Con esta
locución proverbial se quiere dar a entender que a la tercera tentativa se suele
alcanzar el fin deseado.
El origen
del dicho no está muy claro. Para algunos expertos, se encuentra en el derecho
penal de los siglos XVI y XVII, en que se imponía la pena de muerte al ter
furtum, o sea, al tercer hurto.
Sin embargo,
el maestro Correas apunta que esta frase proverbial se ha tomado de "la lucha
(cuerpo a cuerpo) que va a 3 caídas, y de la sortija y justa, que va a 3
carreras o lanzas el premio".
Una tercera
hipótesis es defendida por el padre Esteban de Terrenos en su Diccionario. Dice así:
"En la milicia romana había los soldados llamados pilati o velites, armados a la
ligera, y eran los del ínfimo pueblo y los bisoños, y éstos iban en la fila
primera; en la segunda iban los que llamaban piqueros, bastati, y excedían en
valor y mérito a los primeros; y en la tercera fila iban los que llamaban
triarios, y eran los más valerosos, veteranos, y que sostenían a las dos filas
precedentes, y de aquí vino el adagio de decir cuando se echaba el último
esfuerzo: Ad triarios ventum est, que en castellano decimos: A las tres va la
vencida o se echa el resto".
Babia es una
apartada comarca leonesa que linda con Asturias. Regada por un afluente del río
Luna, Babia era un lugar de descanso preferido por los Reyes de León, en la baja
Edad Media. Con cierta frecuencia, el monarca, harto de los asuntos de palacio y
las intrigas de los nobles, empeñados en instaurar un régimen feudal semejante
al de Europa septentrional, se apartaba a este lugar paradisíaco y alejado de
los campos de batalla. Estas ausencias reales motivaban a menudo la inquietud de
los vasallos, a quienes, cuando preguntaban por su señor, se les respondía
evasivamente que el rey estaba en Babia. La expresión se hizo proverbial y pasó
a la lengua común para describir a quien está distraído y ajeno a la
realidad.
Como
curiosidad, Babia era un lugar famoso por sus caballos pequeños y robustos. Se
cuenta que el caballo del Cid Campeador procedía de este lugar. De ahí su
nombre, Babieca.
Lagos de la comarca de Babia |
El Cid montando a Babieca |
Tumba del caballo del Cid, el fiel Babieca, en el Monasterio de San Pedro de Cardeña,donde el Cid dejaba encerradas a su mujer Jimena y a sus hilas cuando se iba de batallitas |
Con el paso
del tiempo, esta expresión popular ha cambiado de significado. Actualmente se le
ha dado un sentido de desenfado y jolgorio, y se aplica a quienes tienen un
carácter despreocupado.
Sin embargo,
hasta hace relativamente poco tiempo, la expresión ¡Viva la Pepa! era un grito
subversivo empleado durante muchos periodos políticos. La frase venía a
sustituir a esta otra: ¡Viva la Constitución de Cádiz! Ésta era conocida
cariñosamente como la Pepa, porque fue jurada y promulgada el día de San José,
el 19 de marzo de 1812.
Dos años más
tarde, el rey Fernando VII, tras su regreso a España, abolió la Constitución de
Cádiz y se prohibieron los gritos a su favor. Es por ello por lo que los
españoles que se oponían al absolutismo se referían a ella en clave: ¡Viva la
Pepa!
Cadiz- Primera Constitución española, que duró poco |
Ya en la
Edad Media, La Mancha era famosa por sus vinos de calidad, y taberneros de toda
España se desplazaban hasta las bodegas manchegas para comprar los barriles de
vino. Antes de pagar, los taberneros tenían la buena costumbre de probar la
mercancía.
Para dar
salida a las partidas de vino picado o de muy baja calidad, los dueños de las
bodegas recurrían a un arte especial: agasajaban a los compradores novatos y
confiados con un sabroso plato de queso manchego en aceite, porque su fuerte
sabor hacía que el paladar del incauto tabernero no distinguiera un buen caldo
de uno echado a perder.
Esta innoble
práctica dio origen a la expresión dársela a uno con queso, que se utiliza
cuando alguien es engañado o estafado.
Queso manchego |
Esta
expresión proverbial nació en Francia y procede de la persecución contra los
hugonotes que culminó con la matanza de la noche de San Bartolomé, el 24 de
agosto de 1572.
Cuentan los
cronistas que la reina Catalina de Médicis (1519-1589), esposa de Enrique II,
rey de Francia, era muy desconfiada y persecutora implacable de los hugonotes.
Para poder escuchar mejor a las personas de las que más sospechaba, mandó
practicar una red de taladros, hábilmente disimulados entre las molduras, en las
paredes y techos del Palacio Real. Este sistema de espionaje dio origen a la
frase las paredes oyen, a la que recurrimos para advertir la prudencia y
precaución con que debemos decir lo que puede comprometernos o involucrar a
otras personas.
Palacio de Fontainebleau-Dormitorio de Napoleón |
Para
ponderar la fealdad de alguien se dice que es más feo que Picio, supuesto
personaje a quien de feo que era, le dieron la unción con caña, por lo asustado
que estaba el párroco.
El autor
José María Sbarbi asegura haber hablado con personas que conocieron a Picio, un
zapatero de principios de siglo que vivió en el pueblo granadino de Alhendín. Se
dice que este hombre fue condenado a muerte, pero que hallándose en capilla
recibió el indulto. La impresión de la noticia le produjo la pérdida total del
pelo, aparte de una serie de increíbles deformaciones en el rostro que le
hicieron pasar a la leyenda española como símbolo de la fealdad
física.
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