Nieta de la miseria y de la ignorancia.
Hija de braguetas marcando complejos y algodón.
Concubina de proxenetas con despacho, escaño, abono a la sombra y subvención.
Hermana de la violencia, del sufrimiento, de la mentira, del asco... Hermana mayor de la mayor aberración.
Padre de su miedo y de tu vergüenza, madre de mi rabia y de nuestro dolor.
... Huérfana de empatía, abandonada allí donde La Virgen de la Macarena y Nuestra Señora de la Inclusa visten mantos bordados con hemorragias, cosidos con estertores y adornados con mutilación.
Nunca una criatura tan malnacida dispuso de tanto tiempo y de tantas comadronas para parir tanta agonía y tantos muertos, rompiendo sangres a ritmo de pasodobles, de "olés" y de "va por uztede" del "mataor".
La antroponimia de los toreros se escribe con faltas de ortografía éticas en las gramáticas del progreso, con errores en la inteligencia y la compasión.
Como la del político que los alimenta, como la del escritor que los ensalza y la del poeta que les canta, como la del maestro que los enseña y la de los padres que no lo impiden.
Como la tuya si te ofende, como la tuya si te duele y callas.
Como la mía si callo yo.
No dedico estas frases a la tauromaquia aunque sea ella a la que describo. Se las entrego al toro que, ajeno a mis palabras y ajeno sus razones, padece y expira en lo que para él no es ni mi poesía ni el arte o la tradición de sus verdugos.
Para el toro es tan sólo su tortura y su ejecución.
Nieta de la miseria y de la ignorancia.
Hija de braguetas marcando complejos y algodón.
Concubina de proxenetas con despacho, escaño, abono a la sombra y subvención.
Hermana de la violencia, del sufrimiento, de la mentira, del asco... Hermana mayor de la mayor aberración.
Padre de su miedo y de tu vergüenza, madre de mi rabia y de nuestro dolor.
... Huérfana de empatía, abandonada allí donde La Virgen de la Macarena y Nuestra Señora de la Inclusa visten mantos bordados con hemorragias, cosidos con estertores y adornados con mutilación.
Nunca una criatura tan malnacida dispuso de tanto tiempo y de tantas comadronas para parir tanta agonía y tantos muertos, rompiendo sangres a ritmo de pasodobles, de "olés" y de "va por uztede" del "mataor".
La antroponimia de los toreros se escribe con faltas de ortografía éticas en las gramáticas del progreso, con errores en la inteligencia y la compasión.
Como la del político que los alimenta, como la del escritor que los ensalza y la del poeta que les canta, como la del maestro que los enseña y la de los padres que no lo impiden.
Como la tuya si te ofende, como la tuya si te duele y callas.
Como la mía si callo yo.
No dedico estas frases a la tauromaquia aunque sea ella a la que describo. Se las entrego al toro que, ajeno a mis palabras y ajeno sus razones, padece y expira en lo que para él no es ni mi poesía ni el arte o la tradición de sus verdugos.
Para el toro es tan sólo su tortura y su ejecución.
Hija de braguetas marcando complejos y algodón.
Concubina de proxenetas con despacho, escaño, abono a la sombra y subvención.
Hermana de la violencia, del sufrimiento, de la mentira, del asco... Hermana mayor de la mayor aberración.
Padre de su miedo y de tu vergüenza, madre de mi rabia y de nuestro dolor.
... Huérfana de empatía, abandonada allí donde La Virgen de la Macarena y Nuestra Señora de la Inclusa visten mantos bordados con hemorragias, cosidos con estertores y adornados con mutilación.
Nunca una criatura tan malnacida dispuso de tanto tiempo y de tantas comadronas para parir tanta agonía y tantos muertos, rompiendo sangres a ritmo de pasodobles, de "olés" y de "va por uztede" del "mataor".
La antroponimia de los toreros se escribe con faltas de ortografía éticas en las gramáticas del progreso, con errores en la inteligencia y la compasión.
Como la del político que los alimenta, como la del escritor que los ensalza y la del poeta que les canta, como la del maestro que los enseña y la de los padres que no lo impiden.
Como la tuya si te ofende, como la tuya si te duele y callas.
Como la mía si callo yo.
No dedico estas frases a la tauromaquia aunque sea ella a la que describo. Se las entrego al toro que, ajeno a mis palabras y ajeno sus razones, padece y expira en lo que para él no es ni mi poesía ni el arte o la tradición de sus verdugos.
Para el toro es tan sólo su tortura y su ejecución.
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