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Pieles NO

viernes, 28 de junio de 2013

Hilas y las nayades


Cuadro de John William Waterhouse
John William Waterhouse. 1896. Óleo sobre lienzo. 132 x 197. Manchester Art Gallery. Manchester
Foto: Wikimmedia

El cuadro de Hilas y las ninfas es una de las obras más conocidas del pintor prerrafaelita inglés John William Waterhouse.

El cuadro recoge la escena en la que Hilas, seducido por la belleza y la sensualidad de las ninfas, que están bañandose desnudas en el lago, es atraído hacia el lago donde encontrará su trágico final.
En la mitología griega Hilas era hijo de Tiodomante y escudero y amante del propio Hércules, quién lo adoptó tras haber matado a su padre y le enseñó las artes del guerrero.
Hilas fue secuestrado por las ninfas y desapareció sin dejar rastro. Nunca hallaron a Hilas porque éste se había enamorado de las ninfas y se quedó con ellas en una gruta en el fondo del lago.
Waterhouse representa a Hilas con una jarra en la parte izquierda del cuadro. Representa el momento en el que Hilas, que se había ofrecido para ir a buscar agua al lago durante una escala de su barco en la isla de Misia, se acerca a la orilla a recoger el agua en su jarra y se topa con Pegae y sus ninfas, que seducen al guerrero y lo hacen desaparecer para siempre.
Se cree que pudo ser Pegae a instancias de Hera, principal enemiga de Hércules, quién recibiría el encargo de hacer desaparecer al amante de éste, aunque se cree que fue la belleza y poder de seducción de las ninfas lo que realmente hizo desaparecer al guerrero.
Watwerhouse narra la escena teniendo en cuenta la historia mitológica y la enmarca en un entorno natural característico de las islas griegas, en las que lo verde y lo marrón se funden dominando la escena y configurando un entorno natural carácterístico de esa zona geográfica.
Entre toda la vegetación de helechos y juncos destacan el color del pelo y los ojos de las ninfas, simbolizando el poder de atracción de estas sobre Hilas, representado justo antes de perder su voluntad y ser atraído dentro del estanque.
El simbolismo del cuadro es evidente y lo vemos en el número de ninfas, 7, símbolo de la perfección y la eternidad, a lo que habría que sumar la simbología de los lirios que hay en el estanque, que representan la pureza, la inocencia y la castidad.
Si bien John William Waterhouse no se puede considerar una figura capital dentro de la Historia del Arte, lo cierto es que fue bastante famoso en vida y gozó del favor de crítica y público tanto en sus temas iniciales influenciados por el neoclasicismo victoriano como en su fase prerrafaelita, de la que este cuadro es uno de sus mayores logros.
Aunque los temas de sus cuadros cambian, no lo hizo su estilo pictórico que se mantuvo prácticamente inalterado durante toda su obra, incluso cuando, influenciado por el Impresionismo, se muestra más tranquilo y utiliza colores más claros y brillantes.

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