo dominio cristiano, hasta que tuvieron lugar las últimas expulsiones masivas de 1610, impulsadas por la Iglesia Católica, que tenía comido el coco a la Reina Isabel, que era una beata insoportable. Su marido, el Rey Fernando, pasaba bastante de estas cosas, y como era muy mujeriego, se dedicaba a tener amantes y muchos hijos ilegítimos. Cuando se quedó viudo se casó con una jovencita que lo llevó pronto a la tumba.
No quiero terminar esta historia de Al-Andalus sin referirme a otra personalidad grandiosa romántica y novelesca: El llamado por los cristianos Almanzor. Reinó en Córdoba y su verdadero nombre era Mohamed ben Abiamir, El Mansur, . Este fué un capitán en la corte cordobesa que enamoró a la sultana, quien se casó con él. Parece ser era “fermoso y de ancha espalda”, como dicen las crónicas. Almanzor fué el azote de los cristianos por muchos años, conquistó Santiago de Compostela e hizo transportar las campanas de la catedral a hombros de prisioneros cristianos hasta Córdoba, donde las convirtió en lámparas. Allí estuvieron hasta la caída de Al-Andalus, en que los reyes cristianos las devolvieron a Santiago a hombros esta vez de prisioneros musulmanes.
Y esta es una sucinta y pobre historia de Al-Andalus, un reino de leyenda único en el mundo,y muy mal conocido, sobre todo por los mismos españoles.


F I N

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