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Pieles NO

domingo, 26 de diciembre de 2010

Ana Bolena



Ana Bolena fue la más emblemática e influyente reina consorte de Inglaterra y 1ª marquesa de Pembroke. Nació aproximadamente en el año 1501/07 y murió asesinada el 19 de mayo de 1536. Fue la segunda esposa del rey Enrique VIII, con quien tuvo una hija, la reina Isabel I.
Su persona ha trascendido el límite del tiempo y continúa aún fresca y vivaz en nuestros días a causa de la muerte injusta y cruel a la que fue sentenciada. A pesar de que era una mujer inocente se la acusó de adulterio, incesto y traición condenándola a la morir decapitada. Pero conozcamos más acerca de esta interesante dama que revolucionó su época comenzando la agitación política y religiosa que desencadenó en la Reforma inglesa.
Ana fue hija de sir Thomás Boleyn y de lady Isabel (Howard) . Por falta de registros poco se sabe de su nacimiento, tanto por el lugar donde fue dada a luz como el día en que aconteció. Sí se sabe que tuvo dos hermanos, una mujer y un varón, María y George.
El padre de Ana era un diplomático con gran facilidad para hablar lenguas extranjeras por lo que Enrique VIII le tenía cierta predilección. Por tanto en toda Europa su fama se extendió y ganó la simpatía de muchos, incluida la archiduquesa Margarita de Austria.
Ella fue quien le propuso que enviase a su hija menor, Ana, a su casa ya que Margarita se refería a ella como “La petite Boleyn”. Así la joven vivió allí durante un año para después seguir educándose en París. Allí fue nombrada dama de honor de Claudia de Francia y terminó su importante educación capacitándose en cultura francesa, protocolo y cobrando a la vez interés por el mundo de la moda como por la filosofía religiosa.
Ana no fue una de las mujeres más hermosas de su época, quizás por su tez mate y cabellos negros lo que por entonces no correspondía a los cánones de belleza establecidos, pero si era poseedora de una seducción innata, sus ojos eran el epicentro de toda su hermosura y ella sabía cómo utilizarlos para encantar a quien la conociera. Otro de sus atractivos era su carisma, elegancia y personalidad. La joven tenía una visión más amplia que muchas de las damas de aquél entonces, y por su sentido de la estética creó nuevas tendencias convirtiéndose en el ícono de la moda del siglo XVI. Era una mujer muy diferente a las demás, por ello en cualquier tertulia su persona era el centro de atención de todas las intenciones masculinas.
Cuando Enrique VIII posó sus ojos sobre Ana era fue en la casa de los Boleyn. Por aquél entonces él tenía una relación extramarital con su hermana María y por las constantes visitas que le hacía a su amante, el rey comenzó a entablar una relación más estrecha con ella. Al poco tiempo de conocerla Enrique ya estaba obsesionado, la cortejaba sin cesar pero ella le decía tajante que sólo la tendría si era su esposa. La atosigaba con miles de cartas de amor en las cuales se le declaraba y rogaba que fuese suya. Después de tanto insistir le propuso casamiento y ella aceptó, pero se negó a dormir con el antes de la boda porque sabía que si engendraban un hijo, éste sería ilegítimo.
Tan reticente y difícil se mostró Ana que el rey, dispuesto a conseguirla fuera como fuese, solicitó la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, pedido que en un principio fue rechazado por la iglesia. Pero, gracias a varias jugadas que Enrique VIII hizo para con la Iglesia, el arzobispo Cranmer los declaró marido y mujer después de anular el anterior compromiso con Catalina, la cual fue desterrada en 1531. La nueva reina no fue muy bien recibida por el pueblo, la gente la abucheaba porque no consideraba justa la forma en que desplazó del trono a su anterior gobernanta.
A partir de entonces comenzó su corto reinado, tan corto fue que fue llamada “la reina de los mil días“…
No está claro si engañó al rey o no.Hay historiadores que dicen que era inocente, pero otros que no, que tenía un amante en la corte, un músico. Esto se descubrió, el amante murió torturado por orden del rey y Ana fué condenada a ser decapitada. Por entonces, los villanos condenados a muerte eran colgados por el cuello hasta morir, muerte considerada indigna de un noble, pues todo el mundo iba a verlos "bailar al extremo de una cuerda". Pero los nobles eran decapitados con espada o hacha, muerte más rápida y digna, que se llevaba a cabo en el exterior de la Torre de Londres y en forma más privada. Por aquel entonces en Inglaterra no había verdugo "ad hoc", que pudiera decapitar a Ana con una espada, y hubo que hacerlo venir de Francia, lo que demoró su muerte varios meses.
FOTOS:Retrato de Ana Bolena y la Torre de Londres

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