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Pieles NO

viernes, 4 de marzo de 2011

El efecto Macbeth










“Efecto Macbeth”, lavarse las manos y la conciencia

¿Cuantas veces al día te lavas las manos? ¿Diez? ¿Siete? ¿Tres? ¿Una?…¿Ninguna?. Si has elegido la última opción, que no te importe lo que puedan decir de tus hábitos higiénicos. Eres afortunado.(?) Gracias al “efecto Macbeth” te has convertido automáticamente en un ser virtuoso sin mácula alguna y un dechado de bondad, honestidad e integridad.
Y no estoy bromeando. Creo que todos sabemos, en mayor o menor grado, que la mayoría de nuestros procesos cognitivos se desarrollan en el inconsciente, ese oscuro y desconocido lugar de nuestra mente. Ese gran porcentaje de actividad mental y emocional ejerce una poderosa influencia en cómo nos comportamos y como percibimos el mundo que nos rodea, entre otras cosas.
La necesidad de “purificarse”, y más si ha cometido una acto reprobable e inmoral, se conoce con el nombre de “efecto Macbeth“. Este hace que la mente asocie de manera automática la limpieza física con la posibilidad de borrar las malas acciones.
El origen del término procede de la obra del genial Shakespeare, Macbeth. En ella, Lady Macbeth convence a su marido para asesinar al rey Duncan. Tanto fue su sentimiento de culpa después de aquel crimen que, aun a pesar de lavar la sangre de sus manos, seguía viéndolas ensangrentadas.
Se cree que los actos físicos tienen el poder de reducir o mitigar nuestros remordimientos y sentimientos de culpa y disgusto, haciéndonos sentir un poco más “limpios”. No deja de resultar curioso que tanto el malestar físico como el malestar moral activan las mismas regiones cerebrales, provocando reacciones faciales idénticas.
La correspondencia entre la limpieza del cuerpo y la limpieza del alma es algo que está presente en todas las culturas y religiones del mundo. El bautismo para quitar el pecado original en el Cristianismo; la Ablución para purificarse antes de la oración en el Islam; el ritual del baño en el río Ganges del Hinduísmo…Todas ellas tienen una base en común que es la creencia de que lavando el cuerpo físico también se lava el cuerpo espiritual o el alma de las malas obras cometidas por el ser humano.
A todos sin excepción nos gusta pensar que somos buena gente. Pero cuando esta creencia se ve alterada por alguna mala acción cometida, no sólo podemos intentar compensarla realizando una buena acción. Tal vez un buen baño también funcione.

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