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Pieles NO

martes, 21 de diciembre de 2010

Chistes machistas












Un grupo de mujeres jóvenes está de vacaciones y de pronto encuentran un hotel de cinco pisos, con un cartel que dice:

“Exclusivamente para Mujeres"

Como están sin sus parejas deciden entrar para ver si vale la pena alojarse allí. El encargado, un hombre muy atractivo, les explica cómo es el hotel:

-“Señoritas, sean ustedes bienvenidas... Tenemos cinco pisos de habitaciones disponibles... vayan piso por piso, y cuando encuentren lo que buscan, entran y se registran con el recepcionista del piso."

- "Es fácil decidir, cada piso tiene avisos que indican qué contienen, pero la única regla es que cuando avancen a un piso no pueden devolverse a anterior."
Hotel para mujeres

Así que entran y, en el primer piso, en el aviso se lee: "Aquí todos los hombres son pésimos haciendo el amor, pero son muy sensibles y amables".

Las amigas se ríen a carcajadas y sin dudar suben al siguiente...

El aviso del segundo piso dice: "Aquí los hombres hacen el amor de modo maravilloso, pero generalmente tratan mal a las mujeres".

Esto no les parece aceptable, así que las mujeres suben al siguiente piso…
Hotel para mujeres

Esto se ve bueno pero todavía faltan dos pisos…

En el cuarto piso el aviso es sorprendente: "Aquí todos los hombres tienen cuerpos perfectos, son muy sensibles, tiernos y atentos con las mujeres, son amantes perfectos, todos son solteros, con dinero y dispuestos a casarse".

Definitivamente las mujeres están intrigadas pero ellas deciden ver qué hay en el quinto piso, antes de quedarse en el cuarto…

Cuando ellas llegan al quinto piso, en el aviso dice: "Aquí no hay hombres. Este piso se construyó sólo para probar que es imposible complacer a las MUJERES".
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Mi novia se ha venido a vivir a mi casa. Se le murió el hámster. El otro día me llamó a las 5 de la madrugada...

* Oye ... Han vuelto a poner el anuncio ese que me recuerda a mi hámster. Ese de "Águila, Águila, Águila Hámster..."
* Entonces yo le dije
* Cariño, no te preocupes. Aquí está tu chico. Lo superaremos juntos.

¡En qué mala hora! Ese día descubrí que las mujeres son como los gases nobles. Tienen unos nombres muy bonitos pero se expanden hasta ocupar todo el espacio disponible.

Al principio todo era perfecto, hermoso. Hasta cambiar el mensaje del contestador automático:

* Yo: - HOLA
* Ella: - SOMOS
* Yo: - JUAN
* Ella: - Y SONIA
* Los dos:- NO ESTAMOS EN CAAAAAAAAASAAAAAAAA

Vale. ¿Qué pasa? Al principio el amor no sólo es ciego. También es gilipollas; ya lo sé.

Ahora la casa es distinta. Mi apartamento es chiquitito. ¡Pero a mí me parecía incluso grande! Llegó ella y ¡joder! ¡pareció que se hubiera encogido!

Bueno... Se ha traído secador, depiladora, un poto, media docena de peluches, 400 velas y hasta una tabla de surf. Que yo le dije:

* Cariño, ¿para qué queremos una tabla de surf?
* ¿Pero tú eres tonto, Gordi? Es una tabla de planchar.

¿¿Planchar?? ¿¿Planchar?? Pero si para planchar sólo necesitas una bolsa de plástico vacía. Metes en ella toda la ropa y.... ¡se la llevas a tu madre!

Lo siguiente que invadió fue el armario. Vestidos de invierno, de verano, de entretiempo, mantas, sábanas, bragas faja, bragas tanga, bragas riñoneras, faldas largas, cortas, pantys, medias, enteras... ¡¡yo qué se!!

Me invadió hasta por el aire. ¡Sí, sí. Por el aire! Porque lo de los ambientadores clama al cielo. Tiene que ponerle olor a todo. En el WC ha puesto colgando una cosa de plástico que dice que huele a pino, que cuando terminas la faena tiras de la cadena y hueles y... no sé. Yo siempre me imagino un pino enorme lleno de mierda por los bordes.

Cuando convives con una mujer aprendes un montón de cosas. Por ejemplo, que los frigoríficos se deben descongelar. Yo siempre había creído que la nevera estaba para abrir la puerta, coger tu cervecita y ¡hala! Que ella fuera fabricando hielo. Pues se tiene que descongelar. ¿A que no lo sabíais, chicos?

Por supuesto que la nevera también me la invadió. Abrías la puerta de la nevera y ahí tenias un montón de productos vegetales: puerros, zanahorias, remolacha, coliflor, col,coles de Bruselas, berenjenas, pepinos, tomates...

Un día me dice:

* Cariño; ¡hoy te vas a chupar los dedos! Saca el repollo de la nevera.

Cuando aquel repollo empezó a cocerse olía peor que las plantillas del fugitivo.

"¿Vamos a comer eso? ¿Habiendo chorizo y patatas fritas?"

Y luego está el misterio del papel higiénico. ¿Cuánto papel higiénico gasta una mujer? Porque un hombre soltero, así que no sea muy tacaño, ¿Cuánto puede gastar? ¿Un rollo al mes? Venga; rollo y medio. Pero una mujer, tú pones el rollo, te das la vuelta y cuando vuelves a mirar y zas! Ahí está el canutillo. No me cabe en la cabeza. ¡Qué hacen las mujeres con el papel higiénico! ¿Se lo comen? Como tiene fibra... A lo mejor es por eso que tienen celulitis. De comerse el papel. Como tiene celulosa...

¿Y por la noche? Al ver la tele el mando a distancia es de ella. Que pareceque tenga un imán conectado al mando. Siempre está en sus manos. Que, por cierto, se llama mando a distancia por eso: porque distancia a las parejas. ¿Habéis visto a una mujer haciendo zapping? Es terrible. Por ejemplo; estás viendo un programa de vídeos domésticos de esos que la gente lleva sus imágenes caseras. Bueno; pues sale el niño japonés subido en lo alto del tobogán, se lanza a toda ostia y... cuando va a aterrizar ella cambia antes de que se la pegue! ¡en lo más interesante!

Pero donde más cambia la vida es en la cama. En el dormitorio. Porque entre que la cama no es de matrimonio y todos esos peluches, parece que estás durmiendo en Barrio Sésamo con los Muppets. A mí se me baja el penn... el aparato cuando veo que me están mirando Epi y Blas así, con su sonrisita... Y cuando ya te pones al asunto, miras de reojo y te ves a la rana Gustavo y al Coco que parece que están diciendo:

"Ahora está afuera. Ahora está adentro. Dentro y fuera. Dentro y fuera..." ¡Joder! ¡Así no hay manera!

Pero ya lo peor, la otra noche, mi chica me llama y me dice:

* Cariño, esta noche tengo que contarte algo.
* Cuando llegué había una cena con velitas. Y al terminar, me dice:
* Cariño, vamos a tener... ¡¡un hámster!

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