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Pieles NO

domingo, 22 de julio de 2012

Clases de putas en la Roma imperial y los griegos machistas


















En la Roma imperial
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Delicatae: eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos. Las que ahora se eligen con un catálogo y se les pone un pisito.
Famosae: mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social, practicaban sexo por puro placer. El caso más significativo sería Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio. Como sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo, organizó un concurso en palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse… Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber yacido con setenta hombres, continuó hasta el amanecer. El recuento final fue doscientos…
Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares.
Noctilucae: las que sólo trabajaban por la noche.
Copae: las que trabajan en la Caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas – generalmente vino, chacinas, quesos o encurtidos – que podías tomar o llevar. No había bancos ni mesas, sino una barra al exterior en la que los clientes por un as podían templarse con una copa de vino y algo que roer).
Fornicatrices: los que se lo hacen bajo los arcos de puentes o edificios. El término fornix significa arco de donde proviene fornicar (tener relaciones con una puta).
Forariae: ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros.
Bustuariae: cerca de cementerios… con un poco de misterio.
Prostibulae: en la calle sin ningún control. Recordemos que según escribió Tácito, historiador romano, las mujeres que querían ser prostitutas estaban obligadas a registrarse ante la oficina del edil. Una vez inscritas (nombre, edad, lugar de nacimiento, y su “nombre de guerra”) se concedía la licencia (licentia Stupri)
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Misoginia y culto a la belleza de los griegos
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"Tenemos a las heteras para el placer, a las concubinas para el uso diario y a las esposas para criar hijos"

No obstante, la institución pederástica degeneró en el siglo IV cuando los efebos empezaron a comportarse como heteras reclamando regalos caros. A partir de Aristóteles, la pederastia fue perdiendo partidarios entre los pensadores hasta hacerse detestable para los cínicos, estoicos, epicúreos etcétera, aunque nunca faltaron partidarios especialmente entre los poetas, pintores y militares.

Frente a toda este aluvión de imágenes homosexuales reflejadas en la cerámica griega, las escenas de homosexualidad femenina, en cambio, son mucho más escasas en todo el arte grecorromano. Tampoco el arte griego, tan minucioso en la representación de los genitales masculinos, manifestó gran interés por retratar los femeninos, aunque aparecen algo idealizados en muchas vasijas corintias. Y es que todo lo relacionado con la mujer, sobre todo con la mujer madre y esposa, fue apartado en el mundo heleno del arte y la vida pública.
La misoginia generalizada tuvo su origen quizá en épocas matriarcales en las que el hombre fue relegado a una posición subalterna, lo cierto es que el desprecio hacia las mujeres fue un componente frecuente de la vida helena, tal y como lo demuestra la comedia ática y el teatro de Eurípides del que Sófocles llegó a decir: "Abomina de las mujeres en sus tragedias, pero en la cama le encantan". Y es que el prejuicio antifemenino no incluía el no acostarse con féminas, sino que se dirige sobre todo contra el matrimonio. Los hombres solían casarse a partir de los treinta años para procrear, pero no solía suceder que hubiera deseo sexual dentro del matrimonio. El griego sentía por la esposa amistad, cariño, pero no pasión. Era muy raro que existiera el amor conyugal y normalmente las bodas se concertaban de antemano. El hecho de que las mujeres tuvieran que aportar una dote al casarse, con la que prácticamente compraban al marido, habla de lo poco que les apetecía a los varones tomar esposa. Además, cuando ésta era más rica que ellos corrían el riesgo de que les saliera respondona, algo intolerable en una cultura tan masculina, como demuestran los desagradables epítetos tales como "perra", "cerda" o "lamia", término este último que designa un demonio chupador de sangre, utilizados para designar a las mujeres dominantes.

La lista de defectos que se achacaba en general a las esposas no era pequeña. Plauto las acusaba de derrochadoras y dicharacheras; y a pesar de que la virginidad era requisito exigido a las novias, que de ese modo demostraban su virtud, los hombres estaban convencidos de que la mujer era incapaz de dominar su libido y podía poner en peligro el honor del marido. Por eso permanecían recluidas en el hogar, sobre todo las de clase alta, ya que las pobres tenían que salir a trabajar. Esto fomentaba el contacto con los hombres y al mismo tiempo convertía a las mujeres en seres ignorantes dedicadas tan solo a sus quehaceres domésticos y maternales. Y sin embargo, que nadie se llame a engaño,aunque como decía Estobeo: "una esposa es un peso muerto en la vida de un hombre", fuera del tálamo los hombres frecuentaban con asiduidad a concubinas y sofisticadas heteras, mujeres libres que, a diferencia de las prostitutas vulgares, tenían un solo amante. "Tenemos las heteras para el placer; las concubinas para el uso diario y las esposas para criar hijos y cuidar la casa", dice Demóstenes en Contra Neera. Las heteras eran además mujeres cultivadas, asistían a banquetes y conversaban de temas filosóficos. Algunas como Aspasia, la mujer de Pericles, o Herpilís, con la que Aristóteles tuvo a su hijo Nicómaco, se convirtieron en mujeres muy influyentes. Otras de extremada belleza, como Friné, inspiraron al escultor Apeles su "Afrodita saliendo del mar".

Pues sí, los griegos mucho presumir de demócratas, pero solo lo eran entre ellos, porque a las mujeres y a los esclavos no los consideraban personas, y por tanto, de democracia para ellos nada.
Así también eran democratas muchos tiranos.Qué gracia.
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La mayoría de las pinturas que ilustran este artículo son de la llamada "Villa de los Misterios", de Pompeya. Cuando yo fuí por primera vez no dejaban pasar al interior a las mujeres, cosa que me pareció de un machismo y una estupidez totales. Después ya sí dejaron. Y es que en todas partes cuecen habas...

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