A principios del mes de Septiembre tiene lugar en Nepal la celebración del festival de "Indra Jarta" Señor Indra, el Dios de la lluvia y también el Rey de los Cielos. Miles de personas se citan en la Plaza de Durbar de Kathmandú para ver a la Kumari, una diosa en vida, es apenas una niña. Este día es el único día que sale a la calle en una procesión que la lleva a través de la Plaza entre todos los asistentes. En las visitas turísticas, a veces, la diosa Kumari se asoma por una ventana.
La Kumari es seleccionada después de un ritual tántrico, primero se seleccionan las posibles diosas entre cuatro y siete años que tengan las treinta y dos perfecciones de belleza como el color de los ojos, la voz, la forma de los dientes, etc.. Después, deben aguantar el miedo tras un ritual en el que en una habitación se degüellan varios toros,y debe pasar la noche a oscuras en este lóbrego sitio y finalmente sólo la que es capaz de contener su miedo y permanecer tranquila, consigue convertirse en la Diosa en Vida, la Kumari, y ella y su familia se trasladan a vivir a la casa preparada para ellos en la Plaza Durbar, en Katmandú, hasta que llega a la pubertad, y entonces, se vuelve a elegir una nueva Kumari.
La Kumari lo es hasta su primera menstruación. No puede tocar el suelo de la calle, y debe ser llevada en brazos a todas partes. Yo tuve la suerte de verla unos segundos cuando se asomó a la ventana. Mal comparado, como el Papa en la Plaza de San Pedro. Siempre desde la misma ventana.
Existe la superstición de que quien se casa con una chica que ha sido Kumari muere pronto, pero el guía nos enseño a un fornido mocetón la mar de saludable, y nos dijo que estaba casado con una de ellas, y que no había estado enfermo en su vida.
Es precioso estar en el patio de la casa de la Kumari en Katmandú, que es una ciudad como de cuento de las Mil y Una Noches, viendo su arquitectura tan característica, y ver asomarse a la diosa-niña. Parece que estás en otro siglo y otra época.
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