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Pieles NO

lunes, 17 de octubre de 2011

Las cosas de Calígula



Hay ejemplos de locura en la historia de la humanidad. Muchos. Probablemente la vida de Calígula -emperador del Imperio romano entre el año 37 y el 41- sea uno de los más significativos. Se casó con una de sus hermanas, por ejemplo, pero no era algo tan poco frecuente en aquellos años. Ahora bien, su relación con Incitatus, su propio caballo de carreras, era algo completamente fuera de lo común.
Narran las crónicas que Calígula estaba enamorado de su equino, algo imposible de confirmar, claro está. Era tan fuerte su pasión que le mandó construir una lujosa caballeriza de mármol, un pesebre de marfil y un palacio completo, con refinados jardines, muebles de primer nivel tallados a mano y un equipo de 18 sirvientes que lo atendían día y noche.
Y más: dormía envuelto en frazadas color púrpura -sólo reservadas para las familias nobles y de alto poder adquisitivo- y siempre llevaba collares con piedras preciosas. De adulto, le otorgó el título de Cónsul.
Incitatus era un estupendo caballo de carreras y los textos lo describen como un animal realmente hermoso, de gran porte y de color dorado. Era una de las máximas atracciones del Hipódromo de Roma. Un día antes de las competiciones, Calígula dormía al lado del caballo y obligaba a que toda la ciudad se mantenga en el silencio más absoluto, así Iniciatus podía descansar. El castigo para quien rompiese esa orden era ni más ni menos que la muerte. Una tropa de soldados, por orden del emperador, recorría las calles, atenta a que nadie haga el menor ruido.
Sólo se tiene registro de una sola derrota en el historial de Iniciatus. En una carrera, con el hipódromo lleno a rabiar, llegó en segundo lugar a pocos centímetros de un caballo que había llegado de visita con la intención de participar en las célebres competencias del hipódromo romano.
Mala idea. Enfurecido, Calígula mandó matar al jinete ganador. Pidió que lo asesinasen lentamente, para que sufriera, y de este modo sentar precedente entre cualquier otro jinete que osase derrotar a su preciado caballo.
Calígula, en latín, significa "botita". No sé el por qué de este apodo.

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