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Pieles NO

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Anécdotas de la Oficina de Turismo de Palma de Mallorca





Durante muchos años yo trabajé en Oficinas de Información Turística de la isla de Mallorca. Primero estuve en la O.I.T. del centro de Palma, en la Avda. Jaime III, y luego en la del Aeropuerto, de la que fuí la jefa durante 15 años.
Las O.I.T. son una fuente de anecdotas, pues pasan por allí gentes de todo el mundo y todas las razas, costumbres y manías. Se cumple aquello de que la realidad supera con creces a la ficción. Yo enseguida me dí cuenta del filón anecdotario que tenía aquello, y recopilé los casos más curiosos e increíbles en una libreta de esas de tapas de hule, que conservo como un tesoro. Poco a poco las iré transcribiendo aquí, en mi blog, y puedo asegurar que no son exageradas ni me he inventado ninguna. La conclusión que yo saqué de este estudio de la psique humana es que la gente es imprevisible y que cualquier cosa es posible. Cuando se está de cara al público se tiene que tener bastante correa, pero la verdad es que es muy divertido.Aquí empiezo, con un caso real como la vida misma.
Entra en la Oficina, muy sonriente, un señor sueco, y pregunta en inglés que dónde puede comprar un billete para el barco. Le digo que en una Agenica de Viajes, o en la Cía. Transmediterránea. Se queda pensativo y vuelve a repetir la pregunta, y yo a mi vez la contestación, enseñandole la Agencia que hay al otro lado de la calle. De pronto se echa a llorar desconsoladamente, y mi compañero, el Sr. Sarmiento, trata de consolarle. El turista se anima, vuelve a sonreír de oreja a oreja, pero enseguida se echa a llorar de nuevo a lágrima viva, diciendo que se siente muy desgraciado, y que está muy solo, tan lejos de su país. Al fin pide toda clase de folletos informativos y planos, y se va muy contento, dejándolos todos encima del mostrador.
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Las O.I.T.s a veces tienen que hacer de psicólogas, y saber informar de todo, no solo de lo relacionado con el turismo.

Una vez me entra una señora francesa y me dice:
-¿Es aquí la Oficina de Información?
-Sí, señora- le contesto.
-Un momento.
Hurga en el bolso y me saca una flor.
-¿Podría decirme que flor es ésta?
-Si, señora. Una buganvilia.

Menos mal que tengo algunos conocimientos de jardineria...
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